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Minjeong se imaginaba un lugar nada agradable, con chicas bailando al flote de fuerte música o algún tipo por allí vendiendo droga. Pero lo más absurdo y a la vez bueno era que no imaginó terminar en una tienda de batidos caros en el centro de Seúl con Haechan.

— Deme uno de cajeta — pidió a la persona que despachaba los pedidos. — ¿De qué lo quieres?

— No tienes que hacer esto.

— No te estoy preguntando si quieres o no — ella rodó los ojos negando sin opción.

— De vainilla.

Ambos salieron de aquella tienda y se detuvieron en una banca del parque, cada quien a una cierta distancia del otro. Haechan permanecía con la pajilla en la boca mientras que Minjeong apenas y le daba un sorbo.

— ¿No te gustó?

— No es eso, es solo que... bueno...

— ¿Pensaste que te llevaría a otro lado? — empezó a reír.

— ¿Cómo iba a pensar eso? — respondió orgullosa mirando el vaso de plástico.

— ¿Entonces?

— Me da miedo que nos vean y digan que nos escapamos, que vean la placa de la escuela. ¿Qué tal que llegue un viejo loco y me quiera secuestrar y entonces...

— Kim — de inmediato puso su atención en Haechan — Hablas mucho y de paso eres muy dramática. Ahora cállate y bebe eso que pagué por ello.

— No era necesario — susurró y le dió un sorbo a su bebida. Esto era extraño. Era extraño estar con alguien que le odia y le odiaba también, pero aún así la duda permanecía más en su cabeza — ¿Por qué me trajiste aquí?

— Ya te dije, favor con favor se paga.

— Entonces dime ¿qué hiciste exactamente para que me dejarán?

— Lo que importa es que ya te dejaron en paz ¿no? — volteó confundido.

— Sí, pero quiero saberlo.

— Minjeong, hay muchas cosas que no puedes saber.

— ¿Por qué no?

— Porque sino no tendría sentido que te las diga — ella rodó los ojos y mejor disfrutó lo poco que le quedaba de su batido. El chico sacó su celular de la chaqueta mirando a la pantalla.— Deberíamos irnos — se levantó y tiró el vaso de plástico vacío en un contenedor de basura, Minjeong hizo lo mismo y comenzó a andar a su lado.

Esperaban a que los autos se detuvieran para así poder cruzar la calle, pero unos silbidos cerca de ellos pusieron nerviosa a la chica. No quería voltear mucho menos para ver si la persona era mayor que ellos. Haechan notó a Minjeong muy inquieta después de mirar a su izquierda.

— No le mires — susurró cerca de su cien y pasó un brazo por sus hombros, como una forma de "protección". Pero nuevamente volvieron a silbar y Haechan se volteó ya harto. — ¿Tienes algún problema? — le gritó a un hombre que por cómo miraba a Minjeong supo que el debía ser el dueño de esos silbidos.

— ¿A dónde vas tan preciosa? — soltó con descaro, pero poco después Minjeong ya no sintió el brazo de Haechan sobre sus hombros, imaginó que tal vez iría con ese viejo a decirle que la dejará de molestar, pero no escuchó nada más que un golpe seco. Creyó lo peor cuando escuchó a alguien quejándose desde el suelo, pero al voltear un poco, el temor desapareció al ver que la sangre salía de la boca y nariz de ese viejo, y que Haechan era quién le había golpeado. Vió al chico agachándose a su altura y tomando al hombre del cuello de la camisa.

𝖫𝖾𝗍'𝗌 𝖯𝗅𝖺𝗒 ➸ 𝖧𝖺𝖾𝖼𝗁𝖺𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora