Capítulo 43

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Cami

Me moví al sentir algo sobre mi cara, enterré mi cabeza bajo la almohada para seguir durmiendo pero aquello seguía insistiendo.

—Cami, nena, llamaron del hospital.

Tan pronto las palabras hicieron clic en mi cabeza, aparté la almohada y me senté en la cama lo cual fue una terrible idea porque el brazo comenzó a dolerme por el movimiento tan brusco.

— ¿Está bien? —pregunte aguantándome el dolor.

—Despertó.

Sonreí con lágrimas en los ojos.

—Te lo dije, te dije que estaría bien. —me abrazó y beso la parte superior de mi cabeza

Fue como si la opresión que sentía en el pecho finalmente desapareciera y me permitiera respirar, el alivio fue un regalo pero ahora necesitaba verla con mis propios ojos y asegurarme que se encontraba a salvo.

— ¿Chicos, están listos? —pregunto alguien al otro lado de la puerta.

—Bajamos en un segundo. —respondió Daniel.

Se levantó de la cama y comenzó a preparar una pequeña mochila con mis medicamentos y cosas que pudiera necesitar.

—Vamos al hospital, no necesito todas esas cosas...

—Más vale tenerlas cerca.

Sonreí y tan pronto terminó de hacer el botiquín improvisado, vino a por mí y me ayudo a levantarme de la cama.

—Un paso a la vez. —me dijo cuando puse ambos pies en el suelo.

Me sostuve de uno de sus brazos, ya que el otro se encontraba alrededor de mi cintura para evitar que cayera, fueron pasos lentos y muy pesados para mi desde mi habitación hacia las escaleras.

— ¿Necesitas ayuda? —gritó Ian desde el piso de abajo.

Todos estaban despiertos y listos para acompañarnos al hospital, la verdad es que me sentía muy afortunada por tener amigos que se preocuparan tanto por mi familia como yo. Daniel me lanzó una mirada.

— ¿Puedes seguir caminando?

—Me agito mucho. —confesé agarrándome de la barandilla de la escalera.

Ian no lo pensó dos veces, trotó escaleras arriba y me cargó, colocando uno de sus brazos detrás de mis rodillas y la otra bajo mi cabeza, no sé si solo era yo alucinando o realmente los hermanos Wilson parecían cargarme como si pesara menos que un costal de papas.

Daniel iba detrás de nosotros y cuando salimos de casa me di cuenta que era de noche, no tenía idea de que hora era exactamente pero algo me decía que era de madrugada ya que las calles se encontraban silenciosa. Todos nos siguieron y se distribuyeron en los autos, pero justo cuando me estaba acomodando en el asiento vi a alguien salir apresuradamente de casa.

— ¿Ese es... es Oscar? —miré inmediatamente a Carolina en busca de una respuesta.

—Llegó ayer.

Salió cojeando y poniéndose un suéter, fruncí el ceño y vi cómo se subió a su auto que estaba estacionado al otro lado de la calle.

Johnny comenzó a conducir en dirección al hospital a una velocidad moderada ya que había nieve en el pavimento y evidentemente no queríamos causar otro accidente, por el espejo retrovisor vi el auto de Kim y Oscar seguirnos de cerca.

—Estoy muy nerviosa. —admití en voz baja.

Carolina (que se encontraba en los asientos traseros) extendió su mano para tomar la mía.

¡Siempre Nuestro! (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora