LLUVIA DE SANGRE

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La incansable alarma sigue sonando. Con ritmo, con violencia. Tres cuerpos llacen en el suelo de aquella panadería. Willow respira con dificultad, con los ojos aún cerrados sin saber muy bien lo que ha ocurrido.

Sin embargo es la primera en raccionar, buscando a su amiga entre todo el desorden. Kara está ahi, tirada entre los escombros pero viva, aunque en shock.

El tercer cuerpo es de un hombre al que Willow reconoce enseguida de su primer día en la manda. El conejo está inconsciente por el impacto contra el escaparate y Willow mira horrorizada la herida en la pierna del hombre que sangra sin parar.

El suelo está lleno del cristal hecho añicos pero con esfuerzo y cuidado la conejita se arrastra hasta el hombre herido tratando de llegar hasta él y frenar la hemorragia. Cuando lo consigue, no sin rasgarse las palmas de las manso con algún pequeño trocito, utiliza el delantal para hacer presión sobre la herida.

El conejo balbucear algunas palabras que ella no es capaz de entender. Lo único que puede hacer es tratar de tranquilizalo para que no gaste energía en hablar. Con la mirada busca a Kara desesperada, sobre todo cuando otro estruendo en la calle le hace brincar del susto.

- ¡Willow! Por aquí. 

La bendita trampilla. La que ahora es su mejor opción, sobre todo si quiere salvarle la vida al hombre que apenas ahora se puede mover. Con esfuerzo Willow tira de él hacia su amiga. Pero a pesar de que es pequeño, Willow no tiene fuerzas, por lo que Kara corre hasta ella y entre las dos consiguen arrastrarlo. 

Al fin, con un último esfuerzo, terminan cerrando la trampilla tras ellas.

Por fin a salvo. 

Sin embargo el miedo aún acecha a Willow, que solo reza a todos los dioses por que Orión se encuentre bien, por que la manda no esté sufriendo muchos daños. Aunque la esperanza es poca viendo las grabes heridas del conejo tumbado a su lado.

El lugar es oscuro y humedo. Kara dice que son unos largos túneles, pero ninguno se atreve a investigarlo. Se conforman con mantenerse en silencio en aquel frío rincón. Viendo solo con la escasa luz que entra por al rendija de la trampilla y escuchando sólo sus pesadas respiraciones.

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- ¿¡Donde está Willow!? 

Orión ruge por encima del ruido de la pelea, sus manos llenas de sangre al igual que su rostro por haber luchado también en su forma animal. Una capa de sudor le cubre por el esfuerzo y su mandíbula se aprieta con fuerza por el enfado y la concentración.

No queda ni rastro de aquel dulce hombre, tan sólo un lobo salvaje luchando por su territorio.

Archer no puede responderle, aún lucha con uno de los últimos enemigos. 

Han sido una hora angustiante, pero Orión ha sido capáz de contener a los hombres enviados para atacarlos. Y, aunque hay heridos, no ha caído ninguno de los suyos. Que él sepa.

La alarma cesa cuando, con un movimiento fuerte y rápido, se deshace del último cadaver dejándolo muerto sobre el camino de tierra. Sin embargo no se detiene a ver el catastrófico resultado de la pelea si no que corre sin descanso por las calles destruidas del pueblo. 

Sin detenerse ante nada y nadie y buscando el rastro dulce de su pareja. Sintiendo su miedo por medio del vínculo y sufriendo por ella.

A las puertas de la panadería, los charcos de sangre y los cristales rotos le alertan aún más, si es que eso es posible.

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- Ha parado.- Kara es la primera en romper el silencio, susurrando aún temerosa. - La alarma se ha apagado. Deberíamos salir.

Willow niega con la cabeza, con las manos temblando y el frío calando en sus huesos. Nunca jamás se había visto en una situación así y no quiere volver a estarlo nunca más.

- Hay que salir. Se está desangrando y necesitamos ayuda médica urgente.

Kara tiene razón, la coneja observa al hombre tumbado sobre sus piernas que va poco a poco perdiendo el color. 

Sin embargo no hace falta que esté deacuerdo. Sin permiso la puerta de su escondite se abre con violencia haciendo a las dos amigas gritar aterrorizada por ser descubiertas.

La luz entra de golpe en aquel estrecho agujero deslumbrando a la coneja y evitandola ver al hombre que suspira aliviado al reconocer la castaña melena de su pareja y su pálida piel.

No pierde el tiempo. Sin mucho esfuerzo tira de ella fuera y la abraza con fuerza, tratando de ralentizar los latidos de su corazón ahora que siente a su conejita junto a él. Por fin ella lo reconoce y acepta gustosa el abrazo enrollando sus brazos en el cuello de su lobo por el que estaba tan preocupada.

Pequeñas lágrimas caen por sus mejillas en una mezcla de alegría y tristeza. Aunque no solloza.

Orión observa atentamente a la chica, buscando alguna señal de dolor o malestar mientras Kara, junto a otros de la manada que seguían a su lider, sacan al hombre y llaman a los paramédicos con urgencia.

Willow siente los ojos amarillos analizarla con preocupación hasta que llega a las palmas de las manos donde, restos de sangre seca y diminutos cristales, aún están clavados.

- Estoy bien Orión, no es nada.- Trata de tranquilizar al lobo que, con el ceño fruncido, recorre las heridas con sus cálidos dedos y enfado.

La ira recorre su cuerpo en forma de calor cuando ve a su indefensa coneja malherida. Unas ganas terribles de hacer sufrir a Lion se instauran en su ser. La necesidad de torturarle hasta que ruegue por la muerte por haber osado atacar a su manada y herir a su pareja. 

Sin embargo las manos frías de Willow en sus mejillas le tranquilizan lo suficiente como para centrarse de nuevo en sus palabras. Con un beso suave la levanta del suelo donde está arrodillado y, a paso despacio salen el local, donde pocos quedan arreglando el desastre.

En el exterior los tonos del atardecer iluminan las calles de un color rojizo y amarillo. La gente se amontona en la calle una vez pasado el pelígro. Una madre abraza a sus hijos con cariño mientras dos hombres barren restos de una pared rota por un impacto. Un joven ayuda a una anciana a recolocar su Puerto de fruta ahora esparcida por el suelo. 

Hay regueros de sangre por la acera y cambia formas en su forma animal algo malheridos. Orión consigue reconocer a un línce de ojos verdes recorrer la plaza revisando que todo esté bien.

"No está tan mal" Trata de ser positiva Willow evaluando los daños. La gente sonríe a pesar del horror y eso la hace sonreír a ella también, sobrecogida por la fortaleza de un pueblo cuya esperanza es más grande que cualquier batalla. 

Con cariño se acurruca contra su pareja, viendo el sol desaparecer tras una dura jornada. Su corazón extrañamente, encuentra la paz que siempre le ofrecen esos fuertes brazos que la protegen.

- Lo superaremos.

Su voz dulce y con determinación alienta a Orión y a todo aquel que es capaz de escucharla. Por eso no puede evitar agacharse hasta sus labios y besarla, con amor infinito mientras las primeras gotas caen del cielo.

Y siguen así, profesando su amor y esperanzas mientras la lluvia cae sobre ellos empapandolos y limpiando los rastros de sangre de la tierra.

Un lobo para la conejaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu