Capítulo 13

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— ¿Annie? —Mikasa llamaba a su amiga moviéndola un poco— ¡Annie! —levantó la voz mientras la sacudía con fuerza.

— No molestes —gruñó con molestia, pasando su cobertor por sobre su cabeza, dándole la espalda.

— ¿Te pasa algo? —se extrañó la azabache pues Annie no solía quedarse en cama hasta tan tarde, incluso los días libres, solía estar desaparecida casi todo el día pero no en su cama precisamente— ¿Estás enferma? —preguntó colocando una mano sobre la frente de la rubia.

— Tal vez —respondió ella, quitando la mano de Mikasa de forma brusca—. Estaré bien.

— Avisaré a los superiores que estás indispuesta —avisó—. Es una pena porque te restarán puntos igual pero lo importante es que te mejores —aunque quisiese quedarse a cuidar de su amiga, sabía que sería en vano conociendo la actitud de la rubia, además que no podía faltar al entrenamiento.

Luego de que Mikasa se fuese, Annie esperó unos minutos más para poder levantarse. Ya no había nadie en el lugar, por lo que se preparó para salir. No estaba enferma pero debía de despistar a la azabache como pudiese. Había perdido el tiempo los últimos meses, no obtenía nada productivo, por lo que aprovecharía en adentrarse al territorio de los Fritz nuevamente. Un nombre había llegado a sus oídos desde la última vez que se aproximó a su objetivo: Kenny, el destripador.

***

Terminaron las rutinas de la mañana y siguieron las clases teóricas en la tarde. El día de por si había sido extenuante por lo que la mayoría había decidido irse a descansar temprano; increíblemente, lo teórico los agotaba más que lo físico. Sin embargo, un pequeño grupo de chicas parecía tener la suficiente energía para salir fuera del Cuartel en lo que quedaba del día.

— ¿Para quién estas comprando eso? —preguntó Mina con un gesto burlón.

En aquella tienda de accesorios de invierno, Hannah cogía unos guantes azules marinos con la intención de comprarlos para una persona en especial, después de todo, el otoño ya se avecinaba de nuevo y con él, el fuerte viento. Al reconocer la mueca que hizo Mina observándola, sus mejillas enrojecieron, sabía que sería para Franz.

— No preguntes —la pelirroja de pecas quiso sonar dura pero su tono se perdió en la vergüenza.

— ¿Qué pasa? —preguntó Sasha quien se acercaba con un bocadillo en la boca.

— Parece que Hannah comprará un regalo para su novio —sonrió ladinamente la otra chica.

— Pudiendo gastar ese dinero en algo delicioso —juzgó la castaña sin dejar de comer su bocadillo—. ¿No es así, Mikasa? —giró para ver a la azabache.

— ¿Qué? —la aludida no había prestado atención, pues se debatía entre un cobertor amarillo y uno rojo que planeaba comprar para Annie... no le gustaría verla resfriada.

— ¿Tú también comprarás algo para tu novio, Mikasa? —sonrió Mina.

— ¿Novio? —se extrañó al punto de hacer una mueca de disgusto, gesto que solo le duró una milésima de segundo al percatarse que hablaba de Eren— Ah... ¡sí! —contestó apresuradamente— Le compraré... —miraba por todos lados para saber qué responder, aunque no entendía por qué hacía eso— ¡esta bufanda! —cogió aquella prenda color vino que tenía cerca.

— Una bufanda... Es una muy buena opción —halagó Mina.

— Seguro que a Eren le gustará —comentó Hannah.

A veces, Mikasa se arrepentía de su farsa de esos meses ya que, si bien el objetivo era engañar a Ymir, los demás también se creyeron la mentira, y no había forma de negarlo sin despistar a la de pecas también. Aun así, debía admitir que había tenido resultados, pues cada vez que Ymir los veía, sentía esa mirada fulminante, además de ese ceño fruncido con resentimiento en su semblante, dirigido específicamente hacia ella y el castaño de ojos verdes. Pensar en eso último hizo que relajara su expresión, después del gran favor que le estaba haciendo Eren, merecía mínimo un regalo, ¿no?

Parallel  [EreMika]Where stories live. Discover now