Capítulo 24

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"La felicidad está en dónde menos lo piensas, nunca es tarde para volver a empezar, nunca es tarde para ser feliz"

 Hiroshi Aspen

Desde el momento que hablo de mis padres biológicos no se me hizo una buena idea sobre todo porque hace poco los amenacé, pero mi duquesa lo quiere y quién se puede negar a sus caprichos y decisiones. Aunque evité constantemente el tema ahora estamos frente a la casa que tanto odio, aquella que conlleva recuerdos de dolor e impotencia por robarme todo lo que quería.

Tuvimos que viajar a Japón para eso, y solo ver sus ojos brillantes de mirar una casa tradicional hace que todos esos recuerdos se borren poco a poco. Porque mi duquesa hacía que todo lo malo se convierta en algo que se puede sobrellevar.

—Lo siento —se disculpó—. Tal vez estoy siendo egoísta al traerte aquí, sabiendo todo el daño que te hizo.

Esos ojos brillantes pasaron a ser de arrepentimiento, odiaba verla así.

—Mi duquesa, no lo lamentes, es mejor enfrentar todo en un solo paso —tomó su mano. —Que tú estés conmigo hace que no me sienta tan mal, solo porque eres tú —besó sus manos, dando una sonrisa de alivio.

Ella sí que podía cambiar sus expresiones en un instante, y ahora está apunto de llorar.

—Por dios esos ojos siempre están húmedos y gotitas saliendo —seque sus lágrimas.

—Es tu culpa— se queja haciendo un mohín.

—Si, si, si, mi culpa —la abrazé, para recargar fuerzas porque lo que enfrentaría sería algo no grato.

Lo que más me preocupa es que mi duquesa salga herida.

Las puertas se abrieron y el camino hacia la casa principal se volvió eterna, mis ojos no paraban de observar a quien cada vez que estaba más cerca más nerviosa se ponía, quise dar la vuelta unas cuantas veces pero su mirada determinada me lo impedía.

—Así que no te basta amenazarme ahora traes a una mujer vulgar a mi casa— soltó el viejo desde su agujero.

Ese agujero no era más que una oficina donde ahí se implantaba cada castigo.

— Saludos — bajé la cabeza — Pero no creí que ese recibimiento diera la familia Sato, eso dice mucho de que hablar — reí un poco, burlando sus palabras.

— ¡Tu!

—No Hiroshi — elevo un poco la voz — Saludos señor Sato — bajo la cabeza con todo respeto — Quiero hablar con usted si es que tengo la oportunidad.

Su manera de hablar era tan formal que me sorprendió, y no lo niego. Joder a ella hace que me enamore cada día más de ella. Sus ojos no paraban de mirarlo fijamente, y para muchas personas es difícil por el miedo y respeto que provoca mi padre.

Mi duquesa no se inmutó, apretó fuertemente mi mano y no se rindió.

—Ya una mujer vulgar como tú no tiene derecho a hablar conmigo.

Eso me disgusta, su sonrisa de superioridad y quise joderla en un instante Este viejo es duro de amortizar, los insultos si son para mí puedo soportarlos pero a ella, no, con ella no. Mis puños y mi mirada estaban en la vista de él, quien me miraba de la misma manera, quise irme de ese lugar pero no sería el caso...

—¡Se lo pido, hoy quiero pedirle que me de la mano de su hijo!

Todo mi enojo se fue en segundos, esa voz hizo que me dieran ganas de caer por un colapso y todo por culpa de la condena.

Sus mejillas estaban rojas y su pequeño cuerpo no paraba de temblar y ser firme a la vez, una mirada realmente dulce, tanto que al viejo le sorprendió.

—Ese ya no es mi hijo, no lleva mi apellido —soltó con disgusto—. Mi hijo está muerto para mí.

Lo sabía, muy dentro de mi sabia que este hombre jamás cambiaría, al final que esperaba. Nos hacemos tontos al esperar algo de alguien más cuando sabemos perfectamente que nunca cambiará.

—Será en un lugar no tradicional, en un lugar que tal vez le disguste por sus costumbres pero yo quiero que en un futuro mis hijos conozcan a su abuelo.

No había cambio para nada en su postura, nos fuimos del lugar dejando una invitación que mi duquesa hizo para la familia Sato, ella esperaba que ellos fueran pero estoy seguro que su orgullo y ego pueden más.

Ya que estábamos en Japón visitamos a Raiden, mi duquesa quería conocer a quién me había cuidado durante estos tres años alejado de ella, eran tan tiernas que me daba ganas de sacar mi pañuelo y llorar Jaja como si eso fuera a pasar.

Las cosas se complicaron cuando Raiden coqueteó con ella, él era un mujeriego y lo vi con unas cuantas mujeres sería poco en los tres años que viví con él. Obviamente no permitirá que sus ojos fueran a mi duquesa, la condena disfrutaba verme como gato cuando le quieren quitar su presa.
Pero la visita no fue tan mala, Raiden se puso en modo serio del que jamás imaginé que terminaría diciendo que si quería podía llevar su apellido en mi boda. Para pasar a ser su hijo, en otras palabras, eso me conmovió un poco.

Estaba decidido a que el apellido solo eran letras porque la definición de mí era yo mismo, pero pensándolo bien no me negaría a aceptar ese apellido.

—Tus ojos ya vieron hasta mi muerte —me señaló con el dedo—. Tu desgraciado viste la herencia que te dejaría.

—Supones bien, aún así quieres darme tu apellido —sonreí.

— Por supuesto me gustan tus agallas, además — abrazo intencionalmente a mi duquesa — Tendré una hija hermosa, que más pudiera pedir.

—Aléjate de ella— me interpuse entre los dos.

—Hiroshi, no es bueno ser tan celoso.

—No quiero escuchar consejos de un tipo que tiene citas todos los días.

—No digas eso, aún no llega la mujer que sea perfecta para mí.

—Lastima yo ya conseguí una, y no la dejare ir.

Nuestra dichosa pelea terminó cuando mi duquesa se rió de todo lo que decíamos. Su risa era contagiosa tanto como los tres términos riendo. La cena no había pasado de extraños recuerdos y las torpezas que había cometido en esos tres años.
Como siempre la noche era estable, ahora entendía por qué los vampiros aman la noche y solo salen en ese horario.

—Mañana es el día —se estiro las manos —Mi tirano al fin será mío— me dio una mirada provocadora llena de picardía.

Si porque mañana es el día, en donde por papeles estaremos unidos.

—Mañana solo estará escrito en un papel —me acerqué a ella— porque yo siempre fui tuya.

—Hay, no te da un poco de vergüenza decir esas cosas —se tapa los ojos, con las mejillas rojas.

—Cuando se trata de ti hasta me puedo convertir en un Romeo —besó sus labios descubiertos, dejando atrás esas manos.

............

El amanecer nunca había sido tan deslumbrante, amanecí al lado de mi duquesa, lástima que teníamos que partir lo más antes posible para alcanzar a la boda, si no se festejaría sin los novios.

En cuanto llegamos, mi suegra y la mejor amiga de mi duquesa se la llevaron sin darme un poco de tiempo para despedirme. Mi suegro sí que me tenía los ojos bien puestos, me ayudó con mi traje que para nada era formal, una camisa blanca con los dos botones de arriba descubiertos, pantalón blanco doblado hacia las pantorrillas, si muy fuera de lo común o mejor dicho nadie podría pensar que me casaría en la playa.

Pues bien, días antes encontré un lugar donde sería la recepción, la casa era sumamente grande y la mejor vista a las aguas, a mi duquesa le encantó tanto que no dude en comprarlo, pero el dueño de esa casa si que se hizo a los valientes para rechazar cada propuesta que le daba, al final terminó cediendo. Estaba claro que me acababan de estafar, ese dueño de la casa había visto cómo mi duquesa se deslumbró bastante con la casa así que dijo "Explotemos al joven que ahora haría lo que fuera por la señorita".

El tiempo pasó y todo parecía de acuerdo a lo planeado, desde que llegue solo tardé una hora en cambiarme pero para las mujeres debe ser difícil porque ella tardó más de cuatro horas. En esas horas pues me puse a observar todo lo que estaba organizado y por alguna razón las flores blancas con un toque verde, eran parecidos a mi duquesa...

Recordé que en esos animes y manhwas que veíamos, algunas veces se daba una corona de flores y que es mejor no darle una a mi duquesa. Aunque armarla fue un poco tedioso, se ve fácil pero no lo es en absoluto. Las horas pasaron y el color naranja estaba en su punto. Era una buena vista.

Los preparativos comenzaron y me dispuse a ir al frente ya que tenía que esperar a la dueña de la corona de flores que había preparado. Todos estaban presentes, algunas caras ya conocidas y otras no tanto. Me sorprendió ver a Logan con su nueva conquista, mirándome fijamente y advirtiéndole que si le hacía daño me rompería.
Mi suegro estaba en la primera fila de decorados de flores en los asientos, conmovidos por la boda, y a su lado estaba Rebeca quien me dio un like al ver la corona en mis manos.

Mis padres no se aparecieron ni en el último momento, así que lo suponía, quien si estaba ahí coqueteando con cada chica que conocía era Raiden, ese sujeto era como la miel atraía a todo tipo de mujeres.

Sonó una música de paz, la sentí así pero cuando la vi mi mundo se puso boca abajo.

Ella estaba tan...hermosa que mi boca se abrió sin darse cuenta, mi suegro la traía hacia mí y sentí que era largo el pasillo para llegar a mí.

La condena estaba tan bien, que parecía como si hubiera sacado la lotería, como si me ascendieran del trabajo, como si fuera famoso. No lo sé, sentí tantas emociones que quedé con la boca en O y los ojos siguiéndola a cada instante.

—Te entregó a mi hija, cuídala bien Hiroshi —dijo mi suegro, sacándome de mi embeleso por su hija.

—La haré feliz, eso lo juró.

Vi como sus ojos se pusieron lagrimosos, sin duda esa forma de derramar lagrimas la había sacado de mi suegro, ella era tan igual.

Antes de empezar le puse la corona de flores, mi duquesa se sonrojó y me brindó una sonrisa que me dejó más helado y con las ganas de irme directo para la luna de miel evitando la recepción.

Después de todo lo que se dice en una boda, dijo nuestros nombres, tenía el poco presentimiento o el engaño en sí mismo de que mis padres aparecieran, pero no lo hicieron así como el viejo dijo que yo había muerto. Hiroshi Sato murió, ahora solo es Hiroshi, aunque también me conocerán por Hiroshi Aspen.

La recepción estaba en pleno apogeo, porque después del sí y el beso todos se fueron a la fiesta, mientras nosotros nos quedamos en las orillas de las aguas profundas. La noche había cubierto todo el lugar y pues la vista era increíble.

—¿Cuando hiciste esto? —señaló la corona de flores.

—La hice mientras esperaba a una señorita que se tarda más de tres horas en alistarse —la mire —Pero valió la espera, de hecho siempre vale la pena esperar por ti mi duquesa.

—Tú siempre esperaste por mí —se apoyo en mi hombro— Por eso yo estaré contigo hasta que la muerte nos separe.

—Alto ahí mi duquesa, tú tienes que estar conmigo más allá de la muerte.

—Si lo estaré —se levantó dándome una mano para adentrarnos en las aguas —Más allá de la muerte estaré con mi Tirano.

El agua estaba fría pero solo nosotros dos sentíamos ese calor al estar juntos, como la vez en donde caímos del puente, esa vez en donde marcamos nuestro destino.

La amé en el pasado y hoy la amo más, porque siempre supe que una vez ella me vería a mí y no a otra persona, porque supe desde el momento en que la vi que ella sería mi salvación del hoyo donde me encontraba.

Milai Gensin es la adrenalina de mi vida.

Volví para hacerte feliz, porque esta vez quiero que seas feliz a mi lado.


  FIN...                                                                     




Esta vez quiero que seas felizWhere stories live. Discover now