XIX

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Una semana después.

Los sollozos lastimeros del Vizconde Tewkesbury Marques de Basilwether no habían parado en ningún momento, con excepción de cuando caía desmayado luego de tantas horas entre llantos.

Nadie en la casa se había atrevido a intentar sacarlo de la habitación que había ocupado Enola, simplemente se encontraban esperando que James calmara su dolor luego de perder a su amada esposa.

Y debemos admitir que Alondra se encontraba igual o peor, abrazada a la pequeña ropa de su hija se encontraba deambulando en estado de shock constante por la mansión mientras su esposo y su familia se encontraban ocupados luego de lo acontecido.

Mycroft había presentado una acusación formal antes la mismísima Reina Victoria en contra del Conde Montrose y su ex- esposa, Lady Mary, y los guardias se habían unido a él y a su hermano el detective a la búsqueda de los culpables de la agonía familiar.

La vida se había parado para la familia Holmes causando gran revuelo, no sólo en la familia, sino también en la sociedad Londinense quienes habían detenido la temporada para mostrar respeto por el dolor del joven e influyente Vizconde Tewksbury.

2 Semanas después.

El Vizconde finalmente había abandonado los aposentos de su amada, con al menos 10 kilogramos menos en su cuerpo y unas marcadas ojeras que demostraban el fuerte dolor en su pecho, no dudo un solo segundo en correr a ayudar a sus cuñados en la búsqueda.

Los días pasaban lentos para Alondra, mucho más de lo que podía desear. Su marido la había visitado únicamente una sola vez porque debía seguir con la búsqueda y el profundo hueco que había dejado su bebé por su ausencia se hacía más y más profundo cada segundo.

Un mes después.

-¿Tewksbury?-Llamó la atención del castaño.

-¿Si, Sherlock?

-Las encontraremos, lo prometo.

-Siento que están cerca...-Susurró el joven antes de apartar la copa de su boca.-Solo no estamos mirando bien.

-El niño tiene razón.-Dijo Eudoria irrumpiendo en el estudia a través de una puerta secreta.

-¿sabes algo?

-En los barrios bajos hablan de una chica malherida y una bebé, debemos revisar a ver si es ella.

Tewkesbury se puso de inmediato de pie.-Debemos partir de inmediato.

-Tewkesbury, debes descansar llevas días bebiendo para mantenerte despierto, pronto llegaras al límite y no podrás mantenerte ni siquiera en pie.

-Igual tú, Sherlock. Sé que tu buscas a tu hija y crees que es más importante pero yo busco a mi mujer.

Dos meses después.

El grito desesperado de Alondra rompió el lúgubre silencio en el que se encontraba envuelto el castillo. La realidad había llegado a su confusa y tempestuosa mente.

—¿Alone?—Preguntó el Vizconde mientras se ponía de pie tambaleante, se había quedado dormido en el sofá del saloncito de su madre, frente a él aún se encontraban varios platos llenos de la cena de esa noche.

Con un punta pie su preciada botella se hizo añicos frente a él, soltando un gruñido  empezó a arrastrar sus pies hacia la desesperada mujer.

—Dejala.—Una voz lo hizo saltar y apartar la mano del pomo de la puerta.

—¿Sherlock?

—Déjala, James...—El castaño observó la firmeza con la que afirmaba la botella de alcohol entre sus manos.—Déjala llorar a nuestra hija...

El silencio volvió durante unos segundos antes de que una ráfaga de cristales rotos empezara a dispararse por todos lados.

—Deberías ver que este bien...

—No puedo, no puedo verla.—Admitió el detective sorbiendo su nariz.

—¿Quieres que yo...?

—No, claro que no, ella necesita esto, James...

El cerebro, adormecido por el alcohol, de James hizo click con lo que sucedía. Sherlock culpaba de una forma pasivo-agresivo a Alondra de todo lo que había sucedido y esa era la razón por la que el detective no visitara a su esposa.

Tres meses después

Probablemente Lord Tewkesbury estaba rozando la locura, o eso era lo que todos murmuraban al verlo pasar, una tupida barba descuidada y el constante estado de embriaguez lo delataban en todo momentos.

El gran detective Sherlock Holmes se encontraba mucho peor, siempre arrastrando su pies al lado del Vizconde con una botella en mano y saltando de pelea en pelea para evitar llegar a casa porque sabía que ahí lo esperaba una total desconocida.

Sherlock conocía a su mujer desde hacía muchos años pero era consciente que desde el incidente ella parecía un cascarón de aquella bella dama que fue.

Aferrada a los pequeños ropones de su pequeña Lady Alondra Montrose pasaba los días acurrucada en el suelo de la habitación de su bebé entre sollozos y siestas eternas.

Tres meses, se repetían todos y es que inclusive el más fuerte y frío del Clan de encontraba afectado, y eso se ponía en evidencia gracias a las marcadas ojeras que descansaban bajo sus ojos azules.

La constante búsqueda de Enola y Evol marcó como nunca a la sociedad Londinense, quienes en su mayoría adelantaron su regreso a las casas de campo.

-Deberíamos volver a los barrios bajos, tengo una corazonada.

James levantó la mirada de su trago.-Vamos ahora mismo.

-Debemos descansar y estar sobrios para buscar con la mente fresca.

-Pero...

-Un día no hace la diferencia, volvamos a casa.

A la mañana siguente se encontraban los tres hombres perfectamente vestidos y peinados para emprender la búsqueda de las pequeñas de la familia.

El camino fue silencioso, recorriendo cada casa y cada habitación de estas que encontraron en el camino hasta el momento de oír un alarido conocido.

-Es Evol.-Jadeó el detective mientras su cuerpo empezaba a moverse con agilidad.

Hola❤️

¿Qué opinan del capítulo?

Los he extrañado!

Un beso enorme 😘

Claudia Loro❤️

LA VIDA ES BELLA| Enola HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora