DESCANSO

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El bosque está más tranquilo de lo normal. O por lo menos a Willow se lo parece después del caos de apenas hace unos días.

Han pasado toda la semana trabajando en reanudar el ritmo de la manada. Orión ha estado muy ocupado con las reuniones y la venganza que planea cobrarse pase lo que pase. Willow pasa las mañanas participando en la limpieza comunitaria y las tardes en la panadería.

Casi ya no quedan rastros del horror de aquella tarde.

Pero esa mañana es solo para ellos. Para estar el uno junto al otro después de todo el trabajo y estrés que les genera la situación.

Orión juega con el pelo castaño de su coneja enredandolo entre sus dedos, con la vista perdida en el lago azul que se extiende ante ellos. Willow está concentrada en crear una corona de flores con las pequeñas flores silvestres que adornan la pradera.

- ¡Ya está! 

El lobo vuelve a centrar su atención en ella cuando, con una radiante sonrisa, ella se gira a mirarlo. Hoy le parece que está más preciosa que nunca. Aunque puede que sea porque lleva muchos días sin poder parase a admirarla como le gustaría.

- ¿Qué está? 

- Tu corona.- Ríe la joven posándole la diadema sobre su oscuro pelo.

Willow se queda embobada viendo la cursi corona de flores amarillas en contraste con sus duros y definidos rasgos. Sus ojos oscuros brillan haciendo a la coneja temblar. Los ojos de un depredador. Los de SU depredador. 

Y con gusto se dejaría cazar.

- ¿Estás bien? - Willow no puede evitar preguntar ante la seriedad de su pareja.

- Un poco estresado con tanto trabajo. La situación es... asfixiante.- Gruñe bajo el lobo sin querer dar muchos detalles.- Pero no quiero hablar del tema.

Orión se deja caer sobre los hombros de su destinada que con gusto le acaricia el pelo mientras cierra los ojos y se deja llevar por la paz del bosque.

Willow se siente mal, en cierto punto todo esto es su culpa. Y aunque intente esforzarse por aportar a la manada nunca podrá equipararse a todo lo que están arriesgando y perdiendo por ella.

Pero así se quedan, tranquilos descansando en el lago, con el único sonido de pequeños pajaros y de sus pensamientos.

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- Aqui tiene señora Teresa.- Le extiende amable la bolsa de pan Willow.

- Muchas gracias mi niña. Eres un cielo. Dejame pagartelo.

La coneja niega con las mejillas sonrojadas por el cumplido. Se dispone a preparar otro pedido cuando la clienta coge con gusto el suyo.

- Es gratis. Durante toda la semana para ayudar a las familias afectadas por la batalla.

La iniciativa se le ocurrió a ella al ver que todos los ahorros de un hombre se iban a la casa que quedó algo destruída tras el desastre de aquella tarde. Kara por supuesto le apoyó en la decisión y, por una semana, todo lo que saliese de esos hornos corre por cuenta de la panadería.

Teresa se despide sonriente y, justo detrás, la amiga energica de Willow aparece refunfuñando a sus espaldas. 

- Iris in ciili.- Imita con burla la voz de la clienta.- No me puedo creer que contigo se haga la amable si es una bruja. ¡A mi casi me tira un bollo a la cabeza el mes pasado porque no tenía suficiente nata!

La coneja ríe sin parar ante el disgusto de su amiga. Kara se dirige a la cocina donde pone, aún con rabia, relleno a los dulces. 

- Vieja amargada. ¡Deberíamos haberle cobrado!

- No seas así. Todo el mundo tiene un mal día.- Trata de apaciguarle el ánimo Willow aún riendo.

Un carraspeo hace girar a ambas. Desde que ya no tienen campanita en la puerta... o puerta siquiera, la gente puede entrar y salir a su antojo sin que lo escuchen.

Cuando la coneja gira para ver quien le llama, se topa con quien menos creía. Agnes se cruza de brazos y, algo nerviosa, pasa el peso de un lado a otro de sus piernas sin encontrar una postura comoda.

- Agnes.- Saluda la conejita no muy convencida. 

Su último encuentro fue una catástrofe y que esté ahí, enfrente de ella, solo le parece una caída libre hacia el desastre.

- Vengo a disculparme por lo que te dije el otro día.- Decide ir al grano la morena.- No por que quiera obviamente.

La cara de Willow lo dice todo. No se si eso podría jamás contar como una disculpa.

- Oye Agnes. No se que te pasa conmigo pero...

- No me interesa, en serio.- Le corta con el ceño fruncido la pareja de Archer.- Solo quiero que me digas que estoy perdonada y poder volver a casa. Sigo pensando que eres una coneja y que las conejas...

- Te perdono.- Le interrumpe esta vez Willow.

No quiere volver a oirlo. No quiere escuchar otra vez comentarios hirientes hacia ella y su especie.

Claramente no la perdona, pero la situación es tan incomoda e irreal que solo quiere que termine. Está segura de que Archer le pidió que se disculpara por lo de la cena y lo hace por obligación.

- Bien. Adiós. 

No le da tiempo ni a despedirse cuando Agnes ha desaparecido del local. 

Totalmente sorprendida y cansada por la extraña situación suspira, peinandose el pelo con las manos. Kara aparece al ver la mirada derrotada de la conejita y, con cariño, la acaricia la espalda mirando por donde Agnes había desaparecido a paso rápido.

- No se que he hecho para que me odie tanto.- Se queja ella contra el mostrador. 

Una pequeña sonrisa de comprensión surge en el rostro de su amiga que decide que es hora de explicarle.

- No te odia Willow. Se odia a si misma.

La castaña levanta la vista sin comprender, buscando una explicación.

- Todo el mundo sabe que ella y Archer intentaron tener un bebé hace unos meses.- Su tono se torna triste poco a poco.- Estaba embarazada y todo iba bien pero sufrió un aborto cuando tenía cinco meses de embarazo.

- Es horrible.- Es sincera la coneja sintiéndose mal por ellos.- ¿Por qué no intentan tener otro entonces?

- Su útero se dañó en el aborto y los médicos temen que no pueda volver a tener un embarazo, sobretodo uno seguro.

Willow escucha la triste historia. Es normal que no haya podido superar una cosa así y esté triste. Es un duro golpe para una pareja.

- Aún así no entiendo que tiene que ver conmigo.

- Eres una coneja Willow. Biológicamente estáis preparadas para tener grandes camadas.- Resuelve Kara obvia.- Pero ya está bien de tanta chachara. Ha hornear se ha dicho.

Y aunque la conejita trata de volver al trabajo no puede parar de darle vueltas a la tragedia de Agnes y a al explicación de por qué la ha tomado con ella. Decide, al fin, que debe hablar con ella.

Un lobo para la conejaWhere stories live. Discover now