Final.

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Tranquilos, este es solo el comienzo.

Tranquilos, este es solo el comienzo

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— Este maldito dolor de cabeza no me deja pensar, joder.— Sobe mi sien tratando de disminuir la presión, cuando abrí los ojos me sorprendió ver a Nico de pie frente a la puerta de nuestra alcoba.— Ni siquiera te escuché llegar... — Hice una mueca de sorpresa al notar lo que traía puesto.— Wow, no... ¿Qué haces vestido así?.— Pregunté algo confusa, sentándome sobre la cama.

Llevaba la vestimenta griega tradicional, lo que era raro.

No recordaba que tuviéramos algún evento especial. Quizás lo olvide, este dolor de cabeza no me deja pensar.

—¿Cómo están los trillizos? ¿No te descubrieron, verdad?— Le pregunté peinando mi cabello con mis manos.

Dejar ir a los niños al campamento mestizo con solo 7 años había sido difícil para nosotros, así que teníamos un ojo en ellos, solo para asegurarnos de que estaban bien (que se portaban bien y no se metieran en problemas). Hace una hora Nico fue a verlos, solo para echar un vistazo, me sorprende un poco que allá regresado tan rápido, normalmente nos quedamos unas dos horas rondando por la zona. En esta ocasión no pude acompañarlo por qué estos últimos días he tenido un malestar relacionado con ser dios.

Nico no me respondió.

—¿Me estás haciendo la ley del hielo? Por qué no es gracioso.— Alce una de mis cejas.— ¿Los niños se metieron en problemas?, ¿les pasó algo?

Mi esposo no abrió la boca, solo me miro en completo silencio.

Sentí un pinchazo en mi nuca y todo mi cuerpo se enfrió. Me sentía rara.

¿Asustada...? No, como podría estar asustada de Nico, es mi esposo, hemos estado juntos desde hace casi 19 años.

¿Me está haciendo una broma?

Hice una mueca.

—¿Nico?— Preguntó, Nico se acercó con una mirada hambrienta hasta llegar al borde de la cama. —No estoy de humor.— Resople.— Si no quieres hablar conmigo, entonces deberías pasar una temporada durmiendo en el sillón de Jason.— Gruñí molesta.

Intenté mantenerme sería, pero el semblante callado de Nico me estaba poniendo de los nervios.

Me estremecí cuando puso su mano en mi hombro, no de buena forma, de pronto me sentí insegura. Nunca me había sentido de esa forma con Nico.

Mire su mano aferrada en mi hombro, sentí un extraño impulso de darle un manotazo para que mi esposo dejara de tocarme, pero es Nico, siempre me toca. No sé por qué me siento así.

El ORÁCULO DE APOLO° [Nico di Angelo]°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora