El fuego antes de los cristales rotos

13.- DECISIONES PRECIPITADAS

Por mucho tiempo creí que Hannibal Lecter era la persona más inteligente con la que interactuaría, al menos hasta que mi hija, quien también es su hija, tuvo capacidad de raciocinio.

Hannibal siempre lo tenía todo planeado y tenía un par de planes de contingencia en caso de que el plan inicial no funcionara, siempre fue muy cuidadoso con todos los detalles para prever lo que podría pasar y como salir bien librado de todo o al menos así fue hasta que Will Graham apareció.

Todo perdió sentido, nada era lo suficientemente interesante para el doctor, ni siquiera yo.

Hannibal tenía planeado un viaje a Minnesota. Él, Abigail y yo por tres días, nunca mencionó cual era el motivo de este viaje solo dijo que era imprescindible y todo iba según lo planeado hasta que un par de horas antes de salir una llamada cambio los planes.

"Isabelle..."

La voz al otro lado del teléfono me hizo temblar, había pasado varios años desde que lo escuche y saber de él me afecto más de lo que podría haber imaginado.

"Papá..."

"Los doctores encontraron un pequeño tumor en mi estómago y van a extraerlo, la cirugía es de bajo riesgo, aun así pensé que deberías saberlo..." su voz sonaba tan cansada que me era doloroso el escucharlo.

"¿Dónde estás?" la pregunta se había escapado de mi sin siquiera notarlo "¿En dónde estás ahora mismo?"

"En casa, preparándome para mi cirugía de mañana"

"De acuerdo..." dije tratando de tranquilizarme "Voy a tomar el primer vuelo a Palermo disponible"

"Isabelle, niña..." él soltó un suspiro cansado antes de continuar "No tomes decisiones precipitadas, eso sería un vuelo de diez horas"

"Son nueve horas y cuatro minutos"

"Te he dicho que no vengas"

"No me importa"

Colgué el teléfono y corrí a contarle a Hannibal sobre lo que estaba ocurriendo, se notaba que no estaba feliz con el cambio que mi ausencia haría en sus planes.

"Entiendo si tienes que ir" había un pequeño toque de decepción en la voz del doctor aun así estaba siendo sincero "No voy a detenerte aunque preferiría si fueras conmigo"

"Lo se... Y lo siento mucho" por un momento me sentí culpable por tener que irme, pero me sentía obligada a hacerlo "No puedo dejarlo solo Hannibal"

Él puso una de sus manos en mi hombro y se acercó para besar mi frente a modo de apoyo moral "Esta bien, me alegra ver cómo pese a que él te dejo sola cuando más lo necesitabas tú seas mejor que eso"

"Hipócrita..."

Me abrazó mientras sentí mis ojos humedecerse "Esta bien preciosa, no hay necesidad de llorar" susurró en mi oído "Yo estaré aquí cuando regreses"

"Gracias..."

Y así tres horas después estaba en un vuelo en dirección mi ciudad natal en la cual no había estado desde que Hannibal se convirtió en mi tutor legal.

Cuando finalmente llegue a Palermo mi padre ya se encontraba en cuidados post operatorios bajo el cuidado de varios especialistas, estuve sentada a su lado por lo que se sintió par una eternidad hasta que despertó.

"Victoria..."

Me congele por momento al escucharlo llamarme por el nombre de mi madre, me asegure de mantener la compostura y negué "No papá, soy yo... Bella"

"¿Bella?" él aún estaba aturdido por los medicamentos "¿Isabelle?"

"Así es, soy yo" mi voz se quebró, dolía tanto estar ahí, quería correr, gritar y llorar, pero no lo hice. Pese a haber nacido ahí no se sentía como estar en casa, casa era en Baltimore o donde sea, pero que Hannibal estuviese conmigo "Estoy aquí"

"Te dije que no vinieras"

Solo pude atinar a asentir "Lo se..." aun en esa situación él seguía rechazándome justo como lo había hecho cuando era niña "Se lo que dijiste"

"¿Por qué estas aquí?"

"Porque quiero"

No pude quedarme más de cinco días, el constante rechazo y apatía por parte de mi padre me estaba matando, Hannibal tenía razón, yo era mucho mejor que mi padre.

Cuando regrese a Baltimore lo primero que vi en una de las pantallas del aeropuerto fue la noticia del arresto de Will por el asesinato de Abigail.

"¿Qué hiciste Hannibal?"