SANGRE POR SANGRE

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La escena parece casi irónica. Los policías uniformados todavía amenazan a Orión y a los suyos mientras ayudan a levantarse a Lion, esperando la llegada de una ambulancia.

Archer se para al lado de su Alpha dispuesto atacar a la mismísima ley si es necesario. Pero no entran en razón. Lion se ha encargado todo este tiempo de crearse una buena imagen ante el mundo y de ponerle a él como el malo de la película. 

Por fin tienen al peligroso Orión Alexander Ottoman, y suerte si solo lo condenan a cadena perpetua y no algo peor.

A regañadientes el lobo se separa del cuerpo del rubio con las manos en alto. Tragándose las ganas de matarlo de un último golpe para no empeorar la delicada situación.

- Él no es el asesino en serie.- Se queja Archer a su lado mientras otro hombre le pone las esposas.- Es a Lion al que deberían detener.

Pero hacen como que no les escuchan. Lion sonríe de nuevo, aún con los dientes manchados de rojo carmín.

- Mucha suerte demostrado eso.- Evitando la ayuda de la ambulancia por puro orgullo Lion se sacude el traje, ahora desordenado.- Fue él el responsable de todas esas muertes. Y encima ha tratado de asesinarme.

Orión aprieta los puños y, aunque intenta deshacerse del agarre de uno de los agentes, un grupo de tres va a inmovilizarle. 

- Hay documentos, hay pruebas.

- Había.-  Susurra el león evitando llamar la atención de la policía.- Una pena que se prendiese la biblioteca, ¿No es cierto?

Orión gruñe grave, enfadado por perder de nuevo. Él se saldría con la suya y se iría de rositas mientras el peli negro cumple condena por un crimen que no ha cometido. ¿Qué pasaría con su manada? ¿Qué pasaría con su vida? Y no menos importante, ¿Qué ocurriría con Willow?

- Orión Alexander Ottoman, quedas detenido por el asesinato en serie de los herbívoros y el intento de asesinato de... 

- ¡Deteneros!- El hombre es interrumpido por una dulce voz que preocupada se abre camino entre todos los presentes con prisa.- Dejarme pasar. 

Orión levanta la mirada hacia Willow que se abre paso con esfuerzo. Preocupado trata de soltarse de nuevo para ir hasta ella. Puede meterse en problemas por salir a defenderlo, y si solo uno de ellos le pone una mano encima no piensa detenerse. 

- Señorita no te acerques. Señorita.- Vuelve a insistir el inspector cogiéndola del brazo.

- ¡No la toques!- Orión casi salta hacia él con tanta rabia que quiere matarlo. Sobre todo al ver el miedo en el rostro de la chica.

El guardia ignora al detenido pero su mirada recae sobre los moratones por todo el cuerpo de la pequeña castaña.

- Señorita. ¿Ha sido él el que te ha agredido?

- ¡No!- Exclama Willow al ver a Orión ser señalado de nuevo.- Fue Lion el que me agredió, fue él el que me secuestró y también el que mató a todos esos herbívoros.

Lion se acerca con paso amenazante, a pesar del dolor de sus heridas, queriendo callar a la coneja.

- Por supuesto está mintiendo.- Insiste con el mismo tono que utiliza en sus charlas políticas.- Tratar de incriminar a un reconocido político para salvar a tu pareja de sus horribles crímenes. Que bajo has caído.- Miente descaradamente.

- Si no tienes ninguna prueba que respalde eso, señorita, me temo que el señor Ottoman queda detenido.

La sonrisa de autosuficiencia que crece por el rostro de Willow asusta hasta al león, que se teme lo peor de esa astuta conejita.

- Resulta que si tengo.

Con velocidad saca una arrugada y algo calcinada carpeta de sus ropas.

- Que pena que se prendiese la biblioteca.- Le ataca con sus propias palabras a Lion que aprieta los puños sin creerse aún la situación.- Pero que suerte que pude salvar algunos de los documentos.

- ¡Maldita puta! ¡Estas muerta! ¿¡Me oyes!?

Pero antes de que el rubio pueda acercarse más a ella dos hombres lo retienen y, repitiéndole las mismas palabras que a Orión le ponen las esposas. 

Mientras tanto el oficial revisa los arrugados papeles. No son muchos, y la información, aunque clara, es incompleta. Pero por lo menos da para una duda razonable que lo mantendrá en rejas durante mucho tiempo.

Con disculpas entrecortadas por el miedo, los policías sueltan a Orión que les asesina con la mirada mientras se dirige hacia su coneja. Está orgullos. Demasiado orgulloso de esa pequeña chica que ha sido su salvación.

- ¿Como...?¿Pero cuando...?- El lobo no sabe por donde empezar mientras observa la sonrisa de oreja a oreja de la castaña cuyos ojos brillan de ilusión.

- No todos los cambia formas somos iguales Orión. Tenías razón. Podré no ser la más fuerte, ni tener unas afiladas garras o una gran musculatura. Pero soy una coneja. Más rápida, e inteligente. Y he aprendido a aprovecharme de eso.

Con cariño el lobo pasa una mano por sus hombros atrayéndola a él, no queriendo dejarla ir.

- ¡Eso ha sido increíble linda Willow!- Grita Archer llegando hasta ellos.- Le has dejado con cara de bobo al ridículo ese.-  Dice separando a la pareja para abalanzarse sobre la coneja.

- Sabía que me atraparía en algún momento, no soy tonta. Pero por suerte conseguí localizar los documentos más importantes y guardarlos bajo la mesa de caoba antes de que Lion me metiese en esa jaula.

Aprovechando que Archer cuida de su conejita Orión camina, un poco más tranquilo, hasta el rubio león que rabioso lucha contra los hombres que lo detienen, que tratan de meterlo en el coche patrulla.

- Te lo dije.- Espeta Orión contra el político todavía arrepentido de no haber podido matarlo antes de la llegada de la policía.- Cometiste un gran error al meterte con mi pareja.

- ¿Por que no llegamos a un trato? De lobo a león.

- Se terminaron los tratos y las astucias. Estás acabado Lion. Para siempre.

Sin querer decir nada más el lobo se da la vuelta. Dispuesto a volver al lado de su conejita y darle ese beso por el que sus labios tanto queman. Uno profundo de esos que prometen tantas cosas. Que prometen una vida juntos, el sol y la luna.

Se queda embobado admirando como ríe junto a su mejor amigo después de tanta sesión. Después de tantos días sin verla y teniendo pesadillas con perderla.

Pero unos gritos lo sacan de su ensoñación. Lion consigue deshacerse del agarre de los guardias y, desesperado por cobrarse la vida de aquella que le meterá entre rejas corre hacia Willow con las fauces abiertas.

Prefiere ir preso por más delitos, si eso significa sentir la sangre de la dulce coneja. Prefiere morir, que dejar su orgullo herido durante años y años de prisión.

Pero sus manos están esposadas, y es lento. Demasiado lento para el hombre fornido que no se lo piensa dos veces antes de clavarle sus propias garras en la espalda. Tan fuertes y afiladas que casi traspasan su pecho, clavándoselas tan profundo que no deja lugar a dudas. 

Cae como plomo contra el suelo, chorreando sangre y creando un charco bajo su cuerpo.

Willow no puede ni hablar. Con los ojos desorbitados por el miedo y la incredulidad de la situación. A Archer le dio tiempo a ocultarla bajo su cuerpo, pero parecía imparable, rabioso. Solo el lobo podría haber acabado con esta historia. Con el pecho subiendo y bajando por la adrenalina y el esfuerzo.

La coneja tiene la sensación de que siguen ahí, los ojos de Lion clavándose en ella con promesas de muerte. Pero es imposible. El brillo se borra al igual que el moreno tono de piel mientras su podrida alma se pierde en el otro mundo.

Entonces levanta la vista, hasta chocar con la de su lobo. Su pareja destinada. Que una vez más le ha demostrado que está ahí para ella del mismo modo que ella lo está para él.

Un destello especial surge en ambas miradas comprendiendo, al fin, el comienzo de una nueva historia.


Un lobo para la conejaWhere stories live. Discover now