capítulo ocho

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𝐀𝐃𝐀

Me acosté con la ropa que usé para ir al prado, aún tiene su aroma, es suave y exquisito, me da alegría y paz. Esa noche tengo un extraño sueño, creí que lo olvidaría al despertar, pero no.

Estoy en el bosque frente a un río, el agua fluye con fuerza y vitalidad, el ruido de las hojas es calmado, se mece suavemente por el viento. Ahí es cuando la huelo, la sangre no es ajena a mí, la he sentido antes, esta impregna en mí, pero no recuerdo de quien es. Huelo más cosas y siento miedo, es un olor familiar, de un licántropo, pero no de los que conozco, es de uno que conocí en algún momento de mi existencia. El olor putrefacto de la sangre secándose es asqueroso, su pelaje lleno de humedad, barro y otros aromas, su voz perturbadora resonando en mi cabeza, me llama, reclama por mí, por mi vida.

Me quiere muerta.

Me di una ducha y después de vestirme bajé las escaleras, intenté pensar en cualquier cosa para que el único en la casa que lee mentes no supiera la pesadilla que tuve, pero cuando llegue a la sala me di cuenta de su aroma, olvidé la pesadilla, el que me leyeran la mente, olvide todo y simplemente me sentí llena, feliz. Lo busqué con mi mirada, con mi olfato y oído, pero no lo encontré en la casa, quise asegurarme de ello y fui habitación tras habitación, incluso salí de la casa al jardín, creyendo que podría oler su rastro si se fue al bosque. En ese momento la felicidad se fue convirtiendo en ansia y desesperación ¿Dónde estaba? ¿y si se fue? Mi corazón lo sentí acelerarse cuando alguien toco mi hombro, me giré y vi a mi madre.

—Ada, ¿qué sucede? —me preguntó, miré a mi alrededor y volví a ella, sonreí para fingir que todo iba bien.

—Nada, solo creí que estaba sola en casa —respondí, ella dudó unos instantes hasta que asintió y me ordenó el cabello detrás de la oreja.

—¿Tuviste buena noche? —me pregunta. Asentí, pero dudé al recordar la pesadilla.

—Sí, ¿por qué? —respondí antes de que notara mi dudar.

—Dormiste con ropa —me aclara ella. Desde que tengo memoria, mamá ha hecho eso, verme dormir y asegurarse de que estoy bien. Quizás le hubiese agradecido que me despertara, pero recordé que dormí con aquella ropa, la que fui al prado, la que contiene su aroma. Lo recordé nuevamente.

—Sé le veía muy cansada —papá aparece junto a mí y con su gran brazo me abraza sobre los hombros, sonreí.

—Sí, estaba cansada y dormí bien, no te preocupes mamá —dije. Entonces quise saber dónde estaba, pero no podía preguntar directamente por él, no cuando mamá me ha alejado de él desde que tengo memoria. Así que noté también la ausencia de Renesmee, Edward, Bella y Esme— ¿A dónde fueron? —pregunté.

—A cazar, necesitan alimentarse —dice papá, asentí. Un alivio inexplicable se sintió en mi pecho, por instantes tuve una sensación de pánico ¿y si se volvía a ir como la última vez?

—Bueno, yo debo ir con Jacob —digo, ellos me sonríen y me apresuro a ingresar al bosque. En el cajón que Jacob puso en el bosque, guardé mis zapatos, pantalón y camiseta, me transformé y corrí, fui recorriendo un largo tramo disfrutando de la brisa y el agradable olor de las flores, pasto y hojas. Cuando llegué al río vi a Jacob girarse para verme, estaba en su forma lobuna, así que simplemente me acerqué, pero noté que perdió su mirar un largo instante, no sabía lo que le sucedía. Podría ser una embolia o algo.

—Eh, ¿Jacob? ¿Estás bien? ¿Qué te duele? —pregunté en su mente, él se volvió para verme y cuando habló me estremeció, como un temblor que me recorría todo el cuerpo y me recordaba sus palabras la primera vez que le pregunté sobre aquello.

—Te imprimaste. 

𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐒𝐂𝐄𝐍𝐓 - TwilightWhere stories live. Discover now