Pedido de: JosselynPaez
Darah Morgan jamás creyó que volvería a enamorarse luego de que el "fin del mundo" comenzó. Que ni siquiera iba a tener tiempo de vivir para experimentarlo.
Pero se equivocó bastante.
No solo se enamoró una sino que dos veces, le gustaba dos hombres completamente distintos.
La tensión y los sentimientos que tenía por ambos eran innegables y ya no tuvo más remedio que aceptarlos.
Jamás creyó que algo como eso le pasaría a ella pero ahora debía vivir con ello.
—Mamá.
Una dulce voz que conocía perfectamente la despertó de su trance.
Se trataba de Judith.
—Mamá tengo hambre —le dijo.
Darah sonrió con ternura al verla recién levantada con su cabello revuelto y carita de dormida.
No sabe bien desde cuándo pero de un día para el otro Judith la empezó a ver como su mamá y a llamarla de esa forma. A Rick y Carl jamás les molestó ni dijeron algo al respecto.
Lo cual agradece porque cada vez que la oía decir esa palabra sentía que su día completo mejoraba.
—Esta bien, ¿qué te parece cereales?
Judith festejó mientras se sentaba en la mesa a la espera de su desayuno.
Mientras le preparaba dicho desayuno volvió a perderse en sus pensamientos, algo que hacía seguido últimamente.
De pronto una mano en su espalda y unos labios en el costado de su cabeza la hizo sobresaltar.
—¡Rick, me asustaste! —exclamó.
—Lo siento —rió—. Buenos días.
—B-Buenos días.
—¿Dormiste bien?
La mano de Rick en su espalda no la dejaba concentrarse del todo haciendo que sin querer confundiera el frasco de cereales por el de arroz.
—E-Eh sí, ¿y tú?
—Bastante —respondió con una sonrisa que hizo que por poco se derritiera.
El hombre le dijo algo que no alcanzó a comprender y se fue a saludar a su hija.
Darah dejó escapar un suspiro por los nervios. La muestras de afecto por parte de su líder era algo a lo que debería estar acostumbrada a este punto pero nunca consigue hacerlo, siempre la toma desprevenida.
Pero tampoco podía quejarse, al contrario, le gustaban mucho.
De un día para al otro Darah empezó a verlo más que su líder, cree que fue desde que llegaron a Alexandria cuando empezó a verlo con otros ojos.
Jamás definieron lo que eran ni tampoco lo hablaron. Solo sabían que cada vez que se miraban o simplemente estaban en una misma habitación la tensión entre ellos crecía, como imánes que se atraen.
Se volteó a observarlo, le estaba hablando de algo a Judith mientras ella lo oía atentamente y con una sonrisita.
—Hey, buenos días. —De repente otra presencia entrando al comedor la hizo ponerse en alerta.
Daryl.
Daryl Dixon era el otro hombre que la estaba trayendo distraída y en las nubes.
Con él la atracción había sido inmediata pero no siempre se llevaron bien en un principio ya que antes la personalidad de Dixon no era la mejor por lo que solían chocar mucho y la mayoría de veces discutían.
