𝟎 𝟏 𝟕

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ㅤSalieron en el campo de batalla por el mismo lugar dónde habían entrado en la Duat. Nada más poner un pie fuera y tal y como habían previsto, todos los ojos dorados y faltos de vida se dirigieron hacia ellos.

“Empezaba a creer que habíais huído.”   La voz de Pacifier sonó burlona, mientras su figura emergía desde los cuerpos preparados para la batalla.

“¿Y perdernos la diversión?”   Respondió Ahmanet con una sonrisa que a Steven le hubiese provocado escalofríos de haberla visto.

“Entonces no lo alarguemos más.”   Masculló perdiendo su postura relajada. Su alargada arma apareció en su diestra, sin dejar de mirar a su objetivo principal: la avatar de Anubis.   “Guerreros de Sekhmet, ¡atacad!”

ㅤMientras Layla y Jake hacían aparecer sus armas y se ponían en posición de defensa, viendo como todos aquellos humanos hipnotizados se dirigían hacia ellos sin la mínima intención de detenerse, Ahmanet dió un paso adelante y chocó tres veces sus brazaletes entre ellos, sonando más como un par de copas de cristal. Después apoyó una rodilla en el suelo, sus dedos pálidos tocaban la arena bajo sus pies bajo la atenta mirada de Pacifier, que no sabía, por primera vez, lo que estaba haciendo.

“Guardianes de la Duat, imploro vuestra presencia. Luchad a mi lado para salvar el mundo de los vivos y se establezca nuevamente la paz.”

Moon Knight y Scarlet Scarab se miraron entre sí durante unos instantes al escucharla, no estaban seguro de qué iba a ocurrir, cuándo el suelo a sus pies empezó a temblar, sorprendiendo a los presentes. Desde detrás de ellos se elevaron decenas de formas de arena, que al alzarse se convirtieron en guerreros egipcios con cabeza de can, todos ellos armados y en guardia, como si fuesen un ejército bien entrenado.
ㅤLa mirada de Pacifier, al menos por unos instantes, reflejó pánico. Su ejército eran humanos corrientes, desde un camarero hasta un ama de casa. Solo un par eran policías o bomberos, pocos allí estaban entrenados para la pelea, y sin embargo, la guardia que había mágicamente aparecido para servir a Ahmanet era de la Duat. Guardianes del mundo de los muertos.
ㅤEl miedo dió paso al enfado, apretando con violencia el mango de su arma dorada al mismo tiempo que echaba a correr en dirección a la morena, su primer y único objetivo. Se lo había tomado como algo personal, era la piedra de su zapato. Aún no había logrado deshacerse de ella, y estaba frustrando sus planes, algo que no estaba ayudando en su humor.
ㅤAhmanet, sin embargo, sonrió. Sabía que llevarla al límite la volvería más torpe, y estaba consiguiendo lo que deseaba. Sabía que ambos avatares, ayudados por la guardia de Anubis, serían capaces de lidiar con el ejército de Pacifier, lo que le daba vía libre para encargarse de aquella avatar con la que tanto estaba deseando acabar de una vez por todas. De sus manos salió bruma oscura que acabó por convertirse en sus dos khopesh egipcias oscuras, dirigiéndose hacia Pacifier con más calma de lo que ella estaba acercándose en comparación.
ㅤSus armas chocaron con un sonido metálico cuando estuvieron cerca. Pacifier asestaba ataques violentos que Ahmanet esquivaba con maestría, la dorada estaba actuando tal y como la plateada esperaba. Era más irracional, más violenta. Pero sus ataques eran más torpes, más lentos. Buscaban dar con toda su fuerza, pero habían perdido toda su destreza y rapidez. La primera vez que se enfrentaron le pareció una contrincante más que aceptable, de las mejores que había tenido, pero en aquel momento... Le parecía un mero chiste. Le resultaba demasiado fácil evadir sus ataques, y atacarla casi le apenaba pues sabía que conseguiría acabar con ella con mayor facilidad de la que conllevaba atrapar una mosca.

“Juntas podríamos ser invencibles.”

ㅤ“¿Ahora buscas llevarme a tu bando? Patético. Tienes que estar realmente desesperada para utilizar esa triste táctica.”    Se burló Ahmanet empujando el cuerpo de su contrincante con el pie, haciéndola caer al suelo.

“Eres la avatar de Anubis, sé que no tienes esos estúpidos pensamientos que tienen los otros avatares. No te preocupa arrebatar una vida, no si con ello consigues tu cometido.”

Se sostenía de sus antebrazos para no estar postrada por completo en la arena, mirando a la avatar que parecía una tétrica momia de rostro hermoso con la respiración agitada. Se le acababan las ideas, eso era cierto, y ya no veía a su diosa. Antes Sekhmet siempre aparecía para decirle cuál era su siguiente paso a seguir, como si fuese su jefa o su marionetista, pero ya no estaba. La había buscado en las esquinas, en los espacios más oscuros, sin éxito. Estaba sola en aquello, pero no se iba a dar por vencido.

ㅤ“Tienes razón... Pero, al contrario que tú, querida, elegí el bando correcto.”

ㅤ“¿Y cuál es ese bando?”

ㅤ“Mira a tu alrededor, Pacifier.”

Ahmanet agarró de la oscura melena lisa de la dorada sin compasión, haciéndola erguirse hasta quedar de rodillas mientras ésta se quejaba. Le faltaba fuerza para poder atacarla, lo supo en cuánto su intento de hacerlo resultó en vano. Así que hizo lo que la avatar le pidió.
ㅤEl campo de batalla estaba lleno de acción. Los cuerpos se amontonaban, pero solo habían humanos. Algunos guardianes se deshacían como arena cuando les daban un golpe certero, pero en comparación iban ganando. Se encargaban de que aquellos humanos que habían sido inducidos contra su voluntad a ello no acabasen muertos, si no fuera de combate. Algunos sufrían golpes o cortes por armas, pero nada más allá.
ㅤScarlet Scarab tenía extendida sus alas, unas alas que se movían. Podía alzar el vuelo, lo que la hacía más inalcanzable y rápida. Con su lanza y desde el aire se encargaba de más objetivos, aterrizando en ocasiones para seguir atacando con maestría, parecía haber nacido para aquello.
Moon Knight era difícil de observar, no porque los enemigos no dejasen que se viese su figura, si no porque parecía un borrón entre todos aquellos presentes. Algo que llamaba su atención era su constante cambio. Su traje de avatar cambiaba en diversas ocasiones, y con éste su forma de pelear e incluso sus armas. Comenzaba como un traje oscuro, golpeando con un brillante cetro que era capaz de lanzar a metros de distancia a sus adversarios; luego se convertía en un traje blanco y una máscara, moviéndose con mayor rapidez con dos espadas que emitían luz propia contra aquellos que iban armados. Aquellas espadas tenían tal poder que aquellas armas que tocaban sus hojas se rompían como si fuese porcelana fría. Luego volvía a un traje ceremonial, algo más claro, y sacaba dagas de media luna brillantes que giraban en el aire cuando las lanzaban como proyectiles inteligentes y siempre daban en el blanco, aunque en esa ocasión le gustaba más utilizar el combate cuerpo a cuerpo.

“Has perdido.”

Llevaba razón, lo sabía. Viendo inmovilizada como se quedaba lentamente sin ejército lo supo. Estaba enfadada, frustrada, con el ego herido. Apenas le quedaba fuerzas tras aquel ataque de orgullo y empezaba a quedarse sin ideas. No podía perder así. Siendo abandonada por su diosa a su suerte. Había sido engañada, y se estaba dando cuenta bajo la máscara que tapaba su semblante herido.

𝐀𝐇𝐌𝐀𝐍𝐄𝐓 |  𝘔𝘢𝘳𝘤 𝘚𝘱𝘦𝘤𝘵𝘰𝘳Where stories live. Discover now