Prólogo

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Enola Holmes se encontraba acostada en el sofá del departamento de su querido hermano, nótese el sarcasmo, Sherlock Holmes, mientras esperaba a que este volviera a casa, acababa de huir de la policía, por tercera vez en la semana, y sabía que no serian capaces de irrumpir en casa del detective, bueno, nuevamente.

Se acerco, acomodando el pantalón largo que había tomado en algún momento de su escape, a la cocina a buscar alimentos.

Miro con curiosidad el cuadro de un par de frutas, se encontraba movido ligeramente a la derecha, pero teniendo en cuenta la pequeña ventana a su lado derecho, era imposible que el viento lo haya empujado, y conociendo a su hermano, era poco probable que no lo tomara en cuenta. Con la mano acomodó el cuadro y cayó una hoja doblada horizontalmente en tres.

La intriga invadió el cuerpo de Enola y abrió la carta mientras tomaba asiento en la silla más cercana.

Antipático y odioso Sherlock,

Realmente espero que estés muerto -Enola entornó los ojos- y sea ese el motivo por el cual jamás llegaste a nuestra boda. -Enola dejó escapar un chillido.-

Esta carta no es ningún tipo de reclamo por la vergüenza y humillación a la que me empujaste con tu gran egoísmo, simplemente es para informarte que el asunto por el cual fuimos obligados a una escandalosa boda se concretó, pese a tus plegarias, por lo que mi existencia fue recluida en un asilo en Escocia donde hace 3 días nació tu hija. -Enola se puse de pie de un salto, mareada por tanta información.-

Debo permanecer al menos tres meses aquí, hasta que la pobre sola se quede, literalmente, sola. Ella no tiene un nombre todavía. Sé por tu huida que no quieres ni piensas cumplir tus promesas a mi, pero espero que a ella, que lleva tu sangre en sus venas, la salves de la miseria, pobreza y desgracia.

Atte.

Enola movió la hoja de un lado a otro intentando encontrar la firma de la carta, pero no había nada, ni siquiera un trazo o rayón. Estupefacta, la castaña se dejó caer nuevamente sobre la silla, que tambaleó al sentir su peso.

Si Sherlock decidió esconderlo es porque no quiere que nadie sepa de su hija, pensó sofocada, por lo que debía asumir que debía ir pronto a ese asilo para hacerse cargo de esa bebé. El miedo la lleno, jamás había sostenido un bebé. Pero eso no le impediría hacer lo correcto, esa pequeña era una Holmes y estaba sola, era hora de que ella, que su nombre también significaba Sola, le diera el amor que la pequeña necesitaba.





LA VIDA ES BELLA| Enola HolmesKde žijí příběhy. Začni objevovat