Ella solo asiente atenta, tratando de alentarle a que se abra con ella, a que no esconda sus sentimientos.

- Esa chica de ahí.- Señana a una linda rubia que compra algún alimento en una pequeña carnicería.- La echaron de su pueblo después de que la violaran. La rechazaron a ella en vez de al maldito así que nosotros la aceptamos.

Siguen caminando unos metros antes de dar otro ejemplo.

- Ese hombre es un conejo, como tu. Él no quería formar una familia o tener hijos a pesar del estigma de los conejos y su promiscuidad. Así que aquí puede vivir solo y tranquilo y todos le respetan.

Willow ve al señor recostarse en una silla a la puerta de la casa tomando el sol. Solo y relajado por decisión propia. 

Y es que aquí nadie parece hacer algo que no quiera. Todos son libres de ser lo que de verdad son y la coneja también lo siente en este mismo momento.

- ¿Y tus sueños?- Pregunta Orión mientras cruzan una plaza de tierra y lindas tiendas donde algunos les saludan y observan desde lejos.- Tus sueños de verdad.

Willow parece pensarlo bien. La verdad es que siempre ha querido ser alguien, aportar algo al mundo más que ser una coneja. Pero nunca nadie se lo había preguntado tan sinceramente. Mucho menos aquel horrible hombre de la última cita.

- Supongo que sólo quiero ayudar a hacer un mundo mejor. Valerme por mi misma y ayudar a otros a hacer lo mismo.- Suspira con ojos soñadores.- Aunque no se bien como se supone que voy a hacerlo.

Orión la acaricia al sentir como se desanima.

- Estoy seguro de que lo lograrás mi conejita.- Trata de consolarla mientras entran de nuevo a su casa, después de un largo paseo.

De nuevo en la comodidad de su casa Orión se dirige hacia la cocina prometiendo preparar algo rico y nutritivo de comer. Willow, ahora sola y todavía emocionada, siente la necesidad de contarle todo a sus padres de los que hace tiempo que no sabe nada.

Quiere contarles el bonito lugar que hay en el bosque y que por fin ha encontrado a alguien que parece comprenderla y complementarla a la perfección.

- ¿Te importa si hago una llamada?- Grita ella hacia la cocina. 

Él lobo le contesta desde el otro lado aún preparando algo de cenar. No suele hacer más que un filete poco hecho pero, puesto que Willow es vegetariana, pone su mayor esfuerzo en una sopa de verduras.

- No. Mi teléfono está en el salón.

La coneja va corriendo a por él. Sin contraseña lo desbloquea con facilidad y, marcando el número de su casa que se sabe de memoria, espera a que respondan sus padres.

- Digame.

-Me.- Responde la castaña con la broma que desde niña les gasta.

-¿Willow eres tu?- Su madre la reconoce de inmediato.- Richard ven aquí es nuestra hija.- Grita haciendo a Willow reír.

Ahora en altavoz los dos pueden escuchar a la castaña que no puede esperar a contarles todo.

- ¡No os lo vais a creer! La ciudad es hermosa pero ahora tube que ir a una manada un poco alejada de la civilización y...

- ¡Gracias a Dios que no estás en la capital!- Interrumpe su padre con voz preocupada.- Willow debes quedarte donde sea que estés. ¿Te has enterado del asesino en serie?

La castaña recuerda de nuevo esos horribles sucesos y se regaña a sí misma por no haber previsto esta conversación con sus sobreprotectores padres.

- Si. He tenido mucho cuidado además he conocido a un hombre que...

- ¡Menos mal que ya saben quien es el culpable!- Vuelve a interrumpir esta vez su madre dejando desconcertada a la coneja.- Pero el maldito ha escapado aunque todos lo buscan para entregarlo ante la justicia.

- ¿De que estáis hablando?- Willow frunce el ceño con un mal presentimiento. Escucha pasos detrás de ella que se acercan con calma.

- De Orión Alexander. Es un lobo solitario que ha asesinado por lo menos ya a dos pobres ciudadanos. ¡A sangre fría!

- Les arranca vivo las tripas y luego se come el corazón.- Continúa su padre.

Willow se olvida de pensar, de respirar y de vivir. Sin escuchar a sus padres que aún parlotean sobre las últimas investigaciones que incriminan al culpable, sus pensamientos parecen volar de un lado a otro sobre en su cabeza.

Los pasos se detienen justo detrás de ella y, esa voz que conoce tan bien, le eriza el pelo de la nuca, cuando su aliento choca contra su suave piel.

- ¿Ocurre algo?

Un lobo para la conejaWhere stories live. Discover now