Capítulo 16 🌟

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Moira mentiría si dijera que no le preocupaba lo que pudiera pasarle a su compañero de aventuras. A pesar de que sabía de sobra que Peter Pan había librado tantas peleas en múltiples e inolvidables ocasiones; un nuevo sentimiento en el corazón de Moira le hizo dudar. La chiquilla comenzó a sentir escalofríos y su tersa piel se le enchinó al percatarse de que cada vez estaba más lejos de donde Peter Pan se encontraba. Cada vez más lejos de poder ayudarlo si algo le pasaba.

Avanzó en cuclillas evitando a toda costa que la madera crujiera bajo sus pies , y se obligó a no mirar hacia atrás para no distraerse con cualquier tontería. Y así, poder llegar al bote tal y como se lo había  indicado el mayor.

Sus rodillas comenzaron a temblar cuando por fin estuvo a unos pasos de este. Tan solo bastaba un pequeño salto y ya estaría dentro de él.

Un pedazo de madera crujió cuando la menor recargó una de sus manos sobre el bote provocando que de su garganta saliera un gritillo lleno de pánico. Moira se tapó la boca con sus dos manos de manera inmediata, sin embargo cuando esta se percató de que había cometido un  gravísimo error, ya era demasiado tarde. Una luz amarillenta alumbró su rostro delatándola. Era el reflejo de la lámpara que sostenía el capitán.

Rápidamente la muchacha empujó el bote y trató de llevarlo con todas sus fuerzas y de una vez por todas a mar abierto, hasta que escuchó un fuerte sonido a sus espaldas que la obligó a esconderse detrás del mismo.

¿Aquello... había sido un disparo?

Aguantó la respiración sintiendo cómo su estómago se revolvía mientras se abrazaba a sí misma con fuerza, intentando no pensar en el que  hubiera ocurrido si aquel disparo en realidad le hubiera dado. Como si ella hubiera sido el blanco perfecto que había escogido el Capitán Garfio.

"Salta y rema" pensó "Rema y llega a tierra"

Pero no podía hacerlo, no podía dejarlo ahí. No podía abandonar a Peter Pan.

Peter Pan, a su vez, observaba toda la escena a escondidas, detrás de unas cajas de madera empolvadas que contenían pólvora.

¿Por qué la chica aún no se movía?

Uno de los piratas, armado, caminó hacia donde el bote con mucha iniciativa. El muchacho contuvo las ganas de gritar el nombre de Moira cuando escuchó el primer disparo, pero , si Moira no se movía de ahí y escapaba, la historia podía resultar ser mucho peor de lo que imaginaba.

Mucho mucho peor.

El pirata se encontraba a tan solo escasos centímetros del bote a punto de descubrir a la niña que intentaba escapar del navío. Fue entonces cuando,  sin pensarlo mucho, el chico decidió que ya era hora de anunciar su presencia.

—¡Hey!—Gritó a todo pulmón. El marinero no tardó en reconocer aquella voz.—¿Buscabas algo?

—¡Capitán!—Gritó el pirata sorprendido sin perder más tiempo, mientras amenazaba al chico con la pistola.—¡Está aquí! ¡Peter Pan está aquí!—Disparó, pero Peter Pan voló de manera casi instantánea logrando esquivar aquella bala de manera victoriosa. Las luces de todo el barco pirata se encendieron ante el llamado desesperado del marinero; y ese fue el momento perfecto para que la castaña lograra empujar el bote al mar abierto; saltar dentro de este y comenzar a remar.

Toda la tripulación del Jolly Roger salió a cubierta y, mezclado entre ellos; se hizo presente por fin la silueta de la persona que Moira Darling no deseaba volver a ver en toda su vida, pero que sin dudas alguna era imposible ignorar su protagonismo en este lugar.

James Garfio se apoyó sobre el marco de su camarote para después mirar con fascinación al indeseable visitante que los piratas ya tenían acorralado.

"Pide ayuda, ve con los niños perdidos y pide ayuda"

La menor tomó los remos del bote con desesperación y comenzó a navegar. Necesitaba actuar de prisa. Llamar a Campanilla y a los niños perdidos para así, poder ayudar a Peter Pan a que él pudiera escapar. Para que así, pudieran salvarlo.


—¡Campanilla! ¡Niños perdidos!—Moira gritó con todas sus fuerzas mientras corría a toda velocidad en dirección a la casa del árbol.—¡Campanilla! ¡Niños perdidos!

¿Por qué nadie contestaba?

Moira comenzó a entrar en pánico.

—¡Niños perdidos!—Gritó una vez mas, pero al parecer, nadie se encontraba en casa.—¡Camp...

El grito de Moira cesó cuando sus ojos se tomaron con una figura femenina sentada sobre la cama de Peter Pan.

—Tú...—Se acercó con cautela, pues no reconocía de quién se trataba.

—¿Moira?—La mujer giró asombrada.

—¿Campanilla?—Moira abrió los ojos con exageración de manera inconsciente al darse cuenta que aquella mujer atractiva era la tal vez ya no tan pequeña hadilla. Y, a pesar de que era preciosa, tampoco pudo evitar notar que la pobre mujer tenía un aspecto fatal.

—¿Dónde esta Peter? ¿Se encuentra bien? ¿Cómo lograste escapar del barco?—Preguntó el hada de manera atropellada y nerviosa.

—¿Sabías que yo estaba en el barco?—Moira preguntó, sin entender lo que estaba ocurriendo.  Campanilla abrió su boca para decir algo al respecto pero en vez de continuar la conversación, solo agachó la cabeza con tristeza.—¿Qué te ha sucedido? ¿Dónde están los niños perdidos?

—Cometí un grave error, Moira.—El hada se tapó la cara con sus delicadas manos para después partirse en lágrimas. Moira pudo sentir cómo se le encogía el corazón al verla llorar de tal desconsolada manera.–Los he enviado a buscarte, a los niós perdidos, les dije que estabas en el campamento indio. Yo...—Tomó aire.—Yo solo quería tener un poco de espacio a solas para poder llorar.—Moira suspiró.

La idea de tener que ser amable con el hada que le había mostrado poca tolerancia y afecto durante todo aquel viaje no le agradaba en lo absoluto, y, por si fuera poco, ¡Ahora Campanilla hablaba! ¡Podía entender todo lo que ella decía!

No obstante, Moira no hacer caso omiso a aquel sufrimiento con el que la hadilla estaba lidiando. Ese anhelo de tener un espacio para poder quebrarse con libertad, ese espacio que ella también había necesitado en varias ocasiones cuando su bisabuela recaía en la gravedad de su enfermedad.

Lo entendía. Claro que lo entendía.

—Todos cometemos errores.—Susurró la castaña intentando consolar a la mujer.—Te necesitamos, es decir, ¡Peter te necesita!—Gritó la chica al recordar la razón inicial por la cual siquiera se encontraba ahí.

—¿Qué?—El hada secó rápidamente sus lágrimas al escuchar aquella afirmación tan desesperada.

—Él está en peligro y solo tu puedes ayudarlo...

—¿En peligro?—El hada repitió para después abrir sus ojos de manera exagerada al entender el contexto de la situación.—¡Los piratas!—Recordó ahogando un grito.

—Necesita tu ayuda.—Moira re-afirmó con la cabeza.

—No puedo.—Negó el hada.—Mírame, ya no puedo hacer nada. Ahora soy como tú y como él. Soy tan torpe en este cuerpo gigante... Ya lo he comprobado.—En los ojos de Campanilla se podía notar la creciente preocupación y las ganas de querer seguir rompiéndose en lágrimas. Campanilla parecía sufrir el doble de lo que alguna vez Moira había sufrido en Londres.

—Creo que hay una manera de lograrlo, de volver a tu tamaño.—La menor pensó.—Pero no sé si funcione.

Tiene que, pensó Moira. De cualquier manera, ¿Qué magia podía ser más poderosa que aquella en la que su mente estaba pensando?

—¡Cómo!—El hada exigió conocer la respuesta.—Oh Moira, ¡Dímelo, por favor! Y te estaré eternamente agradecida.—Suplicó tomando la mano de la menor.

Moira sonrió negando enternecida.

—Es fácil, solo necesitamos polvo de hada.

¿Y qué ocurrió con Peter Pan? (EN EDICIÓN)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant