Capítulo XX "Disforia"

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Helena se vio en el espejo una vez más esa mañana, su rostro se veía más duro, sus brazos mas toscos y ni hablar de lo extraño que se estaban tornando sus senos por lo apretado de las vendas. Con cada día que pasaba su mitad femenina parecía esfumarse con crueldad de su ser y de alguna forma aquello la desesperaba.

Ya medio año había pasado desde que se volvió escudero, casi dos años desde que viajó al pasado y se vio obligada a disfrazarse de Elijah para poder sobrevivir, todo lo que había vivido le parecía irreal, aún dudaba de la veracidad de todo aquello, había días que podía jurar que esto era solo producto de su mente, que aun se encontraba en la cama del hostal en un profundo sueño, esperando ser despertada por la amable casera o alguno de sus compañeros.

Donde nunca tuvo que fingir ser un hombre, donde solo era ella y ya.

Pero esa mañana en particular todo le fue demasiado difícil de afrontar. El tiempo le golpeó fuerte cuando calló en cuenta la temporada tan movida en la que se encontraba, pues no era para menos los hechos que estaban prontos a ocurrir.

Por todo el reino resonaba el choque de espadas y escudos escuchándose en toda Jerusalén, al igual que los cantos, festejos y bailes, las calles estaban cubiertas de adornos vibrantes, banderines de esquina a esquina y griteríos de cada uno de sus habitantes, fueran judíos, musulmanes o cristianos.

¿El motivo? El cumpleaños de su rey estaba cerca.

El rey, Baldwin IV de Jerusalén había, frente a todo pronóstico, logrado ganarle a la lepra un año más, cumpliendo inesperadamente los veinte años. Se rumoreaba en la corte y las calles que aquella bendición estaba acompañada de una repentina mejora en su ya deteriorada salud. ¿Milagro o solo un segundo aire antes de su muerte? No lo podían saber.

Y ella tampoco o más bien no podía estar segura.

Era una mujer de ciencia más que de fe, frente a sus más grandes contradicciones morales se decidió ha administrar el medicamento contra la lepra a Baldwin sin que él supiera, no podía ni quería enfrentar un escenario similar al que tubo con su adorado amigo lazarino, siendo ella su hombre de confianza pasaba gran parte del día con el, ayudándole y siendo su principal compañía, no fue una tarea difícil pero, la mejoría de sus heridas no apaciguaba el malestar que la lepra dejó con el pasar de los años y desgraciadamente esos días habían sido de terror.

Sobretodo con el incidente de hace unos días atrás...

Golpeó el espejo con frustración, molesta de lo que veía y lo que su mente le mostraba, no era bueno pensar en eso, tampoco seguir torturándose con la deformidad de su cuerpo.

Nunca dejaría de ser Elijah, no al menos si Quiteria seguir con vida y al lado de su rey.

Su rey. ¿Como debía comenzar a comprender la delicada relación que tenían?

Ella estaba para él, siempre, para lo que quisiera o deseara. Todo. Sin excepción.

Pero desde aquel primer "acercamiento" real Baldwin no era exactamente el mismo. Habían días en los que simplemente eran amigos, como cuando se conocieron, jugando y riendo, otros en los que su rey caiga en deseos más "bajos" como el mismo explicaba y otros en los que apenas podía mirarle sin demostrar pesar en sus intensos ojos, como si le viera con lastima y arrepentimiento.

Nunca dejo de demostrarle aprecio pero aquello era algo confuso para ella.

Nunca habían llegado a algo más allá que besos y ella misma complaciendo a su Rey, era claro que para él sería demasiado y para ella imposible, pero, aveces dudaba si es que él la tocaría de la misma forma si a la que viera fuera Helena y no ha Elijah.

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