Ilana la arribista

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- ¿con que derecho despides a la persona que contraté? - a la mujer se le iba a saltar una vena.

- puedes volverla a contratar si le pagas tú - le contesto desafiandola con la mirada.

- no es la única cocinera que hay, Celia los prepara muy bien - apaciguó Frederick.

- ¡¿quien cuidara a Herbert?! - se quejo Ilana, no estaba para cambiar pañales ni despertarse a media noche.

- ella lo hará después de que cocine, se le pagará más hasta que se consiga un reemplazo de niñera - sentenció Demian, su esposo solo siguió comiendo como si no fuera con él, no iba a estar de su parte ya se había dado cuenta, solo hablo para decirle "no le grites al niño que lo alteras"

- ire a jugar con Anastasia, me llevaré al bebé Herbert - Demian no le estaba preguntando, solo sacó de la silla y lo llevo afuera con la niña.

No era una victoria completa de parte del alacrán, sonreía en las noches que lo oía gritar por tener pesadillas, aún se quedaba por momentos mirando a la nada con un expresión vacía, hay estaban las secuelas, sabía que no debía pero ese maldito niño se la había dedicado.

- ¿pasaste buena noche cariño? - le pregunto la mujer en el desayuno, al fin sin sin esa piojosa, sabía que no pero Frederick no, Fraderick había llegado en la mañana después de pasar toda la noche arreglando una auditoría, pero sentía que era una pequeña batalla, disfrutaba cada vez que él se encogía en lugares donde había mucha gente, o se retorcía en pesadillas.

- no, tuve una pesadilla dónde una araña patona con ropa vulgar me metía en el armario - le contesto haciendo que sus ojos menta se volvieran dos líneas acusadoras.

- debe ser estar encerrado aqui todo el día - se apresuró Ilana, había captado la indirecta, se quedaría quieta por ahora, tenía que buscar una manera de neutralizarlo, solo había una persona que lo conocía bien, la vieja, la abuela de Anastasia, se le acercó mientras cocinaba y le pregunto cómo era el niño, la mujer la miro un momento, temiendo decir algo incorrecto que pudiera hacer que la despidan - cálmate, detesto a ese niño tanto como podría detestarlo ustedes, pero si dices algo lo negare y lo lamentaras - Celia lo pensó por un más, de hecho no, al principio si temían, claro, no era fácil sentirse en las manos de algo tan volátil como un niño traumado, pero para sorpresa de todos Demian era mejor jefe que Ilana, la mujer era muy humillativa, no les podía caer nada por accidente o si quiera atreverse a probar algo de la comida que hicieran no importa cuánta sobrará, eso no pasaba con el pequeño.

- ¡disculpe! ¡Por favor perdón! - le mujer de apresuró a recoger los pedazos de la taza que hace unos momentos había chocado contra el suelo cuando la empleada se tropezó.

- es solo una taza - le recordó extrañado el jovencito que no entendía por qué tanto pánico, ni siquiera hubo descuento en su sueldo, solo tenían que hacer lo que el decia y eso era todo, tampoco en qué comieran lo mismo que cocinaban para los de la casa, ¿por qué no? Había mucha.

- siempre se hizo lo que él quería en la casa, el señor Frederick lo amaba tanto que era incapaz de negarle nada, siempre lo tenía encima, a Demian no le gustaba que nadie se acercara a su papá... - lo que le describia Celia era un enano neurótico, celoso y manipulador, al principio había lamentado haberse comportado de la manera como lo hizo con el niño, pero ahora se había dado cuenta que no hubiera importado, creyó que no la había delatado por miedo, ahora se daba cuenta que no era asi, no estaba seguro de nada, no mentía cuando decía que todo lo recordaba borroso, además parecia amar a Herbert le gustaba cargarlo, al parecer hubiera dado lo mismo haber sido buena que mala, si ese pequeño alacrán estuviera en sus cinco sentidos no la habría dejado casar con su padre.

Dulce y perversoWhere stories live. Discover now