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Ninguno de los dos volvió a decir más, Canadá no podía evitar sentirse incómodo por la falta de charla, incluso sabiendo que así era la personalidad del chileno y era normal que no hablara.
Sin embargo, después de un tiempo... pudo apreciar lo que tenía frente a él, el silencio puro con ese aire fresquito cosquilleandole la piel y acariciándole la garganta, el verde predominante no daba ni una pista de presencia humana y todo se sentía tan... íntimo entre él y la naturaleza, como si ese fuera su hogar... finalmente estaba en su lugar feliz en la vida real, después de años paseándose miedoso por la linde.

- No hay problema si sonrei' ¿Sabi'? - Chile le habló de manera completamente repentina

Se giró a verlo algo sorprendido, sin entender muy bien sus palabras, Chile también lo miró.

- Cuando Perú desapareció, nosotros también creímos que no teníamos derecho a volver a sonreír - Relató mientras volvía a mirar a esos retazos de cielo que se colaban por entre las ramas de los árboles - Pensabamos que solo podíamos pensar en él y sufrir, que si reíamos estámabos siendo insensibles... - Sus ojos se oscurecieron al fijarse en el suelo una vez más, su tono cambiando a un apenas murmullo - Pero si nos inundan nuestras propias lágrimas, y nos ahogamos en nuestra propia miseria, entonces perdemos la capacidad de seguir nadando y avanzar... podi' sonreir, Canadá, disfruta este momento, nadie va a juzgarte, todos sabemos que te afecta la desaparición de Arge - Le miró a los ojos por última vez, estos ligeramente más abiertos y mucho más expresivos de lo que jamás había visto

Chile le estaba mostrando su lado más humano y vulnerable.

El canadiense no supo cómo responder, sus ojos picaron con lágrimas mientras se tapaba la boca, como tratando de controlar no sollozar frente suyo. A pesar de su vergüenza y miedo a como el ninfo reaccioaría, este tan solo lo siguió mirando con simpatía.
Y volvió sus ojos al bosque, su interior no podía decidirse entre llorar o sonreír por las palabras que tan fuertemente le habían golpeado.

...

Pero luego los distrajo algo, una pequeña mariposa volando entre ellos dos hasta posarse delicadamente sobre el rostro del dormido México... el tricolor se despertó de un salto en menos de un segundo, rápidamente corriendo hasta quedar frente a los otros dos y manteniendo una posición agresiva, esturando sus alas como protegiendo a Canadá y Chile.
Su cuerpo estaba tenso e inmóvil, fijándo sus ojos filosos en un punto perdido entre la flora, de vez en cuando cerrando los puños ansioso, seguro de una amenaza inminente.

Para sorpresa de Canadá, de entre los arbustos asomaron ni más ni menos que sus hermanos.

México gruñó con disgusto, pero Chile lo tomó por el hombro en caso de que se le ocurriera hacer alguna locura, aunque vio en su ceño fruncido que tampoco estaba muy feliz por la presencia de esos dos.

- ¿Y estos qué? - Soltó el mexicano con rechazo

- Can, te estábamos buscando - Australia habló con cuidado y en español, probablemente para que los ninfos no sospecharan o se sintieran inseguros al no entender lo que estaban hablando

- ¿Y mis lobos? - Cuestionó México, cruzándose de brazos

- No nos atacaron - USA respondió inocentemente encogiéndose de hombros

- ... - México abrió los ojos con sorpresa para después resoplar frustrado y pasar sus dedos por el puente de su nariz - Ay, esos pendejos... - Murmuró

El australiano se acercó a su hermano.

- Queríamos ayudar con la busqueda, no nos avisaste que estarías aquí, creímos que habías encontrado algo - Le confesó, preocupado

Los ninfos (CanArg)Where stories live. Discover now