Madness.

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Capítulo 14.

Madness.

-Con hoy ya son 5 días que la doctora Ann no se presenta chicas. ¿No les parece extraño? - pregunta una de las enfermeras a sus compañeras en la habitación donde atendían a sus pacientes.

-No tanto, con eso de que se fue a vivir al hotel estoy segura que ya no tiene necesidad de trabajar. Y tiene una vida de reina. - responde otra.

-Todo lo contrario. - interrumpe una paciente. -Cuando ella llegó al hotel armó un escándalo porque no le querían dar una habitación gratuita. Hasta que apareció el señor Michaelis apareció y le dijo que se la daba, le ofreció una suite pero la doctora se enojó cuando supo el costo. Luego el señor le ofreció una de 100 libras y se molestó más diciendo que era un insulto que le cobrarán siendo ella tía del niño. El dueño le recordó que si alguien quiere atención allí debes pagar adecuadamente. Al final el escándalo fue tal que el niño tuvo que pedirle que le diera donde dormir a su tía. Mi ama, la duquesa Jhonson lo vio en persona y ahora es tema de cotilleo entre la clase alta. -

-Así que la doctora Ann nos mintió. Que sorpresa. Ya decía yo que era muy sospechoso. - hablaba una de las enfermeras. -Abandonó al niño hace años y las cosas no deben ser distintas ahora. -

-¿Y que opinan si vamos a hacerle una visita a la doctora, chicas? -

§§§§

Angellina siempre se jacto y demostró ser una mujer muy inteligente difícil de engañar. Aunque muy fácil de corromper y ahora caía víctima de ello.

Ann se dejó cegar por lujos que en primer lugar nunca le fueron prometidos, más bien le fueron negados y ahora ahí estaban las consecuencias. Llevaba una semana allí encerrada sin ver a su sobrino o a Michaelis y tal parecía que no habria para cuando. Se sintió estúpida, pero eso también le dio la oportunidad de maquilar un plan para escapar y hacerse de toda la fortuna de Michaelis y de Ciel al ser la familiar más cercana a ellos.

-Madame... El amo Sebastián desea verla. La espera en el laberinto. Él le envía esto. - entra Mey-rin llevando una enorme caja de vestido. -¿Desea que la ayude a vestir? -

-Es obvio niña, ya era hora de que alguien me trate como merezco. - responde la mujer déspota. -Y ten por seguro que tu amo se enterará de que tu me encerraste aquí. -

-Esta en su derecho de hacer lo que desee, mi único deber es proteger al señorito Ciel de todo mal. - tira con fuerza de las cintas del corset de la mujer impidiéndole respirar un momento. -Eso desde luego la incluye a usted, tenga por seguro que no dudaré en darle una muerte dolorosa si le toca un solo cabello al amo. Así que usted le dirá al amo Sebastián que solo fue idea mía encerrarla en este lugar Madame. -

-Criada igualada, tu no eres quien para decirme que o no debo hacer. - intenta golpear a la chica sin embargo esta la detiene fácilmente.

Ann se sorprendió mucho por el color de la piel y el frío tacto de la mujer. Miró sus ojos y los vio opacos sin vida. Con dos dedos tomó el pulso de la mujer y notó que no había.

-Muerta... ¡Estás muerta! -

-Igual que todos aquí Madame. -

Y entonces ante la mirada de Ann el hotel volvió a ser la casona en ruinas de hace unos años.

Aterrada salió corriendo, el lugar lucía abarrotado pero destruido. Revisó a los sirvientes que se encontró y con todos fue lo mismo, no existía el pulso y la mirada era igual.

¿Que clase de pesadilla era ese lugar?

Ann quiso huir, sin embargo a medio camino chocó con Michaelis y su sobrino.

The Boy at The Window Where stories live. Discover now