-¡Tu como siempre rebelde!-suelta un rugido casi en mi rostro.-¿Eso es un sí, Perseo?-pregunto tratando de sacar conversación.

Estoy un poco fuera de mis cabales.

Seguro ya perdí la cabeza, con tres leones en casa creo que no había otro camino. Hoy tendré una conversación muy pacifica con la persona que decidió regalárselos.

Me va a escuchar ese imbécil.

-¡Ha comer!-se colocan las toallas.

Esa niñita ya tenía pensado meter a los leones en la piscina porque ha traído su toalla y una extra.

Se colocan los gorritos de las toallas y desfilan como soldados.

El pendejo de Renzo les ha dicho que solo los guerreros honorables caminan así cuando van a comer y desde que les dijo no han dejado de hacerlo. Cuando viene a casa les mete estupideces en la cabeza y él se va hasta el suelo partido de la risa cuando los ve ponerlo en práctica.

Se sientan en la mesa.

-Nana, Elena, ¿Me preparaste mi puré de patatas?-pregunta Damiano.

Aquí comemos puré todos los días porque a ellos les fascina.

Tomo asiento junto con ellos para almorzar. Considerando que hoy abrieron los ojos justo cuando salió el sol, se les van a acabar las energías muy pronto.

A Damiano le gusta ver las carreras de Fórmula 1 y su hermana es una fiel compañera.

Cuando terminan de comer nos movemos a meterlos en la tina para que estés aseados porque mañana tienen escuela y deben irse a dormir temprano.

-¿Madre, podemos ir a comer helado?-pregunta Damiano.

El helado es una de sus cosas favoritas pero para ellos nada supera a los brownies, se derriten por ellos.

-No lo sé, cariño, tengo que trabajar.

La sonrisa que los dos tenían en el rostro se les cae en cuestión de segundo.

-Entendemos...-dice Bianca con pesar, jugueteando con el agua.

Detesto verlos triste o decaídos, contantemente busco la manera de hacerlos felices y que en su rostro prevalezca una sonrisa.

-Podemos ir cuando termine con el trabajo...-propongo bajito.

-¡Sí!-gritan los dos viniéndoseme encima y empapándome por completo.

-¡Joder, niños!-miro mi ropa y los dos se parten de la risa.

-¡Prohibidas las malas palabras, madre!-esa es Bianca porque a Damiano le gusta decirle a todo el mundo que se vayan a la mierda.

-¡Mamá lo tiene permitido, Bianca!

-¡Pero tú no y siempre las dices!

-Ándate a la mierda.

Intento ocultar mi sonrisa pero me es imposible.

-¡Tú ándate a la...a la...a la mierda, Damiano!-le responde ella algo dudosa sacándole el dedo medio.

Estos niños son un espectáculo.

Los saco de la tina y me muevo a cambiarlos de ropa para que ya estén listos para el momento en que decidamos salir.

Me meto en la oficina a terminar con todo el trabajo pendiente para el día de hoy.

Miro el reloj de vez en cuando para tener la hora presente.

-Tengo que llevar a los leones.-converso con Verónica cuando después de tres horas todo está hecho.-Los niños me mataran si no lo hago.

-Pero si son unos ángeles.-dice con ironía.

DINASTÍAOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz