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***Aclaración***

Este libro está totalmente protegido y patrocinado por la editorial Letra de Kmbio, cualquier copia o adaptación está totalmente prohibida.

Disponible en físico y en todas las plataformas digitales dentro de unos meses. Una vez publicado en estos formatos deja de estar disponible en Wattpad.

Dereth Watson:

A mis manos llegó un documento y una gota de sudor se deslizó por mi faz, es verdad que estaba agotado. Era viernes en la tarde y aún no terminaba mi turno, todavía quedaban 10 minutos.

Mi vista junto a un suspiro de cansancio se dirigió al escrito que yacía en mi buró de caoba negra, donde lo que más sobresalía era esa bata planchada que todo médico lleva, incluyéndome. Al parecer era un nuevo caso, enviado desde una escuela pública cercana, con una nota firmada por el profesor del paciente. Sin demora, comencé a ojearlo, grabando el nombre subrayado en rojo. En las recomendaciones del formulario, otro médico había puesto con grandes letras y caligrafía exagerada: “no se recomienda intermediación”.

El proceso de intermediación no era más que el intercambio directo con los padres del paciente, donde se tomaba medidas sobre el porqué del comportamiento del menor o simplemente alguna que otra solución, sin llegar a los fármacos.
Después de repasar el expediente, resumí en la carpeta donde daría la consulta y pondría los avances, una breve síntesis con los datos que necesitaba, esclareciendo el nombre, sexo, edad, familia, dirección y posteriormente manías o vicios de mi nuevo paciente.

No sería un caso fácil, pero intentaría con todas mis fuerzas culminar este expediente con los mismos resultados que los anteriores, muy satisfactorios, porque a pesar de mi corta edad, ya que me había graduado dos años antes con una titulación de oro en Psicología, tenía los medios necesarios para ayudar a todo el que lo necesitara, al menos en mi rango, por lo que Neena Rodríguez, no sería la excepción.

Seguí escribiendo tranquilamente hasta que un potente sonido hizo eco en todo mi consultorio, eso sólo significaba que hoy mi turno había culminado. Recogí el caso y lo guardé en el portafolio, luego lo agarré y salí al ancho pasillo, cuando una voz melodiosa me detuvo, era Lorelaen Morrison, mi secretaria y prometida desde la infancia, según mi padre.
Estábamos a punto de anunciar nuestro compromiso, le tenía un gran estimo sin contar el vínculo laboral.

—¿Ya se va, señor Watson? —dijo con una ligera sonrisa. Por muy extraño que pareciera en el sanatorio, nadie sabía de nuestro noviazgo, la profesionalidad estaba antes.

—Sí señorita Marrison, tengo que descansar, mañana comienzo con un nuevo caso —le devolví la sonrisa—, si me disculpa me voy, nos vemos luego.

Continué mi camino, haciendo sonar los zapatos hasta salir hacia el auto, dejando atrás el cartel que decía: Centro de Rehabilitación, el cual había fundado mi padre y donde yo, Dereth Watson, atendería a todo aquel que lo necesitara.

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