LLAMAS DE VENGANZA

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El lobo corre ansioso por los pasillos. Entrar por la puerta de emergencia, como sugirió el hombre sin nombre, les había dado tiempo y el efecto sorpresa que los leones no esperaban. Sin embargo ya estaban listo para su llegada. Todos armados y listos para una batalla. Pero los hombres de Orión no se quedan atrás, toda la manada está dispuesta a luchar por lo suyo, por Willow.

Ya ha cedido el control absoluto al lobo que, buscando sangre, hiere y mata sin control imparable incluso en su forma humana. 

Cuando la alarma sonó hasta fuera del edificio, comprendió que Willow estaba en peligro de nuevo. Y sus nervios no mejoraron cuando un oscuro humo comenzó a llenarlo todo.

Se le hace difícil respirar pero no piensa rendirse. Va a llegar hasta ella cueste lo que cueste. Y aunque el tufo del humo no le permite olerla bien hay un pequeño rastro que guía al animal.

Un gran león se tira hacia él con las fauces abiertas pero un ágil lince a su lado consigue frenar el ataque. Orión le agradece pero sin perder tiempo se arrastra hasta quedar frente a la puerta de ese despacho que parece ser el centro del incendio y donde, por desgracia, termina el rastro de su conejita.

Willow lucha una vez más contra las paredes de aquella caja para animales. El fuego ha consumido por lo menos la mitad de los papeles que arden en llamas presintiendo su final. El sonido del fuego es tortuoso y, hay tanto humo a su alrededor, que sus ojos y nariz pican.

Con suerte morirá antes de inhalación de humo que calcinada.

La puerta de la biblioteca cae de un solo golpe. Duro y fuerte contra el suelo. Y la sombra de un gigante hombre de ojos amarillos aparece como un ángel caído del cielo.

- ¡Willow!

Orión no espera para correr hasta la pequeña jaula a sus pies donde una pequeña coneja lo mira con lágrimas en los ojos. Ha llegado a tiempo. Casi la pierde. Pero ha llegado a tiempo.

El metal está caliente aunque no es suficiente para frenar a un lobo en luna llena que, como si fuese plastilina, arranca la pequeña compuerta.

Una vez que Willow puede salir no se lo piensa dos veces. Se abalanza sobre Orión transformándose en mujer de nuevo y rodea con sus brazos su cuello largándose a llorar. Por todos los sentimientos que se acumulan en ella. Por volver a verlo, por estar vida, por estar herida, por poner a todos en riesgo de nuevo. Por todo.

El ruido de una de las librerías cayendo sobre la mesa de madera en llamas saca a ambos de su momento de paz. Aún no están a salvo. Si no salen ya, quedarán atrapados en la Cueva que se ha convertido literalmente en un infierno en llamas.

Orión la agarra con fuerza de la mano tirando de ella hacia la salida, que comienza a cerrarse con la fogata. Sin embargo Willow tira de él en la dirección contraria, hacia la estantería caída de la que casi no queda nada.

- ¡Espera Orión!

- ¡Ya hablaremos más tarde! Perdoname conejita, pero ahora tenemos que salir.- Orión trata de volver a tirar de ella, que está peligrosamente cerca de las llamaradas de esos libros.

- ¡Pero Orión!- Insiste ella desesperada.

- ¡Vamos!

El hombre no le deja más opción cuando la coge en brazos, aprovechando su ligero peso, y sale de aquella habitación, justo cuando otra de las estanterías cae casi sobre ellos, tapando la puerta de entrada a lo que era un despacho y ahora son solo cenizas.

Siguen corriendo por los pasillos. Sus hombres han matado a la mayoría de los ahí presentes y ahora evacuan el edificio con prisa viendo el fuego que sale por varias de las puertas.

Cuando por fin Orión consigue salir de ahí, con la coneja aún en brazos, suspira más tranquilo. Por fin, por fin la tiene ahí con él. Por fin puede oler su aroma y abrazarla para nunca dejarla ir de nuevo.

Al fin puede pedirle perdón por lo que dijo y suplicarle que vuelva con él a casa. Besarla y mimarla como tanto ha querido.

- ¡Bravo! - Unos lentos y tétricos aplausos activan de nuevo los instintos asesinos de Orión.- Que enternecedor. Menuda escenita sacada de una pelicula de acción.

Lion sonríe irónico y Orión deja a Willow en el suelo y la protege tras su cuerpo.

A pesar del edificio en llamas a sus espaldas y de toda la batalla él sigue con su impecable traje. Sin una arruga, como se no hubiese levantado ni un dedo.

Está vez Orión no lo dejará marchar. Su lobo no quiere, él no quiere.

No va a fingir que no ha visto las marcas en las muñecas de su conejita. Ni los rastros de las lágrimas en sus mejillas. Y todavía no se borra el collar amoratado sobre su cuello.

Piensa cobrarselo todo con sangre. Una venganza.

Sin pensarlo demasiado avanza los pasos que lo separan y, de un puñetazo, gira su cabeza.

Lion se soba el golpe una vez se recompone, encontrandose con la mirada furiosa del lobo. Si. Sabía que estaría cabreado. Que se ha dedicado a sacarle de quicio durante estos meses.

Pero ahora, cara a cara con Orión Alexander, solo piensa en destrozarlo más. En borrar del todo esa paz que ha podido sentir en ese pequeño abrazo a la salida de lo que era su guarida secreta.

- Te voy a matar. Esta vez no voy a tener piedad, y lo sabes.- Orión gruñe contra él con los puños cerrados preparado para otro golpe. Y otro más, y otro hasta acabar con su vida.

- Me gustaría verlo.

Dos segundos después una verdadera guerra campal se desata en la entrada de la Cueva. Orión solo piensa en clabarle los colmillos, en desangrarlo. Lion solo piensa en matarlo también.

Está claro que el león tiene menos entrenamiento y experiencia pero aún así juega con la frialdad de sus movimientos. Pero Orión es más grande, más fuerte y tiene más rabia por dentro que descargar.

- Te borraré esa sonrisa. - Gruñe el lobo contra su enemigo.

Es su forma de terminar con todo esto. De comenzar una pacífica vida con WIllow. De poner a salvo a su manada. Terminar del problema por la raíz.

El peli negro se avalanza sobre el león con los puños preparados. Un golpe que no consigue esquivar por los pelos. Lion trata de recomponerse pero no a tiempo porque otro golpe, esta vez en su estómago, le quita todo el aire.

Un empujón animal lo derriba al suelo y Orión lo inmoviliza ahí. Golpe tras golpe, la sangre de Lion le salpica y, algunos golpes después, deja de defenderse.

Una grave risa detiene al lobo. El rubio, con la mitad de la cara churreando de sangre, ríe siniestro. Orión frunce el ceño ante aquella risa maquiavelica, totalmente fuera de si.

- ¿Que es lo que te hace tanta gracia?

- Ya verás.- El leon se detiene para toser y escupir sangre.- Espera y verás.

Y cuando el peli negro está apunto de darle el golpe de gracia, un montón de hombres se despliegan a su alrededor.

- ¡Policia! Las manos arriba y no se mueva.

Miles de armas apuntan a su cabeza y a la de los miembros de su manada. Y ahí lo comprende todo. Para el resto del mundo, él sigue siendo un asesino en serie y, ahora, está a punto de matar al candidato más probable a gobernante del pais.

Un lobo para la conejaWhere stories live. Discover now