Capitulo 26

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Desencantado.

Desencantado

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Quiron acompaño a Ivy a la casa grande, allí la esperaban los líderes de cabaña que discutían la situación y preparaban la ceremonia griega para darle el último adiós a Olivia.

Cuando entro en la habitación, todos los semidioses presentes se giraron para verla, aún llevaba su bata blanca y guantes negros de cuero. Tenía una expresión sería y triste, las mejillas y ojos rojos, se notaba que había estado llorando, y no era para menos. Nunca había tenido que abrir el cuerpo de nadie, pensó en abandonar el asunto, pero todos los hijos de Apolo habían puesto sus esperanzas en que ella podía encargarse. Y no tuvo de otra.

Al empezar, y como nunca había hecho algo parecido, tuvo que rezarle al dios de la medicina, el que vendría siendo un familiar lejano para qué la guiará en todo el proceso; Y para su sorpresa funcionó de inmediato.

— Ivy ¿Puedes decirnos lo que averiguaste?— Pregunto Annabeth cuando ninguno de los otros campista se atrevió a hacerlo.

La rubia enderezó su espalda, y jugo con sus manos. Ivy alzo la cabeza y miro con ojos ansiosos a María, la líder de la cabaña de Deméter.

— Mmm...— La chica trago, saliva y bajo la cabeza. Internamente, opinaba que hablar de ello frente a la hermana de la víctima era un poco... Cruel.

María apretó los labios y tenso la mirada fingiendo estabilidad.

—Está bien, solo.— Dijo la líder de la cabaña de Deméter entre dientes, con un tono de voz fuerte que disfrazaba su pena.—Dilo.— Culminó.

Ivy tartamudeo.

— Ah... Bueno, es como.—La hija de Poseidón se atragantó con su propia saliva, por lo incómoda de toda la situación— Lo siento, nunca había hecho algo como esto.—Se disculpó.

La rubia llevó su mano a su frente, acaricio su cien, respiro hondo de forma temblorosa. No fue hasta que sintió una mano grande tomar la suya con delicadeza, Ivy se giró su rostro ligeramente para ver el rostro sereno de Nico transmitirle calma.

— Está bien, habla.—Le indicó el pelinegro de forma simple.

Ivy asintió con la cabeza y se volvió hacia los líderes de cabaña.

— Por la lividez del cuerpo especuló que lleva al menos 4 días fallecida, su cuerpo había absorbido mucha agua, debió haber pasado mucho tiempo allí en el río—Explico la rubia con seriedad, mientras apretaba él agarré en la mano de Nico.— Tanto que los peces empezaron a alimentarse de sus tejidos blandos.— Murmuro la de ojos verdes almendrados.

Los semidioses se mantuvieron tensos y con rostros oscurecidos, el único que parecía tranquilo era Quiron.

— ¿Murió ahogaba?— Pregunto el centauro, curioso.

El ORÁCULO DE APOLO° [Nico di Angelo]°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora