Capítulo I

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- Hoy tu vida cambiará para siempre, el destino hará de las suyas y verás de frente como luce el amor. Tu alma encontrará su gemela y romperá la maldición, se llevará la tristeza y dará paso a la luz y la alegría – Valentina no entendía nada de lo que decía aquella gitana que apareció de la nada mientras caminaba por el parque del pueblo.

- ¿Qué dice? – preguntó extrañada.

- Luego lo entenderás – sonrió y se fue por donde había venido.

- Mucha locura en el mundo, demasiada – dijo para sí misma sacudiendo su cabeza y siguió su destino hasta el banco donde la esperaban para firmar unos papeles importantes.

El resto de la mañana lo utilizó para buscar los dos ejemplares que había perdido uno de sus trabajadores. Eso la tenía de muy malhumor, alguien podía pincharla y no saldría una gota de sangre, no entendía como la ineptitud podría llegar a esos niveles.

- Es que no se puede ser más imbécil, Nicolas, eres el capataz de esta hacienda, conoces a los animales tanto o más que yo – se quejaba la malhumorada ojiazul y parecía que una de las venas de su frente iba a explotar - ¿Cómo se te ocurre permitir que Fercho fuera solo a llevar a los animales al abrevadero? – gruñó - ¡Mierda! – soltó su frustración, se dio la vuelta y suspiró, se acercó más al trabajador – Si no logramos recuperar esos dos ejemplares te juro, como que me llamo Valentina Carvajal, que te voy a hacer trabajar la vida entera para que me pagues el costo de cada uno – lo amenazó apuntándole con el dedo. El azul de sus ojos se hizo más sombrío como solía suceder cuando se enojaba, daba miedo mirarla de frente, sobre todo, cuando apretaba su mandíbula. En más de una ocasión no había podido contener su rabia y terminaba despidiendo a varios trabajadores por considerarlos ineptos.

El joven frente a ella se limitó a tragar sus palabras y la explicación de lo acontecido, después de todo tenían una larga amistad y la conocía a la perfección. Era mejor no provocarla ni responder a sus cuestionamientos, cuando se calmara la haría entender la situación, así las cosas, no irían a peor.

- Como digas, Valentina, si no aparecen los animales yo pagaré por ellos. Te doy mi palabra – respondió con voz calmada, aunque lo que realmente deseaba era darle un puñetazo. La dueña de la hacienda podía sacar a cualquier ser humano de sus cabales, demasiada tristeza y frustración en un solo ser humano. En el fondo, muchos de sus trabajadores sentían lastima por ella. Otros simplemente la veían como la déspota jefa que los maltrataba y a la cual morían por mandar a la mierda, pero no podían perder sus empleos. No en vano Luna Encantada era la hacienda que mejor pagaba a sus trabajadores en toda la región.

La realidad es que la bella y, ahora, brusca mujer tenía un pasado doloroso y eso la había convertido en una versión de sí misma muy diferente a lo que era en sus inicios. Después del accidente en que su esposa perdió la vida, nunca volvió a ser la misma persona amable, risueña y simpática que solía ser. Aquel dos de julio la había marcado para siempre, la hundió en el dolor de perder lo que más amaba y la ahogó en la tristeza de no saber cómo continuar.

Desde ese día la luz y el brillo en sus ojos desaparecieron dando paso a la tristeza y la melancolía por los planes y el futuro que no pudieron ser. El único motivo para seguir fue su princesita Gala, una preciosa pequeña de pelo castaño, largo y liso, ojos azules y profundos, de sonrisa encantadora y poseedora de una dulzura inigualable, ella le animaba la vida y le daba fuerzas para continuar aun cuando lo que deseaba hacer era rendirse y perderse en su soledad para lamer sus heridas. Por su hija se mantenía de pie, aunque ya no quedaba ni la sombra de aquella ojiazul risueña y apasionada por los caballos que recorrió el mundo ganando premios en las más importantes competencias hípicas. Ahora era la sería y, la mayoría del tiempo, malhumorada Valentina Carvajal, dueña de "Luna Encantada", la hacienda que pertenecía a su familia desde hace más de 50 años, que solo sacaba su lado amable y dulce con Doris, su ama de llaves, y su hija. El resto de los empleados y allegados eran víctimas de su ira y frustración.

Luna EncantadaKde žijí příběhy. Začni objevovat