Introducción

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Llegaba tarde el primer día de instituto.
8:58A.m.
Me había quedado dormida, anoche me dormí tarde, gracias a un libro.
Me había propuesto que este año iba a estar más centrada en mis estudios, spoiler: no lo iba a estar.
De lejos veía las puertas del instituto.
Aumente la velocidad.
En la  puerta estaba Robert, el conserje. El siempre me dejaba entrar cuando llegaba tarde, pero la directora le regañó por eso.
Ralentice la velocidad. Mi pecho subía y bajaba.
—La directora te está buscando — me dijo Robert.
—¿Sabes que quiere? — le pregunté.
—La verdad que no, pero me tiene vigilado, si hubieras llegado tarde tenías que quedarte afuera.
—Ya lo se — bufé.
—Pues será mejor que vallas ya — me recomendó.
—Nos vemos luego — dije, mientras me iba.
Camine a paso rápido, seguramente sería la misma charla del año pasado: tienes que mejorar las notas, no puedes llegar tarde siempre, bla,bla,bla...
Me paré delante de la puerta de su despacho, pegué a la puerta y espere a que me diera permiso a entrar.
—¡Adelante!.
Solté aire y entré.
Su despacho no había cambiado mucho, en las paredes había carteles de normas que deben seguir los alumnos, en la mesa se encontraba el viejo ordenador que casi nunca funcionaba, las dos sillas que había delante de la mesa y la directora Adela, con sus gafas de media luna y su chaqueta de lana. Su pelo era más gris que el año pasado.
—Siéntese porfavor — me señaló la silla. Yo asentí, deje la mochila al lado de la silla y me senté.
—Señorita Martínez — pronunció mi nombre con tono firme — hoy hemos venido hablar de tus notas.
Lo sabía.
—Tus notas del año pasado fueron muy bajas — me recordó — en este instituto los alumnos con malas notas se van, pero no queremos eso, ¿Verdad?.
—No lo queremos — murmuré.
—Este año el equipo directivo nos ha mandado consejera escolar, yo les dije que nos no hacía falta, pero luego pensé en tí.
—Una Psicóloga mejor dicho — deduje.
—Queda mejor consejera, pero si tú la quieres llamar así...
La puerta del despacho se abrió y entró una mujer de unos treinta años, rubia, con ojos verdes. Vestía una chaqueta vaquera, con un vestido de flores y unas botas de tacón.
Siendo sincera, parecía una Barbie.
—Ella es Marie — la presentó.
Marie se sentó a mi lado, con una sonrisa de oreja a oreja.
— ¿Tu eres Annika, verdad? — me preguntó.
—Si.
—Encantada de conocerte, Annika.
—Si tienes algún problema este curso, Señorita Martínez, se lo puedes comentar a Marie — me explicó.
—Yo te ayudaré con cualquier cosa — dijo, asintiendo.
Yo asentí.
—Bueno Señorita Martínez ya puede irse a su clase asignada, he avisado a tu maestra que irías más tarde.
—Si señorita Directora — dije.
Me levanté de la silla y agarre la mochila. Antes de salir de la sala, Marie me dijo:
—Mañana espero verte en mi despacho, para hablar más tranquilas.
No respondí, salí del despacho lo más rápido posible para ir a mi clase asignada.

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