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Una vez que el vehículo se detuvo cerca de la acera de la escuela bajó de este colgándose la mochila por ambos hombros, sacudió su uniforme color negro y acomodó un poco su corto cabello negro. Cerró la puerta del copiloto y agitó su mano sin muchas ganas hacia su hermano en forma de adiós.

Iba caminando con pereza hacia su aula, cuando siente que alguien ya está caminando a su lado.

— Buenos días, Kim —Ningning saludó con una gran sonrisa, pero Minjeong simplemente gruñó rodando los ojos.

— ¿Qué tienen de buenos? —soltó con desdén sin mirarle. La sonrisa de Ningning se desvaneció, ella entendió que Minjeong no la quería cerca y con tristeza se fue alejando.

Una de las cosas que menos le importaban a Minjeong era el estado emocional de los demás, así quisieran ayudarla ella siempre rechazaba a todos. Podría sonar un poco antipático, pero ella prefería mil veces estar sola que mal acompañada.

Cuando llegó al aula dejó su mochila sobre su mesa, de ella sacó una libreta y un lápiz para comenzar a dibujar.

Pasaron algunos minutos hasta que la campana sonó dando inicio a las clases. Y mientras anotaba lo más importante una bola de papel cayó sobre su escritorio. Frunció el ceño e hizo una cara de asco, con su otra mano la tiró levemente al suelo y volvió a escribir en su libreta.

A la hora del almuerzo salió del aula con la mochila en su espalda e irse a su sitio favorito para comer. Las escaleras que llevaban hacia la azotea eran poco recorridas a esas horas, además de que estas estaban lejos del patio y la cafetería, así que nadie podría molestarla y ella disfrutaría comiendo al lado de su soledad y tranquilidad.

La mayoría de los recesos era casi lo mismo. Siempre se la pasaba dibujando, ese se había vuelto su hobbie favorito, ya que la escuela estaba repleta de chicos populares y ella no formaba parte de esos grupos de fans. ¿Patético?, Patético era creer que alguien merecía el honor y la gloria solo por ser "perfecto", un estereotipo que mucha gente estaría dispuesto a seguir a cualquier precio. Minjeong no soportaba esa clase de cosas y era por eso que se alejaba para no ser una más como ellos.

Encerrarse en su mundo tal vez estaría del todo mal, pero por seguridad prefería quedarse así, sin nadie que pudiera hacerle daño. Prefería estudiar, ocuparse de ella y tratar de vivir feliz lo mejor que se pudiese.

La campana sonó dando indicación de volver al aula de clases, ella era de las primeritas en sentarse antes que todos y sólo por eso llegó a ser nombrada como la rarita/amargada de su clase. Salió de su escondite y regresó al salón para tomar clase de arte, la única y favorita de sus asignaturas.

Dentro de esta, la maestra pidió que dibujaran algo que desearían tener en su vida y fue así como muchos empezaron a trabajar sobre sus cuadernos de dibujo. A Minjeong le gustaba esa clase porque era como una de sus mayores distracciones y la alejaba del mundo. Una vez que terminó el tiempo la maestra pidió que expusieran sus trabajos. Cuando llegó el turno de Minjeong se levantó caminando hasta el pizarrón con las miradas de todos posando sobre ella. Hablar en público era una de las cosas que más detestaba, la ponía nerviosa y por lo mismo hacía que su voz se encogiese y se trabase la lengua.

— Cuando quieras empezar, Kim—asintió hacia la maestra y sostuvo el cuaderno con fuerza haciendo que parte de su cuerpo se tapara.

— Yo... yo he dibujado un cachorrito husky siberiano. Me gustan mucho porque... pues, se parecen a los lobos, nunca he tenido uno pero me encantaría tener uno algún día— la garganta la sentía reseca y el aire se le iba de los pulmones. Expulsó de este mismo mirando hacia el suelo. Notaba como muchos prestaban más atención al celular, otros fingiendo dormir y algunos solo escuchaban. No era novedad.

𝖫𝖾𝗍'𝗌 𝖯𝗅𝖺𝗒 ➸ 𝖧𝖺𝖾𝖼𝗁𝖺𝗇Where stories live. Discover now