Que excusa más estúpida.

-Fíjate que mi marido no es el encargado de concretar ningún negocio con respecto a mi fundación. Yo estoy a cargo y no necesitamos caridad de nadie.

-Creí que él también era el dueño.

-Creíste mal.

-Me dejas comentarle algunas otras propuestas de inversión que creo que le pueden interesar.

Me importa una mierda lo que quiera hablar con él, sus intenciones de coquetear las nota hasta un miope.

-Aléjate de mi marido porque yo mato, querida.

Abre la boca sin saber que decir.

-¿Me estás amenazando?

-Eso hago.

-¿Amenazas mi vida?

-La muerte sería una salida fácil para los que intentar acercarse a algo que es mío, yo te condenare a un infierno mucho más grande, del cual no podrás escapar.

-No le estaba coqueteando a tu marido.-se hace la ofendida queriéndome hacerme quedar frente a él como la loca.

Él ya sabe que no estoy cuerda.

-No.-me rio en su cara.-Él ni siquiera te permitiría eso, pero prefiero aplastar a los bichos que revolotean a su alrededor.

-Me estas ofendiendo.

-Lárgate y por favor cambia ese perfume barato.-me toco la nariz con asco.

Los ojos se le quieren salir de las cuencas por lo asombrada que esta como mis palabras.

-Eres una mujer sin clase.-me dice.

-Zorra barata.-rujo cerca de su rostro.

La dejo sin saber que decir.

Tomo del brazo al idiota de Máximo que esta de lo más divertido, llevándolo hasta la otra esquina de la barra.

-¿Celosa?

-Imbécil, porque dejas que se te acerquen, debes mandarlas a la mierda.

-Estaba a punto de hacer eso pero te me adelantaste.

-Te tardaste mucho, idiota.-susurro para no hacer un escándalo.

-Deja el show.-se burla.

-Malditas zorras.-la sangre esta que me burbujea.

No soporto que se le acerquen.

Con su brazo me acerca a él.

-Te ves malditamente follable cuando estas echando fuego.

-¿Así como esa regalada?

-Ni siquiera la mire.

-¿Qué dedo me chupo?-sé que no la miro.

-Este.-roza su bulto con mi pierna desnuda.

-¡Ponte serio!

-¿Chupas o te acobardas?-me reta.

Yo no pierdo y mucho menos me acobardo y este imbécil lo sabe muy bien.

-Chupo.-me relamo los labios con la sola idea de tenerlo en mi boca.

-Muero por lamerte ese coño bravo.-susurra en mi oído haciéndome cerrar los ojos.

En un arrebato me saca del lugar y me mete en el Bugatti para marcharnos a casa.

Acostumbrarme a sus arranques nunca me ha costado, le sigo el ritmo con facilidad así como él se acopla al mío sin pesar, y abandonar eventos como este solo para complacernos es muy habitual en nosotros.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora