— No puede ser. — volteó hacia otro lado que no fuera hacia él, con una pequeña mueca de angustia.

— Si quieres puedo quedarme cerca de ti para...

— Vamos, Yeji. — Jeno no dejó que terminara su frase ya que pasó un brazo por encima de sus hombros y se la llevó rápido para ir a los juegos.

Minjeong rechistó en un susurro por eso.

— Hola, Kim. — Haechan ya estaba frente a ella con una sonrisa diminuta.

— H-hola. — sonrió como tratando de parecer normal.

— Pensé que no vendrías por lo de tu estrés.

— Ah si, — pasó una mano por su cabeza— eso... ya pasó.

— ¿Te subirás conmigo? — dijo con una sonrisa burlona sobre su rostro, lo que causó que ella tragara nerviosa y sintiera un hormigueo en el estómago.

— Am... bueno yo... no lo sé. 

— ¿Por qué no?

— Es que... recién me estoy recuperando del dolor de estómago, y... no quisiera arriesgarme.

— ¿Tienes miedo a vomitar? — rió burlándose, lo que hizo que ella le golpeara el brazo.

— No es eso, dejate de cosas.

— Bueno, si no quieres subir está bien. Sólo no te apartes de nosotros.

— Si, como sea. — rodó los ojos con ironía. El chico sonrió y comenzaron andar hasta buscar a los demás en el juego del barco. Ese en el que te subes como en un barco pirata y este se eleva como columpio tan alto como te lo imaginas.

Minjeong solo de ver lo alto que se elevaba sintió marearse.

— No te asustes, no es como si te dejaran subir.

— ¿Me estás llamando enana? — replicó con enojo.

— Solo digo que tu carita es como la de una niña pequeña, por eso. — contestó encogiendose de hombros. Minjeong sintió las típicas mariposas en el estómago y las mejillas calentarse.

¿Por qué tenía qué sentirse alagada por él? ¡Por el chico qué le gusta!

No dijo nada y vio a Haechan subirse con Jeno al juego.

— Ahora vuelvo. — avisó a Yeji y esta asintió sin siquiera preguntarle a donde.

La verdad era que Minjeong quería alejarse un momento de ellos para respirar y relajar su mente. Tanto para calmar sus ansias y sentimientos por tener a Haechan a su lado. Ahora que sabía que le gustaba era más díficil tenerlo cerca de ella. Podía controlarse, pero el hecho de pensar todo lo que había escuchado la vez pasada con sus amigos la hacía ponerse más triste y confundida.

Iba por darse la vuelta para regresar cuando entonces chocó con alguien que hizo que ambos cayeran en la tierra. Minjeong se reincorporó pero sin levantarse, miró su ropa cubierta de tierra arenosa y empezó a sacudirla para limpiarla. 

Ni siquiera se había percaptado con la persona que había chocado, hasta que su vista fue a dar en una persona parada frente a ella que la miraba con determinación y cierta superioridad.

Era un chico el cual no lograba verlo con claridad ya que empezaba a  oscurecer, pero logró ver a su cabello lacio y negro, con las puntas color azul. Su altura podía ser más que la de ella, vestía de pantalón de cuero negro, un cinturón y un sueter negro tejido con cuello en forma de V y fajado.

La presencia de ese chico la llenaba de confusión, pero sobretodo de terror.

— Lo siento, fue mi culpa. — dijo él extendiendo su mano para ayudarla a levantarse. Minjeong la tomó aunque muy temerosa, y cuando estuvo de pie pudo ver con perfección su rostro; sus ojos color miel felinos, mandíbula afilada, tes como la nieve y su mirada era atemorizante, pero a la vez dulce. Quien lo viese de la forma en la que ella lo miraba podía ser capaz de decir que era una persona tierna, pero para Minjeong era como si tuviese dos caras, dos por las cuales no decidía cual era la verdadera.

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