CAPÍTULO CUATRO

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(Julio) 4 meses después del divorcio

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(Julio) 4 meses después del divorcio. Aeropuerto Internacional de la Ciudad del Cabo, Sudáfrica.

Esto era una gigantesca locura, ya es tarde para arrepentimientos Sahara, definitivamente ya no estoy en Washington ni nada parecido a tierras americanas.

 Arrastré mi maleta por el piso de azulejos hasta la salida y me colgué el enorme morral sobre mis hombros, no vuelvas hacerle caso a Bryan, cuando pase por aduanas me demoré más de cincuenta minutos hasta verificar todas las chunches que traigo y luego firmar los documentos por mi estancia temporal al voluntariado médico de emergencia. Fue una tortura.

Las puertas de salida se abrieron y la brisa me arropo como un cálido abrazo, nada comparado a los veranos torrentosos que se ven en América, en lugar de veranos siguen pareciéndose a un rezago del duro invierno. Voltee por todos lados hasta que localice a la persona parada en una esquina del otro lado de la acera sosteniendo entre su manos un cartelito pequeño con el logo de la fundación, eso llamó mi atención y ese debe ser mi transporte, me quite las gafas de sol y el sujeto que ya de cerca lucía imponente agacho la cabeza.

—¿Te ayudo?—pregunto en ingles pero con un acento que no supe descifrar

—Soy Sahara Van der Wal, neurocirujana...—me presente pero pareció no entender y me observó con un gesto muy extraño, en ese instante una mujer bajita de pelo negro con la puntas de rosa fluorescente bajo de la camioneta

Vaya bienvenida.

—A un lado Gordon, yo me encargo...—lo aparto de un manotazo y me observó de pies a cabeza asintió sacando su teléfono de uno de sus bolsillos—Si eres tú...—guardo el teléfono—Sube...—el sujeto de tamaño paranormal tomo mis equipaje y las acomodó en la parte trasera de la van—Ten lo necesitarás...—la mujer me entregó un tarro pequeño al abrirlo contenía una mezcla viscosa de color café, apestaba a mierda de vaca, por respeto y precaución lo guarde en uno de mis bolsillos.

Que esperabas cómo bienvenida Sara. Algo más folclórico dudo que haya.

Al parecer yo era la única pasajera a la que esperaban porque enseguida el mutante encendió la camioneta para iniciar nuestro recorrido por las calles de la ciudad del Cabo, por donde miraras estaba atestado de gente, animales acarreando gente, comercios ambulantes, cientos de turistas circulando por las calles como mochileros, Google no tiene ni una remota idea de lo que es estar aquí, por todos lados solo había multitudes.

Salimos de la zona bulliciosa hasta un páramo más alejado de la ciudad pero cercano a la costa, las olas golpeaban en la orilla y tras subir un par de riscos llegamos frente a una enorme casona de madera y tejas de colores, los portones se abrieron, era un mini paraíso, había muchas personas, los niños jugaban y todo era muy colorido.

—Ya llegamos...—tanto la mujer como el hombre bajaron y no me quedó más remedio que seguirlos, subimos las escalinatas de la entrada cruzando un recibidor en tonos pasteles y lleno de plantas—Kyle está en el vivero, dejaremos tus cosas en los dormitorios...—la mujer bajita que me había parecido tosca me regaló una pequeña sonrisa y señaló al fondo del pasillo la salida a hacia un domo de cristal.

DE VIAJE A SUDÁFRICA (COMPLETA)Where stories live. Discover now