18.

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— Disculpa eso.

Julian volteó a ver a Alba apenas Valentina había salido del lugar. Quería asegurarse que ella estuviera bien, lo cual era su única preocupación y la razón de que volviera al hotel después de escuchar a las familias de sus compañeros de selección mencionar la situación.

— Está bien. — Susurró.

Su cabeza daba vueltas, pensaba vagamente en la razón de que esa chica estuviera allí después de haberle hecho lo que le hizo a una de las personas más buenas que conocía y no podía entender bien como algo así pasaba por la cabeza de alguien con, por lo menos, dos dedos de frente.

Tampoco entendía la necesidad de la rubia de inventar algo así sobre ella, que no la conocía, y su propio ex al que intentaba reconquistar raramente.

Porque a pesar de que, si, la situación con el cordobés comenzaba a confundirla. No se pensaba a ella misma como una mínima amenaza para alguien que intentara llamar la atención del jugador y eso la confundía aún más de solo imaginarlo si, quizá, todos sabían algo que ella aún no lograba descifrar.

— ¿Segura?

La mano de Julian acariciando su mejilla la hizo salir de sus pensamientos, enfocando la vista en el jugador asintió rápidamente percibiendo su cercanía. Entrelazó su mano por sobre la mano del jugador y disimuladamente mediante caricias la separó de ella, bajo la vista de la familia Alvarez.

Frunciendo sus cejas el jugador captó la indirecta de la pelirroja y procedió a alejarse de ella, miró a su familia y se acercó a abrazar a su madre que la miraba decepcionada por lo que acababa de enterarse sobre una de sus novias más queridas. Le dijo que no era su intención que lo supiera y mucho menos de aquella forma pero que le había molestado lo que Valentina había inventado de Alba. También se vió en la necesidad de aclarar que no había pasado nada de lo que la rubia mencionó, a pesar que su familia ni siquiera lo había creído.

Ya más tranquilos, finalmente cada grupo tomó rumbo hacia sus respectivos viajes para volver a casa. No permitían que ese momento opacara la fiesta que seguían viviendo y aún les esperaba una gran llegada al país.

...

— Ni empedo. — Respondió firme.

— Hija, no podes estar ignorandolo desde que llegaron. Es campeón de América pero tiene sentimientos.

— Te juro que mi cabeza da vueltas. — Suspiró. — Es todo muy raro cada vez que estamos juntos.

— Tampoco lo vas a poder aclarar hasta que lo veas.

Alba llevaba aproximadamente media hora en llamada con su padre. Pasaron varios días desde el regreso a Argentina de los campeones y sus respectivas familias y entre los festejos, bienvenidas y demás. Ella y el jugador no habían logrado verse de nuevo, ni mucho menos hablar después de que la pelirroja se empeñara en ignorar sutilmente cada mensaje de Julian.

Sería mentira decir que no moría por contestarle y que la duda la invadía ferozmente. Pero un miedo voraz se encargó de instalarse en su cabeza desde que pisó el país y volvió a su departamento que aún narraba todas aquellas palabras que su ex novio le había dicho.

— Me da miedo. — Soltó.

— ¿Miedo de qué?

— No sé, mira si me conoce mejor y no soy lo que esperaba. O se da cuenta que tiene mejores opciones o coincide con Mauricio en que-

— Ningún ser humano decente puede coincidir con ese muchacho. — La interrumpió. — Y, aunque no creo, pasa todo eso. Se lo perderá él.

— Vos porque sos vos.

Llegaste a mi | Julián ÁlvarezWhere stories live. Discover now