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Despertó con pequeños parpadeos incómodos por el sol que caía directo en sus ojos.
En un bostezo se estiró, tratando de aliviar el dolor de sus contracturados musculos después de pasar toda la noche durmiendo en el suelo de piedra.

Miró a su alrededor, sintiéndose desorientado por unos largos segundos adormilados... no entendía la dureza del suelo o el frío de la piedra que tocaba, mucho menos el porqué estaba en esa cueva, lo suficientemente cerca de la entrada como para encontrarse esa cantidad de vegetación bañada en rocío.
En lugar de los gritos de sus hermanos aturdiendo el aire, el único sonido que sus oídos lograban captar era el del viento contra las hojas de las copas de los árboles, que de vez en cuando se caían con sus tonos anaranjados comunicando el inicio del otoño, y el de algunas aves mañaneras cantando felices la salida del sol.

Luego recordó: Canadá estaba allí porque allí había dormido la noche anterior, acompañando a los ninfos hasta su hogar en el bosque y manteniéndoles compañía para seguir en ese mismo lugar su investigación.

Era extraño, definitivamente nunca se había internado tanto en el bosque, el único de sus hermanos que se había animado era Australia... el resto de ellos estaban muy asustados por las historias de lobos feroces y ositos no-muy-cariñositos.
Pero definitivamente era una linda experiencia, dentro daba mucho menos miedo del que esperaba... aunque definitivamente cuando llegó la noche y no estaba ni la luz de la luna para hacer iluminación por culpa de la sombra de los árboles... no podía negar que estuvo temblando por un tiempo.
Pero la floresta era majestuosa, de pies a cabeza llena de árboles tan altos cuyas ramas parecían querer tocar el sol, animales que nunca esperó ver y un silencio imponente que no se atrevía a romper.

Se levantó lentamente, aprovechando la belleza del momento y dejándose no sufrir por un momento... en parte le hacía sentirse culpable, como si estuviera obligado a pensar en el argentino constantemente y si no era lo único en su mente entonces estaba haciendo algo mal...

Caminó un poco más al centro de la cueva, distinguiendo las siluetas bajo las sombras de sus dos compañeros.
Al estar más cerca los pudo ver mejor, los dos ninfos dormían abrazados, acurrucaditos aprovechando el calor contrario mientras respiraban profundamente tranquilos, México también tenía apretado contra su pecho el peluche que le había regalado antes, aparentemente le había gustado.
Saber que los ninfos dormían de esa manera tan cercana le enternecía.

Se pegó un susto más grande del que se atrevía a admitir cuando Chile abrió los ojos de manera repentina, mirandolo directamente.
El chileno se dio unos momentos antes de escaparse con tanta suavidad como pudo de los brazos mexicanos, acomodando el peluche contra él para que México pudiera acurrucarse contra este y soltarlo por completo.

Así, aprovechando que México volvía a hacerce bolita contra su peluche cariñosamente, Chile se enderezó, sacudió y miró a Canadá con neutralidad.

- Buen día - Soltó en voz baja y asintiendo como saludo

- Hi - Respondió Canadá sonriente

El sureño le indicó con señas que se alejaran para no molestar el sueño del mexicano.

El canadiense se apoyó contra la piedra en la entrada, nuevamente observando como el bosque se despertaba de manera lenta.

- ¿Qué tal dormiste? - Canadá le preguntó al ninfo que se paraba a poca distancia

- Bien ¿Tú - Respondió este otro con poco interés

- Eh... no acostumbro a dormir sobre piedra - Rió el otro - Pero bien -

- Bacán -

Los ninfos (CanArg)Where stories live. Discover now