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***Aclaración***

Este libro está totalmente protegido y patrocinado por la editorial Letra de Kmbio, cualquier copia o adaptación está totalmente prohibida.

Disponible en físico y en todas las plataformas digitales dentro de unos meses. Una vez publicado en estos formatos deja de estar disponible en Wattpad.

Dereth Watson:

—¿Así que esa es Neena? —preguntó Lorelaen una vez que bajé de mi auto, pues me esperaba apoyada en la parte trasera del suyo, justo en la entrada de mi casa.

—¿Qué es lo que te sucede? Sí, esa era Neena, mi paciente —cerré la puerta del vehículo para quedar parado enfrente de ella.

—Qué bonito todo eso de abrazarla en medio de la calle, cuando la salvaste como el héroe que eres —levanté la ceja desconcertado notando el sarcasmo en su voz.

—¿Que querías? ¿Que dejara que la golpeara un coche? —pregunté, viendo como una ola de risa la inundaba.

—Dereth Watson, el héroe, no suena mal —siguió burlándose, haciendo que mi frustración apareciera.

—¿Vienes a reírte de cosas que pudieron haber ido a peor? Luego de que me ignoras durante más de un día Lorelaen, créeme que últimamente no te reconozco. ¿Dónde quedó mi rubia? —pregunté serio.

—Esta rubia se fue cuando se dio cuenta de que la engañabas con una “paciente” —hizo comillas con los dedos dejándome más confuso.

—¿Acaso te estás escuchando mujer? Te estás ahogando en un vaso de agua con las historias que tu cabeza está inventando —la tomé por lo hombros haciendo que me mirara directamente a los ojos—. Sabes muy bien que eso no es cierto.

—No viniste conmigo a probarme mi vestido de novia, pero sí tuviste tiempo para salir a tomar un helado con ella —bramó furiosa, dejando que sus mejillas se llenaran de lágrimas y corriera el rímel negro.

—Lorelaen, basta —bajé mi tono—. ¿Qué es lo que te está pasando? Eso no es así —emití sacando un mechón de cabello de su cara, deslizándolo por detrás de la oreja—. Invité a Neena a tomar un helado porque no quiere cooperar con las preguntas, se niega a que la ayuden —suspiré—. Así que pensé que un lugar abierto ayudaría con la terapia, sabes que es un método distinto en cada caso —pausé—. No ha pasado nada más cariño.

—Dereth, vi como la abrazabas. ¿Crees que soy ciega? —sollozó, haciendo que yo quitara sus lágrimas con el dorso de mi mano—. La abrazaste, con fuerza, contra tu pecho, como si fuera lo más importante del mundo.

—Es diferente —la miré—. Ella lo necesitaba.

Su reacción me tomó por sorpresa, de un momento a otro la tenía aferrada a mi pecho, llorando sin detenerse.

Llevé las manos a su espalda intentando corresponderle, aunque el sentimiento de vacío no desaparecía, me sentía incómodo sin razón. Por lo que sólo pude quedarme quieto, intentando que se tranquilizara para poder separarla y acariciar sus mejillas.

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