y o υ r ѕ ────── Pedri Gonzalez

────── begin again

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в є g ι η    α g α ι η

"And you throw your head back laughing like a little kid. I think it's strange that you think I'm funny 'cause he never did [...] But on a Wednesday in a coffee I watched it begin again"

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Agotado, Pedri dirigió su vista al cielo. Aunque se esforzaba por mantener la cordura, la realidad era que la situación no lo estaba ayudando. El resultado no los favorecía y a pesar de que el equipo tenía la posesión total de la pelota, no llegaban a definir cuando el arco contrario se les aparecía. Maldijo una vez más antes de volver la vista al campo de juego y seguir intentando.

Sin embargo, cuando creyó que había canalizado un poco de calma dentro de sí, escuchó a Jordi gritar:

—¿QUÉ MIERDA OS PASA? ¡ESTAMOS AFUERA, JODER! ¡DEJEMOS LAS ESTUPIDECES Y GANEMOS! ¡VAMOS, VAMOS!

Pedri se acercó a Jordi, alarmado.

—Pero, ¿qué dices, Jordi?

—Costa Rica le ha metido dos a Alemania, estamos fuera, Pedri.

Su paciencia llegó al límite por lo que volvió a tomar un poco más de aire.

Todas aquellas pesadillas con las que soñó de pequeño, se estaban presentando frente a sus ojos, y la posibilidad de acabar su momento mundialista parecía ser más real que el ver a España empatando o ganando el partido.

Aunque la presión se implantó tras los gritos y advertencias de Jordi Alba, España siguió moviendo la pelota durante los minutos finales en área rival sin tener ningún tipo de suerte para definir. Por otro lado, Pedri parecía bastante desenfocado del juego que Luis Enrique había intentado plantear previo al partido, sus decisiones no parecían ser las correctas y le había costado bastante filtrar algunos pases.

El árbitro dio por finalizado el partido cuando los minutos agregados se cumplieron y a pesar de que habían tenido una gran cachetada gracias a Japón, las tribunas españolas festejaron igual. España había logrado pasar como segundo del grupo E.

Cuando terminó de dar entrevistas, Pedri se unió junto a su grupo en el vestuario. Si bien estaban al tanto de que habían logrado pasar a octavos, el aura que se respiraba era más pesada que de costumbre. Ninguno estaba a gusto con la manera en la que jugaron, todos sentían alguna especie de culpa que sobrepasaba la alegría e ilusión.

—¿Por qué lleváis esas caras? —preguntó Luis Enrique, serio, al ingresar al vestuario—. Que no hemos ganado, pero sí estamos en octavos, vamos.