39. Él no me ama.

6.4K 407 117
                                    

Al principio nos sentimos un poco fuera de lugar, no encajamos, no sabemos que decir o cómo actuar, algo demasiado extraño ya que se supone que deberíamos tener experiencia en reuniones sociales

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Al principio nos sentimos un poco fuera de lugar, no encajamos, no sabemos que decir o cómo actuar, algo demasiado extraño ya que se supone que deberíamos tener experiencia en reuniones sociales. Creo que fingir se hizo parte esencial de nuestras vidas, siempre nos dijeron lo que teníamos que ser en las reuniones que ya no sabemos cómo ser nosotros. Camilo nota nuestro silencio y se une a nosotros, con su ayuda y la de Giselle conocemos parejas agradables que nos dan la bienvenida y poco a poco conversamos de cosas triviales.

Charla, comida, abrir obsequios, nos adaptamos al momento y lo mejor de todo es que no tenemos que escondernos, nadie nos conoce, nadie nos apunta con una cámara o nos hace preguntas indecentes sobre nuestro parentesco político, somos solo una pareja de jóvenes enamorados que se han comprometido recientemente, y me gusta mucho.

No necesito lujosas mansiones, ropa de diseñador, cenas excéntricas y compañías hipócritas, no me hace falta aquel mundo que me hizo sufrir y esconderme durante toda la vida, aquí soy Amanda, el apellido no importa, ser una Kane no mide mi valor, nadie lo pregunta, a nadie le interesa. A medida que avanza la noche la gente se va retirando poco a poco, al final son las 2:00 a.m. y quedamos solo nosotros con la familia de Camilo.

—Míralos —Carlotta niega en forma de reproche mientras observa a los cuatro hombres sentados en el sofá de la sala, todos tienen los ojos puestos en la pantalla del televisor que reproduce un partido de basquetbol—, ¿Quién dijo que es hora para ver un partido? Les apuesto que ni siquiera saben quién está jugando —bufa indignada—, solo quieren ignorarnos.

—Déjalos mamá, así no nos molestan —la tranquiliza Giselle—, sus neuronas no son suficientes para entablar una conversación con nosotras, prefieren seguir perdiéndolas viendo un deporte que ni siquiera entienden.

Nos encontramos en un rincón de la sala observándolos, Giselle quería estar de pie y estirarse un poco, así que la acompañamos; de repente, todos los hombres gritan y se levantan de un salto, las tres respingamos del susto, me llevo la mano al pecho.

— ¡Imbéciles! —el grito de Giselle los hace voltear a todos, intento recuperar el control de la respiración—, ¿Quieren que para aquí mismo? —las miradas de todos se transforman en absoluto terror—, ¡Nos han matado del susto!

—Yo las veo muy vivas —se burla Camilo con una sonrisa gigante en el rostro.

Empiezo a pasar el peso de un pie a otro mientras todos se disculpan, me siento cansada y estar llevando tacones me está matando, no menciono nada de mi agotamiento porque Damián está muy a gusto y quiero que siga disfrutando.

—Amanda está cansada —anuncia Giselle de la nada, volteo a verla con una expresión de sorpresa.

—¿Sí? —Damián camina hacía nosotras y me agarra las manos entre las suyas, le sonrío con ternura sin decir nada—, ¿Nos vamos ya? Tobby debe estar esperándonos.

— ¿Tobby? —pregunta Carlotta mirándonos alternativamente.

—Su tortuga, una reciente adopción —suelta Camilo.

Las reglas para amarte | 2.0Where stories live. Discover now