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***Aclaración***

Este libro está totalmente protegido y patrocinado por la editorial Letra de Kmbio, cualquier copia o adaptación está totalmente prohibida.

Disponible en físico y en todas las plataformas digitales dentro de unos meses. Una vez publicado en estos formatos deja de estar disponible en Wattpad.

Dereth Watson:

Me había vestido bastante formal para una cena en mi propia casa, aunque no me culpaba, sabía que ni poniéndome el clóset completo estaría a la altura de lo que usaría Lorelaen. Ya me la imaginaba entrando por la puerta con un vestido exuberante y su cuello lleno de collares vistosos. La mesa que Jenny me había ayudado a montar ya tenía incluso hasta los candelabros de plata encendidos, dándole un tono elegante y romántico bajo las estrellas y con vista al lago que tendríamos en pocos minutos.
Estaba esperando en la sala la llegada de mi rubia, aunque eso fue bastante innecesario ya que el timbre de la casa sonó indicando que yacía detrás de la puerta para que la abriera como todo un caballero, algo que hice sin demora.

Mi vista se detuvo en su rostro, en esos grandes ojos azules que me miraban bajo unas pestañas coquetas. Portaba un hermoso vestido color magenta, el cual combinaba con su bolso y zapatos. El exceso de maquillaje en su rostro en mi opinión era notorio, aunque esto ya era un caso aparte, pues tenía un lema que mantenía a pesar de todo: “Antes muerta, que sencilla”.

Sonrió, entró y tomó mi mano. Sin emitir palabra besé el dorso de esta, antes de comenzar a caminar hasta la terraza.

—Estás más hermosa que nunca —volteé mi rostro viendo como ella sonreía mirando todo el lugar.

—Oh Dereth, que elegante está todo, no tenías que molestarte tanto mi amor —sin demora depositó un casto beso sobre mis labios, logrando hacer que probara el labial de frambuesa que tanto le gustaba llevar.

—¿Te gustó la sorpresa? —pregunté, a la par que retiraba la silla un poco para que ella pudiera sentarse. Luego imité su acción quedando de frente a sus ojos azules.

—Claro, todo está increíble, aunque te noto cansado. ¿Estás bien? —no quería dar tantas explicaciones, por lo que negué sonriendo.

—Sólo he tenido un día agotador, es todo. ¿Qué tal estás tú?

—¿Esto es por el nuevo caso? —preguntó intrigada.

—Es complicado —intenté parecer normal—, es un tema complejo con esta paciente.

—Mi amor —me miró—. ¿Por qué no contestaste mis llamadas esta tarde?

—Ye te dije que estuve muy ocupado cariño —emití calmado, dejando que Jenny posicionara la cena sobre la mesa.

—No es eso, es que… te he notado distante estos últimos días —susurró con notable preocupación.

—Me disculpo nuevamente por eso, pero es que han sido días complicados en el trabajo —repetí.

—¿Vendrás conmigo el lunes? Me voy a probar el vestido de novia y me gustaría que estuvieras ahí —me miró suplicante.

—Cariño, ¿no te parece que es demasiado pronto? Hace menos de tres semanas que acordamos este matrimonio y ya comprarás el vestido de novia… ni siquiera tenemos una fecha —confesé de la mejor manera, pues se me hacía demasiado apresurado.

—No quiero esperar más tiempo Dereth. ¿Eso es malo? —me miró algo… ¿molesta?

—No, claro que no amor, es sólo que, entre el sanatorio, los pacientes, mis padres, no he tenido tiempo para pensar en todo eso y pues, tampoco quiero adelantar las cosas.

—¿Y qué pasa conmigo? Siempre me tienes en segundo lugar. ¿Acaso no soy una prioridad? —preguntó endureciendo un poco más su tono.

—Lorelaen, sabes bien que no es así, tú eres muy importante para mí —bajé la mirada a la cena que ninguno de los dos había probado.

—¿Entonces por qué me ignoras? ¿Por qué no contestas mis llamadas? ¿Por qué no le dices a nadie sobre lo nuestro? —mantuvo el ceño fruncido con la mirada amenazante.

—Estaba con mi nuevo paciente esta tarde, dejé el celular en el portafolio, es todo. Sabes muy bien lo que significas para mí —confesé intentando dar por terminada la disputa.

—¿Con tu paciente? ¿Desde cuándo haces eso? ¿Ahora sales al final de turno y vas para sus casas? —se levantó de la silla, haciendo que yo hiciera lo mismo algo desconcertado.

—Lorelaen, ¿qué haces? Esto no es propio de ti, es una adolescente de 17 años que tiene una depresión severa y necesita con urgencia las terapias, está pasando por momentos difíciles —intenté calmarla acercándome a ella, pero cuando la fui a tomar de la mano, retrocedió.

—¿Estabas muy ocupado? —hizo comillas con sus dedos—. ¿Con esa loca eh?

—Necesitas calmarte. Sí, me pasé la tarde con ella, ayudándola a resolver sus problemas, porque si no lo sabías sufre depresión, no tiene una familia que la apoye —subí mi tono de voz—, y está muy mal de tu parte que te refieras a esas personas como locos, ellos tienen problemas que tú no tienes, deberías sentirte afortunada y tener un poco más de empatía —no sé por qué me sentía tan prepotente, mis deseos de cenar tranquilamente se habían esfumado.

—¡¿Ahora la defiendes?! —gritó y sin darme tiempo a contestar, tomó su cartera que hacía juego con el vestido y se alejó corriendo, no sin antes darme una mirada reprobatoria y una mueca de asco.

«¿Pero qué diablos acaba de pasar?» me dije.

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