09.- ABIGAIL

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La mitad de mi vida habíamos sido solo él y yo, por eso cuando llego Abigail a nuestras vidas todo cambio por completo y no de la manera en que me hubiese gustado.

Una tarde Hannbal me citó en su casa diciendo que tenía una sorpresa para mí, recuerdo haber estado tan emocionada, ese día me prepare vistiendo algo bonito que sabía le gustaría combinado con joyas discretas y perfume de aroma suave para su refinado y sensible sentido del olfato, todo para hacer de mi presencia tan placentera para él como fuese posible, quería mostrar mi devoción por él de manera física.

Pero lo que me encontré al llegar a su casa no fue nada lo que esperaba, estaba esperando una elegante cena acompañada de una exquisita botella de vino y mucho coqueteo que culminaría una noche de sexo apasionado, en su lugar encontré con un bizarro reflejo de mi misma.

Ahí estaba ella ocupando uno de los bancos de la barra de la cocina mientras bebía despreocupadamente de la taza que sostenía en sus manos, era como verme uno de esos espejos distorsionados que tienen en las ferias, si bien ella y yo no teníamos ningún tipo de parecido físico compartíamos una característica que solo un puñado de personas más en el mundo compartían y eso era el haber sido criadas por un asesino serial.

"Bella... Qué bueno que ya estás aquí" la voz del doctor me llamó de manera tan tranquila que me resultaba insultante "Hay alguien a quien quiero que conozcas" dijo mientas ponía su mano delicadamente en la espalda de la chica frente a mi "Ella es Abigail Hobbs"

"¿Tienes una hija?" los ojos azules de Abigail se fijaron en mí y en su boca se formó una sonrisa que iba dirigida a mí.

"No"

"No soy su hija... Al menos no biológicamente hablando" ella me miró confundida y eso solo me molesto aún más "Él solía ser mi tutor legal"

La chica Hobbs volteó a ver a Hannibal buscando ayuda "No entiendo..." dijo aun mirándolo.

"Obviamente..."

"Isabelle" me reprendió el doctor "Lo que Bella está tratando de decir es que yo solía ver por ella y su bienestar, no estamos relacionados de manera bilógica pero podría decirse que yo soy su padre"

"¿Están seguros de que no están emparentados?"

"¿Por qué lo dices?" pregunté estando harta de escuchar su voz

"¿Estas bromeando verdad?" una risita se escapó de sus labios y yo solo negué "Eres idéntica a él"

"Creo que el termino ¨idéntica¨ es algo exagerado" dijo Hannibal con una sonrisa "Pero no es la primera vez que nos dicen que nos parecemos" él rodeo la barra y se paró a mi lado para después abrazarme y darme un beso en la frente "Nosotros seremos tu familia de ahora en adelante"

"Siempre quise una hermana" confesó Abigail más que emocionada lo cual hizo que mi estómago se revolviera "Es la mejor familia que pude haber encontrado"

Hannibal estiró uno des brazos en dirección a ella indicándole que se acercara para unirse a nuestro abrazo ¨familiar¨ la chica prácticamente corrió a nosotros y rodeó nuestros cuerpos con sus brazos tanto como le fue posible.

Siendo completamente honesta yo ODIABA a Abigail Hobbs, cada vez que ella abría su boca todo lo que yo escuchaba era ¨golpéame Bella, golpéame muy fuerte¨, cada palabra que salía de ella me molestaba, escuchar a Hannibal hablar de ella me ponía furiosa y el compartir un mismo espacio con ella arruinaba mi día, no quería saber de ella y mucho menos estar con ella, aunque en el fondo siempre supe que mi odio por ella no era más que el reflejo mal dirigido del odio que me tenía a mí misma. Abigail y yo habíamos pasado por situaciones similares y al mismo tiempo tan diferentes, su padre mataba por un extraño retorcido sentido de amor que sentía por ella, las mataba de la forma más indolora posible y las trataba con amor y cuidado hasta el último momento, mataba y se comía a chica que se vieran como Abigail para no hacerlo con ella, las trataba con devoción mientras que a ella la obligaba a participar de sus asesinatos y la agredía sexualmente. En mi caso Hannibal mataba por el placer de matar, trataba a sus víctimas como cerdos porque así era como él los veía mientras que a mí me trataba con devoción y cuidado, cada una de las veces que habíamos tenido sexo había sido siempre de manera consensuada por ambos y si alguien había sido grosero conmigo él se deshacía de ellos.

Eran situaciones tan diferentes, pero a la vista de todos ambas éramos las hijas perfectas de padres devotos y amorosos, cuando a puerta cerrada habíamos sido forzadas a crecer entre sangre y muerte lo cual nos consumía por dentro.

Yo la odiaba y eso estaba más que claro... Pero me odiaba más a mí.

El fuego antes de los cristales rotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora