Maximiliano Fiore es el jefe de cirugía del equipo treinta y cinco de voluntarios de la asociación Save the Children. Todo el equipo está realizando su última ruta de cinco meses por las zonas rurales y aisladas de Sudáfrica antes de regresar a casa...
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Pretoria.
—¿Creí que este lugar sería más...? —una mueca de duda sobre qué adjetivo usar se plantó en mi cara al ver la enorme cantidad de gente que iba de un lado a otro, esto no era un lugar rural si no una urbe citadina muy bien localizada
—Es la capital administrativa de Sudáfrica, obviamente debe haber mucha gente ¿qué esperabas?¿un lugar lleno de vacas y mierda?...—Salome y Loraine cargaron una caja y otra más se la pasaron a Hanna y a mi—Siempre hay movimiento y aglomeraciones en este lugar...
—¿Entonces por qué estamos aquí?
—Apoyaremos un hospital local de mucha demanda y tiene urgencia de personar, además de algunas necesidades especiales...
En esta ocasión todos nos instalamos en un tipo de hostal o departamentos pequeños dividido en la sección de hombres y otra de mujeres, compartíamos cocina y sala de estar pero eso era lo de menos, por algunas semanas le diremos adiós a las carpas y disfrutaremos de techo plano sobre nuestras cabezas, obviamente el resto de actividades seguirán su rumbo, cada quien a su respectivo lugar y ocupaciones.
—Sara...cariño ¿dónde estás?
—Aquí...—me asome por detrás del enorme loquel para acomodar nuestras pertenencias—¿Ocupas algo Merry?
—Max te está buscando...
—¿Cómo que por qué?¿o para qué?—escupí de inmediato
—No lo dijo pero se veía apurado... —de reojo le di una mirada de pánico a las chicas, Hanna y Paola asistieron pero Salome y Loraine lucían desconfiadas.
Ni modos, Tal parece que debo hablar con Godzilla. Después de lo sucedido señor ampárame.
Merry me guio hasta la entrada de un enorme salón todo iluminado por unos candelabros, sillones de terciopelo rojo desgastado y muy rústica la decoración.
—Avanzamos hasta Germiston y de ahí la siguiente parada para reabastecimiento en Madadeni aproximadamente en unas cuatro semanas porque cruzar esos pueblo es ir a ciegas y sin lo necesario podríamos quedar varados para la próxima ida a... —su tono de voz era rígido y destacaba por sobre los otros tres hombres, ninguno notó que yo estaba ahí así que termine por carraspear para llamar su atención, logre captarla, tres pares me observaron con dudas y el cuarto con seriedad.
Genial. Godzilla está de malas. Pero yo no soy una adolescente con las hormonas a tope como para sentirme intimidada por su mal genio.
—¿Necesitabas verme?—me dirijo a él con la mayor calma, como respuesta el pelinegro enarca una ceja no se si por la sorpresa al tutearlo o por mostrarse más altivo y prepotente
—Terminaremos después...—cortó la conversación con los sujetos, dio media vuelta y avanzó en mi dirección, al llegar al frente me observó con fuerza y molestia—Sígame doctora Van der Wal...
