capítulo dieciocho

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𝐀𝐃𝐀

Mi crisis duró mucho. Bastante debo decir. Tuve que vestirme y volver a casa como si nada hubiese pasado, me duché y cambie de ropa. Bloqueaba mis pensamientos y solo podía permitirme pensar cuando salía de casa, no quería que nadie supiese que había sucedido ese día, ya sea por lo de Jasper o por mi transformación. Creí o tuve la esperanza de que esto durara poco, que fuese un simple bloqueo y ya, pero siempre que quería transformarme el recuerdo de su voz resonaba en mi mente, casi parecía que estaba a mi lado diciendo siempre las mismas palabras «Él viene conmigo».

Esas semanas me sentí como una flor que se marchitaba cada día más, y no había nada ni nadie que pudiese ayudarme, porque el problema estaba dentro de mí. Era la semana en donde la mitad de la familia iba a cazar; Edward, Bella, Jasper, Rosalie y Emmett. Fue bueno que ellos se fueran, porque sin las preguntas de preocupación de mamá y sin los cuidados de Jasper podía ir al bosque sola y alimentarme.

Cerré los ojos, olía la sangre de un ciervo, escuché su bramido y lo solo que se encontraba, de seguro se alejó de su familia. Mi mente simpatizaba con el pobre animal, porque siendo lobo los entiendes y sabes que solo sobreviven el día a día, hoy mi cuerpo estaba desconectado de mi mente, solo salté y ataque al pobre animal, sus ojos negros me veían asustados y después cuando entendió que yo era el depredador, simplemente se resignó a morir. En mi boca corría un camino de sangre hasta mi mentón, mis lagrimas habían hecho ese camino y la sangre solo lo siguió, la vida que había en ese ciervo se fue y sus profundos ojos negros perdieron ese brillo. Llorando removí la tierra, fui cavando más y más hasta crear un gran agujero, ahí metí al ciervo y lo dejé con cuidado. Parecía dormido, tan quieto y tranquilo, tan pacifico, tan... muerto. Lo tapé con toda la tierra que había sacado, junté unas piedras e hice una pequeña lapida, eran cinco piedras, dos encima de las tres de abajo, en medio agregué una flor violeta que crece por estos lados. Hundí mis dedos en la tierra y estos sentían la humedad, una gota de sangre cayó en mi mano y solo entonces noté que no me había limpiado el rostro, mi boca y mentón aún estaban cubiertos de sangre del animal. Me levanté y fui al río, me importó poco la ropa que tenía, los zapatos y más, solo quise lavarme y limpiarme de la sangre. Vi un área del río que era profunda, me llagaba hasta el pecho el agua, así que me sumergí y estuve un largo tiempo ahí.

Un ruido agudo resonó debajo del agua, era como si alguien golpeara dos piedras, me giré para ver quien podría ser, pero no había nadie, unas piedras cayeron a mi lado y entendí que estaba afuera. Salí a la superficie y respiré profundamente, el olor de mis pesadillas volvió, vi al hombre sentado en una roca cercana al río, se estaba mojando los pies y tenía una piedra en su mano derecha la observaba y después a mí.

—Ahora hueles más a ella —dijo él, nadé hasta la orilla y salí del agua, tenía mi ropa puesta, así que mucha agua salió conmigo, daba un paso y mis zapatos parecían salpicar, mi cabello estaba todo liso y aplastado por el gua, una brisa llegó a mí y sentí la temperatura bajar, ya era casi el atardecer.

—Me lo arrebataste —dije, él sonrío sin alegría.

—Él está conmigo ahora, tal como debió estar siempre —el hombre lanzó la piedra al agua y esta se hundió con gran velocidad. Él se levanta y camina a mí, retrocedí unos pasos y ahora parecía curioso— ¿Qué, ya no quieres morir como antes decías?

—Rechazaste esa oferta, así que ya no está.

—Suenas desafiante, ¿qué o quién te hizo ser tan valiente? —recordé a Rosalie y Emmett abrazándome, contándome sobre mi madre biológica y su nombre para mí; Amada. Recordé el prado y a Jasper, recordé la razón por la cual fui a ese lugar y pude estar con él.

«—Dejaré en claro una cosa, quise mucho a Jasper y él a mí, pero amo a Peter, y estoy segura de que Jasper te ama. Ve con él»

—Tengo, una y mil rezones para no ceder, para luchar y aunque me mates, no me dejaré morir sin antes arrancarte un ojo o tu mandíbula —dije entre dientes, su sonrisa se fue y sus ojos se oscurecían. Corrió a mí, me empujo con todo su cuerpo y me arrastró contra las piedrecillas junto al río, solté un gemido de dolor, mi piel se estaba quebrando, pero me concentré en otra cosa, en lo lleno de ira que estaba que incluso parecía no pensar. Alargue la mano y tomando una piedra un poco más grande que mi mano, lo golpee contra su oreja, él desvió la mirada, aturdido, aproveché para empujarlo a un lado y correr al agua. Me sujetó del tobillo cuando logré meter la mitad de mi cuerpo en el río, gruñó y me giré, con mi otro pie le di patadas al rostro, en una golpeé su nariz y me soltó, pero para abalanzarse sobre mí. Golpeo con furia mi cabeza contra en suelo de río, las piedras parecían más filudas ahí, solté el aire de mis pulmones y él sujetó mi cuello con sus manos, las apretaba tanto que el crujir podía oírse aún bajo el agua. Sujeté sus muñecas y con impulso lo jalé hasta lanzarlo más a dentro del agua, él salió a la superficie a buscar aire, pero yo podía sobrevivir más horas sin el oxígeno, me lancé y lo hundí, me daba patadas y se retorcía, pero era solo la necesidad desesperada de buscar aire.

Ahora era yo quien lo golpeaba contra el suelo rocoso del río, mis movimientos no eran tan rápidos, pero si poderosos, ya que él se estaba ahogando, estaba más indefenso, pero me confié demasiado, porque en el último golpe, cuando creí que ya no respiraba, abrió sus ojos y su cuerpo se sobrecalentó, me empujó fuera del agua y choqué contra unos árboles, caí y respiré al fin. Levante mi vista y lo vi salir del agua, un lobo tan grande como Jacob, gris, sacudía su pelaje y el agua caía a montones, su olor era horrible, nunca creí que un lobo podría oler de tal manera que me daría nauseas. Gruñó y me levanté veloz del suelo, solo entonces sentí al dolor recorrer mi cuerpo, vi mis manos rápidamente y las tenía agrietadas, parecía que esta muñeca de porcelana se estaba rompiendo al fin. Él empezó a correr en mi dirección, pensé en esquivarlo y huir, pero me alcanzaría sin problemas, mi velocidad no era tan rápida como la de él o la de un vampiro puro. Así que simplemente esperé a que llegara a mí, salté en el último instante para llegar a su espalda y poder sujetarlo del cuello, fui lobo, sé los puntos débiles.

Logré llegar a su espalda, pero cuando iba a abrazar su cuello él mordió mi mano y me jalo a un lado, choqué contra un árbol, porque lo oí romperse y caer sobre mí, intenté levantarme o moverme, pero no pude, tenía mi mejilla contra la fría tierra húmeda, vi entonces mi mano, la que él mordió estaba llena de sangre y mi piel tenía varias grietas, apenas podía sentir las yemas de mis dedos. El árbol se movió, dejándome libre, pero me di cuenta de que el árbol no me inmovilizaba, era mi cuerpo el cual ya no podía más. Él volvió a su forma humana, me habló, pero no entendí bien lo que decía, mis oídos no funcionaban bien. Moví mis ojos para verlo, no pude mover la cabeza, estaba paralizada completamente y él lo supo. Esperé ver una risa malvada, llena de diversión o cosas así, pero me miró triste, desgarrado y casi podía verlo llorar. Mis oídos se abrieron, y entendí la razón de su mirar.

—... Lo amaba, pero él nunca entendió eso. Él solo tenía ojos para ella, y estoy seguro de que ella no lo amaba... No de la forma en la que yo lo amaba.

Sentía su dolor, lo expresaba tan bien en sus ojos, y sé que cuando se refería a "él", era mi padre.

—¿Y él... lo... sabía? —pregunté en un hilo de voz, él sonrió dolido.

—Me dijo que lo sabía —mira sus manos con una mirada llena de dolor—, cuando murió en mis brazos, me dijo que lamentaba no corresponderme, y que me perdonaba. Ja.

Las lágrimas cayeron por sus mejillas y yo también lloré.

—¿Tú... nombre...? —él me miró ahora, sus ojos aún estaban tristes y había un leve brillo de ira en ellos, pero me respondió igual.

Amar —dijo. Cerré los ojos y lo oí irse.  

𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐒𝐂𝐄𝐍𝐓 - TwilightWhere stories live. Discover now