43. Tus enemigos serán los míos

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Lloré mucho con este capítulo, escribirlo fue un reto, pero me encanta.

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—No quiero hablar contigo.

—Por favor, deja que te explique —suplica.

—Ya estoy cansada de tus explicaciones —me detengo unos segundos para girar y enfrentarlo, lo miro enfurecida y coloco bruscamente el índice en su pecho—, ¿Quieres acabar conmigo? Lo estás consiguiendo.

—Amanda, yo...

— ¿Amanda, yo...? Estoy harta de escuchar tus Amanda, yo... —golpeteo con el dedo dos veces en el mismo lugar antes de alejarme—, cuando pienso que no puedes destruirme más, te superas.

No reconozco a la persona que tengo enfrente, pero definitivamente no es el chico del cual me enamoré. Jamás podrían ser el mismo, esta versión de él está llena de mentiras y traiciones.

No quiero a la persona que tengo en frente, la detesto, la odio.

Volteo y me dirijo a las escaleras, no puedo salir del hospital, pero necesito aire fresco, estoy enloqueciéndome en este lugar con tantos ojos sobre mí. No quiero escuchar sus explicaciones, no soy tonta, todo es obvio, no pude quedarme ahí, no quería seguir viéndolos tan juntos, sonriéndose, me largué antes de que Damián tuviera la oportunidad de hablar. Grace gritó mi nombre, Marcos intentó detenerme, y Damián solo me siguió pidiéndome una conversación a solas, escuché como les dijo a todos que nos esperaran ahí, que no nos siguieran.

—No es lo que estás pensando.

—Es justo lo que estoy pensando —me detengo ante las puertas de la azotea, están cerradas y con código de seguridad—. Es más, la historia se forma en mi cabeza, después de yo quedar como la bruja infiel te largaste, viviste tu vida acostándote con todo lo que se te cruzaba, en algún lugar coincidiste con Laura y ¡Oh sorpresa! Volvieron a acostarse, después de eso se convirtieron en súper amigos. ¿Me equivoco?

Coloco las manos en los picaportes e intento abrir, lo hago con fuerza, jalo y jalo hasta que mis manos arden, un sonido que jamás había hecho antes se me escapa de la garganta.

—Mi mejor amigo a punto de morir, mi ex se convirtió en el aliado de Anderson y mi novio me ha llenado la cabeza de sus mentiras, cada minuto me entero de algo nuevo que me hace odiarte más —digo demasiado rápido, no sé si logra entenderme, pero tampoco me importa.

—Te amo, y eso jamás fue mentira.

—Si lo es —estoy enfrente de la puerta, no quiero voltear, no quiero ver sus ojos engañosos, no quiero caer de nuevo—, claro que lo es.

—Te amé al inicio, aunque me lastimaste, te amé mientras no te tenía y veía como formabas tu vida con otro hombre, te amé por mucho que decía que te odiaba, ¡Te amé siempre!

Las reglas para amarte | 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora