09.

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— Creo que se me bajó la presión. — Dijo respirando agitada. — No. No. Me siento mal.

— Alba. — Rió. — Ni siquiera arrancaste el auto.

No habían pasado media hora desde que Alba se subió en el asiento del piloto. Sus manos rodeaban el volante fuertemente como aferrándose a la vida que sentía que en cualquier movimiento en falso podría irse.

— No sé Julian. Mira si te choco el auto.

— No vas a chocar. Tenete confianza. — La miró a los ojos, haciéndola mirar a otro lado. — Yo confío en vos. — Aseguró. — Y tu capacidad automovilística.

Julian contenía una risa al verla tan nerviosa. No comprendía como su novio querría perderse de esa imagen tan tierna para él.

— Escúchame. Vas a girar la llave y-

— Claramente sé como se enciende un auto, Julian.

El cordobés soltó una gran carcajada por la forma brusca en la que lo dijo, demostrando su nerviosismo. Levantó sus manos en seña de sumisión y volvió a indicarle que pusiera en marcha el auto.

Alba observaba atenta cada indicación que le brindaba el jugador. Desde la palanca de cambios hasta el acelerador y freno. Estaba lo suficientemente concentrada como para ignorar a Julian tocando sus piernas para ubicarla e indicarle donde pisar. También tocando sus manos para "medir la fuerza de la palanca de cambios" o del freno de manos.

Aunque no pasó tan desapercibido para el castaño que lo hacía completamente adrede.

— Vas a soltar de a poco el freno y el auto se va a empezar a mover. — Explicó. — Y después vas a ir cambiando a primera. Apretando el acelerador.

La pelirroja asintió nerviosa haciendo todo lo que Julian le dijo tal como dio sus indicaciones. Sintiendo su corazón brincar cuando pudo ver el auto empezar a moverse.

— No. No. No. — Gritó. — Julian. Se mueve.

— Eso hacen los autos Alba. — Rió. — Moverse.

El auto avanzaba tranquilamente, el estacionamiento vacío tranquilizaba un poco su conciencia al saber que no podría matar a nadie.

— ¡Vas re bien Alba! — Chilló emocionado con si de un niño pequeño se tratara haciéndola sonreír. — Te dije que podías.

Una vez tomaba más dirección, Julian se tomó el atrevimiento de mover la palanca de cambios y ponerla en segunda. Ganándose un grito de Alba.

— No. No. — Lo retó. — Que haces.

Empezó a moverse más rápido. Llegando a la curva que indicaba el fin del estacionamiento se vio obligada a girar bajo las indicaciones de Julian haciendo que volviera a gritar pero esta vez de emoción.

— No tengo cinturón. No tengo cinturón. — Repitió asustada. — Agarra el volante.

— Cómo voy a agarrar el volante, loca.

Julian se acercó a Alba, pasando por delante de su cuerpo para agarrar el cinturón de seguridad. Los ojos de ella fueron hacia los suyos cuando el jugador se encargó de quedarse unos segundos frente a ella.

— No me mires a mi. — Sonrió.  — Mira el camino.

Trago seco, ajustando sus manos al volante volvió su vista al camino respirando profundo. La situación lograba desarmarla un poco y se odiaba completamente por eso. Finalmente Julian le colocó el cinturón. Ajustándolo a ella y volviendo a su asiento.

— Ponete el cinturón o frenamos acá.

— No te enseñe a frenar.

— Bueno. — Titubeó. — De alguna forma voy a parar el auto.

Llegaste a mi | Julián ÁlvarezUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum