Capítulo 21

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                                  "Volver al lugar menos pensado será tu fortuna"
  Hiroshi

Hace tres años...
Aeropuerto central del norte.

— ¿Su viaje sin retorno está seguro?

—No sé cuánto tiempo valla a tomar, pero regresaré— le di mi identificación. — Después de todo tengo algo valioso por lo cual volver.

—Usted es un joven enamorado, disculpe la pregunta pero ¿Por qué se va? —preguntó él de la cabina central.

—Porque mi duquesa se merece un hombre del cual pueda hacerla feliz —le di una sonrisa— ¿No lo crees?

—Los jóvenes de ahora sí que son un caso —me entregó el pasaje—. Bueno que tenga un buen viaje joven enamorado.

Yo también esperé poder aguantar sin ella. No había pasado ni una hora y ya la extrañaba. Mierda que diablos me hizo, ahora digo cursilerías las cuales nunca diría y sobre todo ando todo embobado por ella.

—Pajeros del vuelo 325 con destino a Japón por favor aborden en la casilla ...

Era un llamado hacia un lugar al que no creí volver, pero tenía que hacerlo.
Al mirar por los ventanales del aeropuerto vi a muchas parejas y familias despedirse, fue tan conmovedor que adiviné que si mi duquesa estuviera aquí seguro estaría llorando, como la llorona que es.

El vuelo fue bastante corto tanto que no tuve tiempo de pensar en qué haría al regresar, volver a la que una vez fue mi casa o ir al lugar prohibido.

Claro que había un lugar prohibido, toda familia con alto estigma de su nombre tiene una oveja negra en la familia y este era un lugar prohibido del cual no se podía hablar. Y esa oveja negra era mi famoso tío Raiden Aspen, si como se oye él es mitad japonés y mitad americano.

Para resumir mi tío es hijo de una amante, mi abuelo era un hombre con mucho poder tanto que no se midió para tener amantes y pues de una de ellas salió mi tío del cual desde que nació le negaron el apellido Sato, bendito apellido de mierda.

Creo que para ser sincero no tuve oportunidad de visitarlo y ni hablar con él. Solo sabía su historia y su nombre, y ahora estoy aquí parado enfrente de su puerta.

—Irasshai (bienvenido)— abrió la puerta una señora de estatura promedio con un digno yukata es un clásico.

— Arigatō (gracias) — salude de forma tradicional, la cabeza abajo con respeto —
Ie no como ni aitai (Quiero ver al dueño de la casa)

— Zenpō (adelante)— me guió — Kare wa jibun no heya ni imasu (se encuentra en su habitación)— me llevó directo hacia su habitación.

De aquí en adelante podía hablar español fluido ya que Raiden es la mitad americana aparte de saber diferentes idiomas.

Di unos pequeños golpes a la puerta blanca donde me encontraba, de ella salió un sujeto con mal aspecto, de hecho estaba en bóxer sin más, bostezando. Si que era una vida de lujo esta.

—¿Quién te dejó entrar? Por un demonio le dije a Ame que no deje entrar a desconocidos —vociferó irritado.

Estoy seguro que está hablando español solo porque cree que no sabe ese idioma.

— Raiden Aspen hijo del prestigioso Sume Sato ¿verdad? — me apoye en la puerta — Cuánto tiempo tío.

—Ja, a que debo la visita de mi sobrino —cruzo sus brazos con una sonrisa divertida.

—La visita es innecesaria la verdad, ahora mismo estoy en un lío pero antes déjame presentarme soy Hiroshi solo Hiroshi —afirmó con toda determinación.

—Donde quedó el Sato Sobrino— no hizo una pregunta, hizo una burla de ese mismo.

—Se fue a la mierda cuando lo bote —sonreí satisfactoriamente— Ese apellido no decide quién soy yo.

Y con esa última frase supe que me había ganado un lugar al cual pueda ir, y le conté toda mi fantástica historia más que todo de mi duquesa lo cual después de contarle me sentí bastante estúpido. Raiden, como así quiere ser llamado, me ofreció un hogar aparte de un empleo. Era una buena oportunidad, pero tomaría años.

La mejor universidad de Japón estaba disponible con las puertas abiertas para mí, lo sabía porque ellos se removían por el apellido que una vez tuve, así que no fui a esa universidad, fui a otra en donde no importaba la clase solo las notas.

Con la ayuda de Raiden puedo avanzar más rápido, me costó pero lo termine en dos años, también era un hecho que quería estar con mi duquesa para toda la vida, esa era mi meta, el día que me dijo lo que quería hacer me surgió una idea. Si mi duquesa quería ser una chef yo sería su fiel servidor, abrir una cadena de restaurantes en donde ella sea la chef titular y dueña del negocio no me vendría mal, estaría conmigo las 24 horas del día y los 365 días del año. Una excelente idea.

Así que la cadena de restaurantes estaba disponible para ella, había tardado un año más y era el momento de volver. Tres años que no la veía se hicieron eternos.

Recibía sus mensajes todos los días, moría por ir donde ella y abrazarla, besarla y hacerle cosas que no se imaginaba. Pero me contuve en todo porque quería estar a su lado para toda la vida si eso significa sacrificarse tres años sin sus besos y sin sus berrinches lo aguantaría. Mi padre quiso muchas veces hacerle daño, pero Raiden se lo impidió.

Hice un trato, uno en donde hasta que yo no pueda protegerla él lo haría y claro tuve que darle alguna que otra bonificación.

Sabia lo que era capaz mi padre para que yo volviera, iría directo a mi punto débil.

Milai Gensin se había convertido en mi completa debilidad, y como gracioso y patético me siento, ella puede hacer lo que sea conmigo sin pedir permiso.

El día había llegado para volver a verla, pero antes tenia que ir a esa casa, tenia que ir a enfrentar a mi padre porque ahora sería yo quien la proteja. Al verme la casa se puso de cabeza, una casa de cultura que es digna de Japón y de una familia pudiente.

—¡Ahora te atreves a volver! —se lleno de furia al verme.

Tenía razón. Ya estaba viejo.

—Solo vine a decirte que ahora —lo mire fijamente con una sonrisa— Con quien te enfrentarás seré yo, quien te destruirá seré yo.

—¡Qué! —quiso darme uno de sus golpes.

Como si los años no hubieran pasado, siempre recibía cada golpe sin decir nada, pero ahora no es el caso.

—No, usted no me golpeará otra vez —me acerque a él—. Ande con cuidado porque le aseguro que usted no crio a un hijo, crio a un demonio.

— ¡¿Éstas loco!?

—Si lo estoy, gracias a ti me volví de esta manera —me reí—. Ahora mismo lo que usted diga o haga no valdrá la pena delante mío.

Quiso decir más pero le dio un ataque, pura farsa como si no lo conociera.

—Tú no eres mi hijo, como puedes hacerle esto a tu padre —soltó mi madre, al venir para ayudar al vejete farsante.

—Nunca fui tu hijo, esta familia es un asco y por mí pueden irse a la mierda.

Di la vuelta escuchando cada maldición que me daban detrás de mis espaldas y al salir de ahí pude ver como mi jaula se destruía, que el niño que agachaba la cabeza se iba corriendo y que el sujeto del pasado se quebraba. Ahora solo quiero ver a mi duquesa.

El vuelo me estaba dejando con los nervios, cada minuto parecía una eternidad hasta que llegaba, tuve que ir a comprarme un traje, con la corbata verde, claro que sí.
Un sombreo que cubría mi rostro, sería la cereza del pastel.

Puse un pie en el dichoso por fama restaurante " Elegancia " y lo mire detenidamente porque supe que este restaurante sería de mi duquesa.

Cuando salió, mi mundo se vino abajo, no había cambiado, su uniforme blanco no le quedaba nada mal, esos ojos verdes se veían vivaces y ese cabello tapado con un gorrito era un descubrimiento. Tuve tantas ganas de sacarla de ahí, llevarla a un lugar donde solo estemos los dos y hacerle cosas que... Mejor calma que no panda el cuníco.
Mi corazón saltaba de desesperación pero lo aguanté, me hice pasar por otra persona, me brindó su mirada cuchillo más de una vez. Lo odié, este tipo de mirada seguro que lo vio otro tipo, lo mataré.
Sus ojos se tornaron tristes por un segundo quise saber la causa, pero era mejor no saberla, era mi culpa que este así. No me puedo contener más, me acerqué a ella después de haberle pedido un platillo que ella hizo, después de ofrecerle sentarse a mi lado y claro después de escuchar que me extrañaba como yo lo hice.

Esos labios se volvieron tan tentadores como a la vez tan profundos...

— ¿Por qué no me miras? — preguntó después de salir del restaurante.

Por alguna razón mi duquesa estaba evitando cada una de mis miradas.

—No lo haré —soltó con un mohín— Me veo fea con los ojos hinchados.

Me está volviendo loco.

—Tú te ves hermosa en todo —hice que me mirara —Joder porque eres tan hermosa.

—Eso lo dices solo por decir— afirmo volviendo a evitar mi mirada.

— ¡¡MILAI GENSIN ES LA MUJER MAS HERMOSA!! ¡Pero esta mujer es mía!

— ¡Cállate! Hiroshi, todos nos están viendo —volvió a mirarme.

Si era una noche intensa era bastante obvio que había mucha gente, todos escucharon mi grito a todo pulmón, muchos sonrieron y otros aplaudieron...
Pero lo que más me gustó fue ver a mi duquesa toda sonrojada.

—Joder Milai deja de hacer eso —me tapé los ojos suspirando.

— ¡¿Pero que hice, si ahora mismo el que gritó fuiste tú?! — se quejó la condenada.

La levanté entre mis brazos arrebatando cada queja suya con incontables besos bajo la luna creciente de esa noche.

Lo que no me esperaba era volver a ver a mis suegros.

Una arma por delante como también un sartén estaban armados, dispuestos para una guerra de la cual no huiría ni lo enfrentaría. Como el primer día que supieron de nuestra relación, fue de la misma manera lo que tuve que enfrentar. Un trago más potente que esa vez con el arma en la mesa.

Otra noche llena de bebidas por parte de mi suegro.

El tiempo no pasó, se detuvo desde el día que me dijeron que era un hijo más de esta familia. Un hijo más.

La condena se dispuso a usar el pequeño short que esa vez usaba, no se libró de mi agarre, mis suegros se fueron a dormir y a mí pues me dieron permiso de entrar en la habitación de una buena niña.

—¿Estás segura?— pregunté de antemano.

No la forzaría a nada de lo que no quisiera y mucho menos quería que se arrepienta al día siguiente...

—Sí, lo estoy —se sentó en mi regazo —Estoy segura de estar contigo para siempre.

Y con ese permiso besé su hermoso cuello haciendo que de unos pequeños chillidos, sus labios dulces sollozaron al pedir que pare, cuando me adentre con unos delicados besos en su entrepierna. La amé de pies a cabeza porque ella hace que me sienta de la mejor manera posible. Su encanto es único, al estar unidos hizo que se mordiera los labios lo cual no le permití así que le dije que mordiera mi hombro si así lo quería.

La condenada se aprovechó, mordió mucho, tanto que sentí que ahora mismo estaba con un vampiro y no con la mujer que amo.

— ¿Te dolió? — preguntó abatida la condena.

—Tus pequeños dientes no pueden hacerme daño cariño— mentí con una sonrisa descarada.

Joder que a esta mujer no le gusta perder me mordió otra vez y ahí se fue mi cordura y todo el alcohol que antes había ingerido, porque tenía que castigar a una bella dama que mordía profundamente y la mejor manera de castigarle era haciendo que sufra y exija más con esos labios causante de casi dejarme sin hombro y cuello.

 Bien, volverla a ver fue satisfactorio, es como decir "Volví a casa señores".

Esta vez quiero que seas felizWhere stories live. Discover now