𝟎 𝟎 𝟓

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ㅤTuvieron que volver a Londres, y no porque quisieran, si no porque sus vidas estaban allí. La noticia de la liberación de Sekhmet no fue bien recibida por ninguno de los dos dioses, salvo que uno no fue tan gruñón como otro. Anubis intentó mostrarse comprensivo tras la explicación de Evie, quién se encontraba triste y preocupada por la situación. Era una persona exigente y su avatar lo era aún más bajo las vendas, el Dios de la muerte no quiso cargarla con más culpa, pero también se vió preocupado por aquella nueva información.

“Tendré que informar al Consejo.”   Fue todo lo que dijo antes de desaparecer.

ㅤPor otro lado, Khonshu no paró de despotricar. Decía que había sido culpa suya, que si no hubiese estado ocupado estrechando vínculos con otros avatares no habría ocurrido nada de aquello. En cierto sentido resultaba estúpido, ya que fue el mismo Khonshu el que le dijo de trabajar junto a la otra avatar.

ㅤ“No te consiento que hables así de ella. He hecho todo lo que me has pedido, pero te recuerdo que ambos seguimos siendo humanos. Cometemos fallos como cualquier humano. Si hubieses ido tú, en lugar de lanzarme a mí, tal vez nada de esto habría pasado.”

Nunca antes se había revelado contra él como Marc, aquello le sorprendió. Él siempre era servicial, siempre callado mientras le decía su misión y cuando era felicitado o sermoneado por ello. No esperó verle responder con veneno algo en lo que tenía toda la razón.

“Tendré que informar al Consejo.”   Esas mismas palabras dijo el Dios Luna antes de desaparecer sin mayor explicación.

ㅤJake lanzó lo primero que tuvo en mano contra la pared con gesto frustrado. Tenía dos preocupaciones ahora: Sekhmet y Ahmanet. Le preocupaba que el haber liberado a la diosa de la guerra pudiese acarrear más problemas de los que ya habían tenido y también que Anubis hubiese sido muy duro con su avatar, o que le hubiese prohibido el volver a trabajar con él.
Se sentía estúpido. Había pasado por alto la primera norma que se impuso a sí mismo tras saber de Layla y lo que había supuesto para Marc e incluso Steven, casi provocando la muerte de los tres. Se dijo a sí mismo que nunca le ocurriría. Él se centraba en sus misiones, sólo salía para llevarlas a cabo... Y aún así, conoció a la mujer más impresionante que jamás había visto. Inteligente, ágil, fuerte, independiente, sarcástica y sin vergüenza alguna para decirte a la cara lo estúpido que eras. Era su tipo, sin duda alguna. Y, aún así, se vió a sí mismo pensando en quién se escondería bajo la grisácea piel y los brillantes ojos dobles. Si aquella personalidad seguiría allí cuándo volviese a su ser o se vería afectada de alguna forma.
ㅤIntentó no darle más vueltas a aquella bizarra situación, sabiendo que pronto ocurriría algo solo esperando que no fuesen demasiado grave, tumbándose en la cama para darle la conciencia al primer álter que despertase, probablemente Steven por el día y la hora que era.


ㅤEn la plaza de San Marcos de Venecia, una sombra oscura se deslizaba lenta y cansada bajo la atenta mirada de Olimpia Fathy, una reportera que acababa de perder el trabajo por el que tanto había luchado de forma estúpida sentada en un banco cercano que había perdido la fe en la humanidad. Se puso en pie, siguiendo la sombra que se movía de forma inexplicable a pesar de que había visto las suficientes películas como para saber que aquello nunca llevaba a nada bueno. La siguió hasta un lugar menos concurrido, era una callejuela sin salida dónde sólo habían un par de contenedores de basura, y era visible que pocos humanos habían pisado el lugar. Allí pudo ver, con párpados abiertos como platos por la sorpresa, su cuerpo helado en el lugar, como de aquella sombra que una oscura nube de humo parecía, la gran figura de una mujer con vestido blanco y cabeza de leona. No podía creer lo que sus ojos veían, a pesar de que su salud mental estaba en plenas facultades.

“¿Tu madre nunca te dijo que es de mala educación espiar a los demás, Olimpia?”

El rugido de la diosa egipcia le erizó la piel de la nuca, resultándole imposible seguir escondida por más tiempo. Se preguntaba cómo era que sabía su nombre, ¿acaso la había estado siguiendo? ¿La conocía, tal vez?

“Tú eres... Eres una diosa...”

ㅤ“Qué chica tan inteligente.”   Se burló la deidad apoyándose en su bastón.   “Mi nombre es Sekhmet, y ahora que estás aquí, creo que ambas podemos ayudarnos mutuamente.”

ㅤ“¿Cómo podría yo ayudar a una diosa?”

ㅤ“Necesito un avatar que trabaje para mí, una guerrera fiel. Creo que eres la más indicada para el trabajo. ¿No crees?”

ㅤ“Yo... No sé...”

ㅤ“Estás cansada de que la humanidad se rija por leyes absurdas. Que el más adinerado tenga más privilegios y el que con más contactos posea mayor probabilidad de éxito. ¿No es así?”   No dejó que contestase, siguió utilizando su odio en su beneficio.   “Si trabajas para mí, podremos equilibrar la balanza. Todos tendrán las mismas probabilidades. Los abusadores de poder serán exterminados. Únete a mi lucha de poder y tendrás todo cuánto desees, Olimpia Fathy. Podrás curar la enfermedad de tu madre, conseguirás el trabajo de tus sueños. Todo cuánto desees será tuyo. Sólo debes aceptar.”

La imagen de su madre postrada con gesto débil en la camilla de un hospital apareció en la mente de aquella mujer, aumentando su ira y preocupación. Sus ojos buscaron los de la deidad, sus puños cerrados con determinación. Había logrado convencerla utilizando la delicada salud de su progenitora, un truco muy ruin de una deidad que necesitaba con urgencia un avatar. Había conocido en su liberación al avatar de Khonshu y al de Anubis, y ambos lucían poderosos. Necesitaba alguien que fuese capaz de dar su propia vida para la causa, alguien fuerte y que estuviese implicado. Qué suerte tuvo cuando Olimpia apareció en su vida. Tan débil, tan accesible. Fue capaz de escuchar sus pensamientos, los cuales eran muy audibles, buscando sus puntos débiles cuándo encontró aquellos sucesos tan fácilmente manipulables.

ㅤ“Acepto.”

ㅤY aquella fue la única palabra que la diosa necesitó para extender su mano con una sonrisa satisfecha, una bruma oscura surgiendo de su palma en dirección a la morena, rodeándola lentamente como una serpiente hasta cubrirla por completo. Un traje tradicional egipcio cambió su ropa, su piel brillaba dorada, como si hubiese sido esculpida en oro, su rostro fue escondido en una máscara dorada también, como una guerrera egipcia, sus ojos oscuros se veían tras la máscara, decididos a seguir cualquier orden que la diosa le impusiera.

ㅤ“Cuando portes esa máscara, serás Pacifier Knight, la mano de la justicia, princesa de la guerra, avatar de Sekhmet.”

𝐀𝐇𝐌𝐀𝐍𝐄𝐓 |  𝘔𝘢𝘳𝘤 𝘚𝘱𝘦𝘤𝘵𝘰𝘳Where stories live. Discover now