Ahora somos tú y yo

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No tengo entendido a dónde nos vamos, pero creo que ambos sabemos que no tenemos mucho tiempo, y pronto tendremos que dejar este lugar.

Akame y Zuko se alistaron sin una fecha clara de salida. Guardaron las cosas de valor bajo llave, empacaron los suministros, ropa y dinero. Cerrando con seguro la gran casa de bardas grandes.

Antes de irse Akame quería despedirse de la Sra Su. Le dejo algunos regalos y se despidió de Fei, Yao y el pequeño Yu.

- Saber que no veré a la Sra Su me entristece un poco - Akame tomo la mano de Zuko - Pero estaré bien.

Zuko la miro nervioso, con gran inquietud apretó su mano y beso los labios de Akame - No sé si te arrepentirás de esto, de seguirme o de lo nuestro, pero yo no me arrepiento de haberte conocido - Susurró al oído de Akame.

Akame entrelazó sus dedos y acaricio el rostro de Zuko, él se apoyo en su mano recibiendo con gusto las caricias.

- Ya te había dicho que yo no me arrepiento de nada, incluso si lo nuestro se vuelve pasajero solo quiero quedarme a tu lado. Estar contigo es una de las cosas más bonitas que me a pasado y no planeo dejarte.

Ambos se sumieron en un abrazo cálido, en silencio se sumergieron en las respiraciones del otro, sin decir ninguna palabra parecía que se decían todo, y así estuvieron un buen rato debajo de un árbol de sombra. Solo hasta que el sol se puso en lo mas alto fue que comenzaron su viaje.

Vagaron.

Con gran ánimo recorrían las planicies verdes. Después de caminar un buen rato Akame se canso y se subió al caballo- avestruz para no tener que dejar de avanzar.

Zuko miro a Akame mientras ella miraba el horizonte. Sus ojos esmeralda parecían brillar con la luz que se reflejaba en el suelo, aún debajo del sombrero que llevaba tela para cubrir su rostro, podía notar el brillo de sus ojos que tanto le gustaba junto con la silueta de su cara algo pálida ¿Cuánto le gustaba está mujer? No, no creo que la palabra gustar enfrasque bien los sentimientos que él tiene.

Akame sintió la mirada de zuko y lo miro de vuelta, sonrió con gracia.

- ¿Por qué me miras así? ¿Te gustó o qué? - Lanzo un beso en forma de burla para después reírse a carcajadas.

- No - Ella miro a Zuko por la seriedad de sus palabras - No me gustas. Yo estoy enamorado.

Los dos se miraron en silencio por unos segundos, Akame sonrió enormemente.

- ¿Cómo puedes decir cosas tan lindas tan de repente - Akame sonreía tontamente mientras tocaba su rostro caliente y rojizo. Miro de reojo a Zuko, Apesar de llevar sombrero y tapar su mirada, podía ver claramente su lateral un poco sonrojado - Zuko, ven, acercate un momento.

Cuando el estuvo más cerca de ella, Akame le dio un tirón a su ropa y le plantó un cálido beso.

- Yo también estoy enamorada - Un segundo beso calló y rápidamente ella se separó, acomodando se sobre el caballo-avestruz - Siento que si te sigo besando me voy a caer.

Los dos siguieron con su camino y al pronto rato se encontraron con unas líneas continuas que estaban sobre la tierra. Antes de que Akame pudiera preguntar algo, Zuko se sentó frente a ella.

- Agárrate fuerte - Empezó a ir más rápido siguiendo a las líneas sobre la tierra.

- Zuko ¿qué es eso? - Sus brazos se colocaron alrededor de la cintura de Zuko.

- Esas líneas solo pueden haber sido hechas por una máquina, máquina de la Nación del Fuego.

- ¿No es raro que solo sea una? - Zuko se quedó en silencio un momento.

Pararon y el bajo del caballo-avestruz. Se agachó recogiendo un mechón blanco de pelo. Después de la muerte del Almirante Zaoh ningún otro integrante de la Nación del Fuego estaba interesado en el Avatar además de él.

Volvieron a cabalgar. Akame casi no hizo preguntas. Veía a Zuko muy concentrado, muy decidido.

Cuando empezó a anochecer, Akame se preguntaba si iban a acampar o a seguir, le terminó preguntando unas horas después de entrada la noche.

- Las líneas son recientes, si acampamos no podremos seguirles el paso - Akame suspiro.

- Hace mucho que no me desvelo - Zuko se sintió algo culpable.

- Lo siento.

- No tienes por qué disculparte, te estoy acompañando, realmente no tienes que acoplarte a mi - Apretó un poco a Zuko - Aún así soy feliz.

Después de unas horas más cabalgando, Akame sentía que se caía del sueño, el cansancio acumulado hace que le dé mucho sueño. Entonces tuvo una idea. Akame saco de su bolsillo una cuerda sedosa, y se empezó a amarrar a la espalda de Zuko.

- ¿Qué estás haciendo?

- Me amarró a tu espalda. Si me da sueño me puedo dormir encima de ti - Para Akame le parecía una buena idea, pero para Zuko era algo peligroso.

- No creo que sea buena idea.

Akame hizo un puchero y termino cediendo. Desatando la cuerda. Abrazo a Zuko y restregó su cara en su espalda.

- ¿Qué pasa?

Akame dudo en decir algo, y al final dijo que no pasaba nada. Siguieron su camino.

La chica del campo (Zuko)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt