𝟎 𝟏 𝟗

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“¡Ineptos! Voy a tener que hacerlo yo misma.”

ㅤLa enfadada voz de la diosa de la guerra resonó con furia entre las paredes de la nave abandonada. Se debía a que, los cuatro avatares, habían logrado derribar con éxito a sus contrincantes y yacían en el suelo sus cuerpos inconscientes, cosa que a Sekhmet no le hizo la menor gracia. Perdió la poca paciencia que tenía.
ㅤLas grandes zancadas de su gran figura resonaron llamando la atención de los que aún se mantenían en pie, poniéndose en guardia al ver a la mujer con cabeza leónica avanzar hacia ellos mostrando los dientes, un rugido saliendo de su boca abierta.
ㅤLayla intentó hacerla parar alzando su lanza hacia la diosa, pero ésta de un manotazo la apartó con violencia como si se tratase de un insecto en su campo de visión. La fuerza del golpe fue tal, que el cuerpo de la avatar fue lanzado alcanzando en el trayecto a Moon Knight (Steven específicamente por cómo se veía su elegante traje de corbata blanco), que intentó pararla sin éxito. Ambos golpearon la pared de la entrada del lugar quedando fuera de juego al momento. Ambos inconscientes bajo la mirada rápida de Ahmanet.
ㅤLa siguiente en atacar, con un grito lleno de furia y ansias de venganza, fue Pacifier. Quién, mientras blandía su dorada espada hacia la diosa, ésta atrapó en el aire su brazo, tirando de su cuerpo con violencia hacia el lado contrario. Ella, al contrario que los dos primeros avatares, no tuvo la suerte de quedar inconsciente. El dolor de las costillas rotas latía bajo su piel como fuego ardiente, dificultando su respiración y haciéndole fallar repetidas veces al intentar ponerse de pie.
ㅤAhmanet estaba enfadada. Eran pocas las veces que aquello sucedía, pero ver a sus compañeros de batalla siendo aplastados como cucarachas por esa diosa le hizo hervir la sangre, y no ayudó la risa psicótica que pudo escuchar de la felina cuando posó la vista en ella, como si supiera lo que iba a ocurrir.

“Contigo me tomaré mi tiempo, me has causado demasiados problemas.”

La morena apretó el mango de sus khopesh oscuras, sus orbes dobles parecían brillar furiosos cuando bajó la mirada y el pequeño brillo fugaz de sus brazaletes le recordó el regalo de su dios. Con una sonrisa lobuna alzó la mirada a la diosa, que perdió parte de la sonrisa viéndola chocar dos veces con un sonido metálico que provocó su eco en todo el lugar ambas reliquias.
ㅤAhmanet echó a correr hacia la diosa, pero cuando Sekhmet lanzó sus zarpas en su dirección el cuerpo de la avatar se descompuso en una oscura bruma de arena que la traspasó. Viajó hacia la espalda de la deidad, volviendo a su cuerpo original deslizando una de sus armas por el brazo con el que la había atacado, haciéndole un corte y provocándole un rugido. Cuando la diosa quiso atacarle, ocurrió lo mismo. Su cuerpo se convirtió en bruma oscura que incluso impedía su visión y después llegaba el golpe. Rodilla, hombro, costado, antebrazo. Iba atacando a la diosa, aunque sus armas no tenían la fuerza suficiente para poder atravesarla por completo.
ㅤSteven, que había recuperado la consciencia, intentaba aún algo desorientado por el golpe levantarse mientras veía a Sekhmet intentar atrapar el humo. Casi le hubiese resultado divertido de no ser por lo que vió horrorizado segundos después.

ㅤEn medio de ese torbellino de humo negro, la diosa encontró un punto débil. Extendió sus garras, hundiéndolas en las costillas de la avatar que quedó colgando en manos de aquella lunática. La morena pudo escuchar de fondo el grito horrorizado del británico llamándola por su nombre. No llamaba a Ahmanet, llamaba a Evie. La misma que estaba boqueando por aire porque habían perforado sus pulmones. Sekhmet sonrió. Una sonrisa que hubiese congelado la sangre a muchos, pero no a ella, y la dejó caer como si no fuese más que un estorbo.
ㅤSteven echó a correr hacia el cuerpo tendido de la muchacha que en tan poco tiempo tanto había logrado hacerle sentir, porque Jake estaba demasiado en shock en ese momento y Marc prefería tener controlado a Jake en ese momento tan delicado. Su máscara había desaparecido para cuando estuvo a su lado, alzando un poco su cuerpo mirándola asustado. Casi temblaba de miedo.

Evie. Evie estoy aquí. Respira conmigo.”   Su voz tropezaba al hablar, verla así le hizo sentir como si fuese la última vez que la vería, y no quería eso.   “Vamos, J-Jake se enfadará si no cooperas. Ya le conoces.”

ㅤUna sonrisa ahogada hizo sonreír al británico, aunque una lágrima traicionera hacía saber que no estaba feliz. En lo absoluto. No le importaba seguir teniendo cerca a una diosa que no dudaba en intentar matarlos, no podía dejarla sola allí.
ㅤAhmanet alzó una de sus manos hacia la mejilla de Grant, aunque sentía su brazo como si pesara el doble o más, y limpió su lágrima.

ㅤ“No valgo las lágrimas... de alguien tan puro.”    Sentía la quemazón de un fuego vivo en su interior al hablar, por eso le costaba tanto.

“No digas tonterías, Evie. Eres maravillosa. Eres dulce, encantadora. Das algo de miedo así, no te voy a mentir, pero tienes un corazón de oro incluso más brillante que la máscara de Pacifier. Tienes que seguir aquí. Tienes que luchar, por tí. Por nosotros.”

“Ha sido... Un placer... Conoceros. Dile a Jake... Que lo lamento, ¿vale?”

“Por favor, no nos dejes...”

ㅤSteven hacía todos sus esfuerzos por no llorar, su labio interior temblaba aunque lo tenía contraído. Sus grandes ojos de cachorro brillaban por las lágrimas que amenazaban por salir y su voz se rompió al decir aquellas palabras. Tuvo que ver, tras una pequeña sonrisa de la morena, como sus dobles iris se unían lentamente, quedando aquellos ojos chocolate que tenía la franco-egipcia sin el brillo que tuvieron en vida.

“No... Por favor no... ¡No!”

ㅤEl británico se abrazó al cuerpo de la avatar desconsolado, llorando todo lo que había estado conteniendo como si esperase que aferrarla entre sus brazos la hiciese regresar. Mientras, en el reflejo, un Jake paralizado veía la escena con ojos desorbitados. Una lágrima silenciosa cayendo por su mejilla izquierda mientras sentía su corazón romperse en pequeños pedazos. Incluso Marc lloró. Habían perdido no solo a una gran guerrera, si no a una mujer que valía su peso en oro.

𝐀𝐇𝐌𝐀𝐍𝐄𝐓 |  𝘔𝘢𝘳𝘤 𝘚𝘱𝘦𝘤𝘵𝘰𝘳Where stories live. Discover now