Capítulo 11

1.8K 188 84
                                    

Cami

—Vendré por ti más tarde, hija. Ten un buen día.

Me despedí con la mano antes de darme la vuelta y trotar hacia el interior del campus. Mamá vino a dejarme antes de ir a su trabajo y le agradecía que me ahorrara el caminar ya que la lluvia todavía seguía presente en la ciudad.

— ¡Corre, rosita!

A lo lejos vi a Lucas abrir la puerta del edificio para mí, corrí hasta resguardarme de la lluvia y él sacudió su cabeza provocando que más gotas de lluvia cayeran en mi cara.

—No hagas eso. —me reí limpiando la lluvia. —pareces un perro.

—Gracias por el alago.

—No era un alago. —lo seguí por el pasillo que estaba abarrotado de estudiantes. — ¿Qué clase tienes a primera hora?

—Literatura y lo odio.

— ¿Por qué? —pregunté. —Es fácil si te gusta leer.

—Allí está el problema, no me gusta leer.

Suspiré agitando la cabeza.

— ¿Qué? —preguntó con diversión. — ¿Te acordaste cuando Wilson leyó tu libro favorito por ti?

Su comentario me hizo detenerme en medio del pasillo.

—Él no... —fruncí el ceño y luego lo encaré. — ¿Cómo lo sabes?

Se encogió de hombros, restándole importancia.

—Además ¿Qué tiene eso que ver con que no te guste leer? —continué mi camino.

—Que yo no me leería un libro por ti, ni por nadie. —me alcanzó en el pasillo. —Ni siquiera para pasar una clase.

—Si, ya veo cual es la diferencia entre ustedes dos.

Daniel haría todo por mí, en cambio Lucas ni siquiera podía esforzarse un poco por aprobar una clase.

—Iré a clase, nos vemos luego.

Lucas asintió y me separé recorriendo el otro pasillo que llevaba al auditorio. Mis clases trascurrieron lentamente y la lluvia que no se detenía hacia todo más difícil porque dos veces tuve que salir del edificio para ir a mi siguiente clase, no tuve tiempo ni para detenerme a comer. Lucas me envió un mensaje preguntándome si me reuniría con él y Kira, pero yo estaba en camino a la biblioteca para adelantar una tarea de la próxima semana.

Me froté las cienes tratando de detener el pulsante dolor en mi cabeza y apagué la computadora que tenía frente a mí, tomé las pastillas que estaban en mi mochila y mi botella de agua para pasarme el medicamento. El doctor dijo que mis dolores de cabeza se convertirían en migrañas en segundos, al menos los primeros días porque no podía someter mi cerebro a tanta presión.

— ¿Oye?

Levanté la cabeza cuando sentí un toque en mi hombro.

— ¿Estas bien? —preguntó una chica.

—Si, estoy bien. —comencé a guardar mis apuntes. —gracias.

— ¿Necesitas que te llevé a enfermería o algo?

—No, no, no. —me puse de pie y me colgué la mochila sobre mi hombro. —Estoy bien.

Me dirigí a la puerta y salí de la biblioteca. Debo verme horrible para que la chica haya querido llevarme a la enfermería. La lluvia aun no cesaba y no tenía idea si pararía en algún momento. Estaba a punto de comenzar caminar cuando mi teléfono vibró en mi bolsillo.

¡Siempre Nuestro! (+18)Where stories live. Discover now