capítulo once

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𝐉𝐀𝐒𝐏𝐄𝐑

Escuché lo que Renesmee le comentó a Ada, había visto la invitación y también recordé su mirada en mí. Sus labios contra los míos, aquel recuerdo aún me hacía estremecer y no podía más con esto. Estaba sentado en el sofá de la sala, tenía mis brazos apoyados en mis rodillas y mi mente estaba perdida.

—Tus pensamientos parecen gritos desesperados de ayuda —comentó Edward al estar apoyado en la entrada de la sala, lo miré y él sonrió sin alegría—. Vamos —me levanté al oírlo, lo seguí hasta el lugar donde solíamos jugar béisbol unos años atrás. El recuerdo vino a mí, la última vez aquí fue con el desastre de la llegada de James, fue el principio del caos.

—Ella en verdad atraía problemas —comentó Edward al sonreír, con "ella" supe de inmediato que se refiere a Bella.

—Puedes hablar, dudo que esperes a que te comenté algo —dije, al posicionar las manos en mi espalda. Mi vista se fue al gran cielo estrellado que estaba sobre nosotros.

—Más que hablar, tenía una duda —dijo al ponerse junto a mí y observar las estrellas— ¿qué harás ahora?

—Me lo he estado preguntando —confesé—, Rosalie no es un problema y Emmett tampoco —dije, Edward sonrió—. Pero mi sed si es un conflicto que tengo y además...

—Alice —dijo él en voz alta. Por alguna razón aún dolía.

—No puedo corresponder a Ada y dudo algún día hacerlo, aunque quiera.

—Cuidado Jas —dijo, me miró—, haz una rotura limpia, para que no sufra demasiado.

—Entiendo —Edward estuvo a mi lado en ese momento y aunque pensé muchas cosas, él se mantuvo en silencio acompañándome. Las horas pasaron y cuando estaba volviendo a casa, ella apareció, pero no como la vi estos días, más bien la vi en su transformación. Sus ojos seguían siendo los mismos, su pelaje era casi anaranjado, me recordó al color de las hojas otoñales, porque también conservaba dorado en las puntas. Su aroma seguía siendo el mismo, dulce y agradable, no parecía ser uno de esos perros, más bien era como una criatura maravillosa, incomparable.

—Ada, veámonos en el prado, tengo que hablar contigo —dije, ella pareció entenderme y se fue. Fui a aquel prado y el viento movía las flores del pastizal, las hojas se movían y formaban un Pacífico sonido. Su aroma me envolvió cuando sus brazos pasaron por mi cintura y se aferraron a mí, apoyó su rostro en mi espalda y su calidez me envolvió—. Ada —susurre.

—Jasper —dijo suavemente, apreté mi mandíbula e intenté resistirme, pero necesitaba verla, ver su rostro, sus expresiones, sentir su calor y su piel. Me giré y ella ladeo un poco la cabeza al verme, acerqué mis manos a su rostro y tomándola como si fuese cristal valioso, la besé. Mi interior explotó y el piso bajo de mi tembló, su calor me envolvió y su aroma me enloquecía, necesitaba más de ella, más de... Alice.
Abrí mis ojos y me alejé de ella, apreté mis labios y fruncí la nariz, retrocedí unos pasos alejándome de su amarre.

—Lo siento —dije, ella se veía confundida.

—¿Qué sucede? —preguntó.

—No puedo hacer esto, no podría confesé, mi mirada estaba desviada, no quería verla llorar ni quebrarse.

—¿Hice algo mal? —me preguntó, una angustia apareció en mi interior. Claro que no hizo nada malo, y si lo hiciese, no me importaría.

—No, es otra cosa —dije, la miré y ella parecía entender algo en mis gestos, como si me leyera el pensamiento como Edward.

—Alice —dijo. Me sentí como un libro sin tapa, todos sabían lo que pensaba. Asentí y ella retrocedió unos pasos— ¿Aún la amas? —preguntó.

—Cómo si fuese el primer día —exagere, o quizás no. Aprendí a quererla por años, nos casamos y vivimos juntos ¿cómo se puede olvidar eso tan fácilmente?

—Pero... —ella se mantuvo en silencio unos instantes y después me miró— ¿Y yo? ¿Qué sientes por mí? —vi sus ojos brillantes, quería ilusionarla, no hacerla llorar, quería que fuese la persona más feliz del mundo, pero yo estaba quebrado y dañado, cómo podría estar con ella.

—Sed —respondí a su pregunta, ella asintió, pero no la vi llorar ni insultarme.

—Entonces quédate a mi lado —dijo, sentí una cachetada de realidad o ilusión. Fruncí el entrecejo—. Anhelas mi sangre, te la daré, pero quédate a mi lado.

Si no estuviese en shock, creo que me enojaría y le diría que tenga más conciencia de lo que acaba de decir. Pero una parte de mí adoro que dijera aquello, y me hizo sentir feliz.

—No sabes lo que dices —respondí, apreté mi mandíbula cuando ella se acercó, sus mejillas estaban más enrojecidas que antes, su corazón estaba acelerado y su mirar era desafiante.

—Pruébame —dijo, apreté mis labios, pero no pude resistir al rozar de sus labios contra los míos. Los movía y un dulce vaivén me llevaba a la luna. Sentí el deseo, la felicidad, su valor y todas las emociones revolotear a nuestro alrededor, no me incomodaba, ni molestaba, más bien me hacía sentir mejor de lo que alguna vez me sentí.
Y tuve miedo de perder aquello.

—Basta —dije al separarme de ella—. No hagas esto, no —dije, ella parecía no entender, así que simplemente me alejé unos metros y le di la espalda, iba a irme cuando la oí.

—¡Espera! —se mantuvo unos metros a distancia de mi—, dejaré de insistir, pero no te vuelvas a ir. No te vayas, por favor, Jasper.

Me giré para verla, tenía que irme si quería dejarla en paz, hacer una rotura limpia, pero no sé si podría irme, no. Si me voy ella podría no estar aquí cuando vuelva. No puedo permitir eso.

—No me iré —dije al fin, ella parecía aliviada, y yo también me sentí mejor cuando la vi sonreír con sus ojos cristalizados. 

𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓 𝐒𝐂𝐄𝐍𝐓 - TwilightWhere stories live. Discover now