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- ¿Alguna vez te llegaron mis mensajes? -

Perú se sobresaltó con la voz de su compañero.
Desde hacia unas horas, cuando los habían vuelto a encerrar en sus jaulas y dejado en la oscuridad artificial que tan nerviosos los ponía... Argentina se había mantenido en silencio, cosa extraña para él, después de tantos años sin verse y conociendo bien al argentino, nunca se callaba, le encantaba hablar hasta por los codos y en sus vidas hubo más de una noche interrumpida por las charlas del ninfo de agua... pero esas horas no había soltado ni una palabra, ni siquiera cuando Perú trató de preguntarle qué le habían hecho.

Todavía se estremecía con el recuerdo de hacía unos momentos antes de que los encerraran: Él justo había salido de sus experimentaciones cuando Reino Unido llegó arrastrando a Argentina del brazo, el ninfo estaba empapado de pies a cabeza y temblando con terror, hasta el punto en el que no podía diferenciar sus lágrimas del agua que chorreaba. Cuando corrió a abrazarlo y calmarlo pudo descubrir su respiración afectada y, sin importar qué dijera, la mirada del argentino seguía temblando paniqueada al rededor de algún punto invisible.

No puso evitar mover la cola en una mezcla entre emoción y ansiedad, ya que finalmente su amigo volvía a hablar, pero a la vez estaba aterrado de enterarse de lo que realmente había pasado.

- ¿Mensajes? - Repitió confundido, sin entender en qué momento Argentina había tratado de comunicarse con él

Aunque no pudiera verlo, pudo sentir el aire melancólico que rodeó a su compañero segundos después de responderle ¿Había dicho algo malo?
No estaba seguro, pero de cualquier manera se sentía culpable, años había pasado en su soledad silenciosa, maltratado y rodeado de violencia y odio... así que cuando volvió a ver a uno de sus hermanos se prometió que haría de esa experiencia lo más soportable posible... no quería verlo sufrir, mucho menos llorar, el timple hecho de que estuviera triste le revolvía el estómago, lo defendería, lo abrazaría en la oscuridad e incluso daría su propia vida si era necesario.
Pero odiaba sentir la tristeza de Argentina calar en su piel de esa manera.

- De vez en cuando trataba de hablarle al viento para que te diera a vos el mensaje... así podías saber cómo estaban las cosas en el bosque - Murmuró el bicolor blanco y celeste, sonando decaído

Perú bajó las orejas con el creciente dolor en su pecho.

- ¿Tratabas de hablarme? - Dijo con voz ahogada, extrañamente conmovido - No, no me enteré... el viento no llega aquí por alguna razón, no lo entiendo... es como si no tuvieran puertas ni ventanas - Soltó con nostalgia mirando hacia fuera de su encierro

Recordaba los primeros días que llegó, normalmente en el bosque tenía al viento constantemente hablándole con golpes a su piel, o si no al menos una leve brisilla susurrandole dulzuras por medio de caricias... le tomó un rato acostumbrarse al silencio de ese lugar, sin vientos ni brisas.
Extrañaba ese sentimiento, se había amigado con las ráfagas de su día a día y ahora deseaba volver a hablarles a cada segundo... nunca se sintió solo hasta que lo quitaron del bosque.

- Mal ahí... es una pena - Susurró el argentino sombrío

- Sí, hubiera estado bien, me sentiría más como en casa... - Confesó el peruano, apoyándose en la pared - ... Ey Arge -

El chico respondió con un simple <<¡Hm?>> al llamado del bicolor blanco y rojo.

- ... ¿Qué te hicieron? ¿Por qué estás tan callado? - Cuestionó con un picor de nerviosismo en el estómago

- ... ¿Sabías que tienen un simulador de lluvia? - Fue la respuesta de Argentina

Suficiente para hacer a Perú estremecerse por el pensamiento, sabiendo bien el sufrimiento que causaba aquello en el argentino. Odiaba no poder defenderlo encerrado entre esas paredes.

Los ninfos (CanArg)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ