-Aún no tenemos hambre, ¿Verdad, Browi?-asegura mi hija mirando a su hermano.

Su apodo viene porque cuando eran más pequeños no podían pronunciar Brownies y decían "Browi"

Damiano parece no hacerle caso.

-Padre, pero...hoy no están trabando, es nuestro tiempo en familia.

-Suficiente tiempo, hijo.

-Está bien...-se pone en pie y su hermana le sigue el paso.

Entran furiosos a la casa, no les gusta comer solos y en la medida tratamos de que no lo hagan.

-Eres malo.-le recrimino.

Me da risa ver a estos niños tan pequeños enojarse.

-Soy muy bueno al compartirte.

-No eres mi dueño.

-Claro que lo soy.

-En tus sueños.

-En mis sueños te tengo atada a mí con cadenas.

Las cosas que tiene en la cabeza yo no me sorprenden.

-En mis sueños soy soltera.-lo molesto y solo entonces abre los ojos.

-¿Soltera?-me mira como si me hubiesen salido dos cabezas.

-Muy soltera y follandome a toda Italia.

-Eres una cualquiera.-hace un gesto fingido de asco y me suelto a reírme.

Este hombre es increíble.

-No olvides en las condiciones que te encontré una vez.-la ira me invade.-Puto.

Se desinfla en cuestión de segundos.

-No me hagas recordar lo que hiciste también, maldita loca.-se tensa.

-Supéralo.-ruedo los ojos.

-Supéralo tú también.

-No me pidas pendejadas, Kuznetsov. Sabes que no lo hare.

-Tampoco lo hare, maldita besucona.

Trato de continuar seria pero no puedo, me rio sin reparar en las miradas infames que su rostro me lanza.

Ahora me he vuelto casi tan posesiva como el, los celos no son algo nuevo, los siento desde el momento en que lo conocí pero se han intensificado y a cada nada me provoca arrancarle la cabeza a las mujeres que lo buscan para que apoye en sus fundaciones sin fines de lucro.

Que las apoye su madre porque aquí nadie tiene permitido acercarse a él.

En una discoteca mate a una chica cuando lo beso, esa mujer lo tomo desprevenido por el cuello para unir sus labios con los suyos y le toco la polla. Ni siquiera me podía reconocerme cuando rompí el vaso donde estaba tomando whisky para obtener un vidrio filudo con el que le abrí la garganta.

Todo el mundo empezó a gritar cuando la chica callo muerta en el piso. Máximo me saco del local pero mi ira era incontrolable. No estaba satisfecha. Nada podía satisfacerme en ese momento.

No me cabe en la cabeza como alguien se tome el atrevimiento de besar o tocar a otra persona sin su consentimiento, no lo tolero. Esas personas son despreciables.

-Estás loca como las cabras.

-Vamos a comer.-doy palmaditas en su pecho para incitarlo a levantarse.

-Cuando me los lleve a Rusia no los vas a consentir como ahora.

-Bien lo has dicho: "Cuando te los lleves a Rusia".

Aun no concibo la idea de que vayamos a Rusia para su entrenamiento. Ya saben Karate, lo hacen bien, pero necesitamos crueldad de su parte, no queremos niños bobos que no se puedan defender, necesitamos a unos malditos sanguinarios dispuestos a arrasar con el mundo entero si en necesario.

Necesito dos niños inteligentes y crueles a la vez. Algo digno de admirar y venerar.

Nos ponemos de pie al mismo tiempo, pasa su brazo por mis hombros atrayéndome a su cuerpo mientras caminamos hacia el comedor.

Los terremotos ya están sentados en la mesa comiendo con el ceño fruncido.

-¿Pero que son esas cara?-pregunto apenas tomo asiento.

-No querían comer con nosotros.-protesta Damiano.

Abro la boca haciendo un ruidito de indignación.

-¿Pero cómo dices eso cariño? Yo siempre quiero comer con ustedes.

-Si la comida es brócoli y puré de patatas todos los días, yo no quiero comer con ustedes.-susurra Máximo entre dientes.

Los dos lo miran con los ojos muy abiertos.

-¡No te agrada nuestra comida!-no es una pregunta, es indignación pura.

-A tu madre tampoco le gusta.-me echa encima a los leones, los dos dirigen toda su atención a mí.

-¡Pero a mí que me metes imbécil!

-¿Estoy diciendo mentiras?

-Claro que sí, ¿Tu que sabes lo que me gusta?-si las miradas mataran mi querido esposo ya habría caído al suelo muerto.

-Te conozco, además puedo notarlo por la cara de asco que pones cuando comes brócoli, el puré de patatas pasa pero el brócoli todos los malditos días, no.

-¡Me gusta el brócoli imbécil!-mentira no me gusta en lo absoluto.-¡Come y deja de hablar pendejada!

-Ella está mintiendo.-les dice a los niños, señalándome.

-¡Máximo!-lo reprendo y solo tiende a encogerse de hombros.

Empezamos a comer el almuerzo de hoy, arroz con pollo en trozos bañado en salsa y brócoli.

Me percato de que no tendré ni un minuto de paz a partir de hoy porque se la pasaran observándome como lo están haciendo justo ahora que se meten el tenedor con comida a la boca pero sus ojos están sobre mí.

En mi cabeza me imagino que cada trozo de brócoli que ingiero es un pedazo de torta de chocolate, me saboreo los labios como si fuese lo más delicioso que he probado en mi vida.

Cada que se descuidan aniquilo al pendejo del padre que está sentado frente a mi lugar. Que maldito es para traicionarme de esa manera. Se supone que era nuestro secreto. Desgraciado.













Hola, Tormentas!! Estoy mas enamorada de esta familia que nada en mi vida, los amo con todo mi ser.

Me muero con como son Máximo y Rafaella con sus dos terremotos.

Espero que les guste el cap.

Besos🖤

-Elyn.

-Elyn

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