𝟎 𝟐 𝟏

291 54 4
                                    


ㅤDespués de aquella montaña de emociones, nuestros protagonistas se dieron un par de días de calma en El Cairo antes de buscar un vuelo de vuelta. Steven, Jake e incluso Marc estuvieron atentos a Evie, después de descubrir que los tres avatares (incluida Layla), estaban hospedándose en el mismo hotel. Tras lo que habían vivido, querían asegurarse de que la franco-egipcia estaba bien. En ocasiones Jake le llevaba el desayuno y Steven la sorprendía con flores. Pudo en aquél tiempo conocerlos más, a los que se escondían tras la máscara no a los avatares. Probablemente debería resultarle una locura, tres personas completamente distintas en un mismo cuerpo, pero le intrigaba y le fascinaba. No era un interés morboso, en lo absoluto, a la inocencia de Evie le resultaba sumamente interesante. Cómo Steven le emocionaba tanto todo el tema egipcio y resultaba tan dulce que encantaba a Evie y como Jake lograba sacarle sonrojos con facilidad con aquella intensa mirada y el acento latino, era un hombre misterioso de pocas palabras, pero también le resultaba encantador a su modo. Marc fue al que menos conoció, pero podía comprenderlo, tal vez fuese tímido o ella poco le interesara, aunque la realidad era que Steven y Jake casi peleaban por estar al frente con ella.

ㅤEn cuánto a Olimpia, la suerte estuvo de su parte. Los dioses fueron benevolentes con ella, pues no solo tuvo el apoyo de los otros tres avatares, si no de los otros dioses. Incluso vieron en ella potencial. Anat¹ la tomó bajo su ala, convirtiéndola en su avatar y dándole una segunda oportunidad, una que la italiana no iba a desperdiciar.

"Evie." El acento británico le hizo apartar la mirada de la ventanilla del avión.

ㅤSe giró hacia Steven, ambos sentados el uno junto al otro. Al fin y al cabo, iban al mismo lugar así que prefirieron viajar juntos. Layla también estaba, justo al otro lado, pero se había quedado dormida con los cascos puestos.

ㅤ"¿Qué ocurre, Steven?"

ㅤ"Ahora que todo esto a acabado... Me preguntaba si... Bueno, si te gustaría..."

Aún le seguía poniendo nervioso su mirada, tan llena de vida y dulzura, completamente opuesta a la que mostraba cuando era Ahmanet, pero también estaba el hecho de no ser realmente conocedor de esas habilidades sociales.

"¿Si me gustaría...?" Le animó la morena estirando una de sus manos hasta encontrar la contraria.

ㅤLos ojos oscuros del británico bajaron hasta las manos unidas, como sus finos y suaves dedos se entrelazaban con los suyos, como sentía su calidez llegarle. Lo bonito que se veía a sus ojos. Logró hacerle desaparecer un poco de su nerviosismo, algo que casi creía mágico, mientras un Jake ceñudo miraba la escena en el reflejo de la ventanilla.

"Si te gustaría ir a cenar cuando lleguemos a Londres."

ㅤ"Bueno, probablemente lleguemos al atardecer a Londres, así que me parece una buena idea."

Con una sonrisa compartida, la franco-egipcia apoyó la cabeza en el hombro más cercano del contrario, buscando descansar un poco en el trayecto que les quedaba, haciendo sonreír enormemente al moreno. Aunque, al ver a Jake, su sonrisa desapareció un poco mientras miraba rápido a otro lado, él sí que le asustaba.

"Dile a Jake que no se enfade, puedo cenar con él otro día."

La voz susurraba de Evie llegó a sus oídos, sorprendiendo no solo a Steven si no al reflejo de Jake. Marc se echó a reír mientras tanto, sobretodo por las reacciones de sus alters.

"Os conoce bien."

ㅤ"Nos." Marc y Steven miraron a Jake, quién miraba a la morena de ojos cerrados que descansaba en el hombro del británico. "Nos conoce bien."


ㅤCuando llegaron a Londres al fin, se dieron cuenta de que Evie llevaba razón, estaba atardeciendo. Se despidieron los tres, pues cada uno tenía un destino diferente, y fueron a sus respectivas casas. Evie había extrañado el tiempo inglés, ya estaba acostumbrada a él y el frío le gustaba. Cuando llegó a su casa casi abraza la cama. Por suerte, un mensaje le hizo de alarma pues se había dormido sin darse cuenta. Se sentó con un pequeño quejido, frotándose la cara con ambas manos antes de alcanzar el teléfono de su chaqueta olvidada. El nombre de Steven reflejado en la pantalla antes de entrar en el chat. Aún recordaba con gracia cuando le contó que Marc intentó actualizarlo comprándole un teléfono táctil y le costó una semana asimilar que no tenía botones y no podía aporrear la pantalla. Escribir aún le resultaba complicado, cosa que no le podía reprochar. Lo estaba llevando bastante bien.

"¡Casi me olvidaba! No te dije dónde ir a cenar. Discúlpame. Espero que no te moleste que te escriba. Había pensado que podríamos ir al Reeds. Es un restaurante dónde se come bien, y hay menús vegetarianos."
Enviado a las 6:42 p.m.


"No tienes que disculparte, Steven. A mí también se me olvidó. Sí, lo conozco. Es un sitio bonito. ¿A qué hora?"
Enviado a las 6:48 p.m.

"¿Te parece bien a las ocho? Puede ser a las ocho y media si necesitas más tiempo. Por mí no hay problema."
Enviado a las 6:50 p.m.

"A las ocho me parece bien, Stevie. Estaré allí a las ocho. Allí nos vemos. ❤"
Enviado a las 6:53 p.m.

"Allí nos vemos entonces. Hasta las ocho. ❤"
Enviado a las 6:58 p.m.

Tras mirar la hora decidió darse una ducha, relajando sus músculos tras la experiencia egipcia. Le hubiera gustado visitar el país de su familia con mayor calma, pero esperaba poder hacerlo más adelante. Estuvo en debate durante un rato viendo su armario abierto, sintiendo que necesitaba verse bien para aquel hombre tan dulce. Tal vez se estaba esmerando un poco de más, pero le gustaba su compañía, y quería causar buena impresión. Ya había conocido a Ahmanet y quería hacerle ver que ella era todo lo contrario, o al menos intentarlo.
ㅤAcabó enfundándose en un vestido largo de color rojo. No tenía muchos detalles, pero ella le encantó así. Era un vestido sencillo que abrazaba su cuerpo de forma hermosa. Aunque era de tirantes, ya había encontrado en su armario un abrigo largo que le llegaba hasta detrás de sus rodillas color negro que conjuntó con unos tacones no demasiado altos. Volvió a tener otro debate sobre si maquillarse o no mientras se miraba al espejo colocándose unos pendientes pequeños rojos junto a un colgante a juego. Al final, acabó pintando sus labios de carmín y colocándose un poco de rímel. Nunca fue alguien que se maquillase en exceso, y estaba demasiado nerviosa como para hacer algo más. Esperaba que fuese bien aquella cena, de alguna forma saber que le había invitado a algo tan inocente como una cena le llenaba el estómago de mariposas mientras conducía hacia el restaurante en cuestión.


¹Anat: diosa de la fertilidad, la sexualidad,
el amor y la guerra. Era originaria de Siria
o Canaán. A menudo se la equipara con Afrodita de Grecia.

𝐀𝐇𝐌𝐀𝐍𝐄𝐓 |  𝘔𝘢𝘳𝘤 𝘚𝘱𝘦𝘤𝘵𝘰𝘳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora